febrero 11, 2025

Cuál es la importancia histórica del Congreso del MAS en El Alto

Bolivia recuperó la democracia y la izquierda volvió al gobierno [1]. La capacidad de resistencia echó por tierra los planes prorroguistas del gobierno de facto y el bloque monolítico que participó del golpe de Estado se fracturó al momento de lanzarse la convocatoria a las elecciones generales. Pero lo que vendría después sería una fractura dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS) debido a una temprana aspiración electoral de Evo Morales por ser candidato presidencial en 2025.

La derecha no pudo manejar con precisión lo que había comenzado y en eso se le fue la suerte. La demora en la convocatoria a elecciones generales, la postergación de las mismas el 3 de mayo y el 6 de septiembre con el uso grosero de la pandemia, sobre todo de la última fecha, y el intento de llevar las elecciones para principios de 2021, dejando de lado el 18 de octubre, sumadas a una práctica de represión abierta desde el aparato de Estado (policial, militar y judicial) y de los grupos paramilitares, la ausencia de respuesta a la crisis económica generada por la pandemia, la incapacidad de inversión pública y la clausura del año escolar, fueron aislando al gobierno de facto de la gente que había participado activamente del derrocamiento del presidente indígena.

Cuanto más se postergaba la realización de las elecciones generales, más se recuperaban los movimientos sociales y las capas urbanas en resistencia. Abril y mayo fueron el punto de inflexión. El pueblo le perdió miedo al gobierno represor y a la pandemia. La contradicción democracia/dictadura que la oposición había logrado instalar en el imaginario colectivo desde 2016 para desacreditar al gobierno de los 14 años se invirtió en pocos meses. Las apariciones públicas del entonces ministro de Gobierno, Arturo Murillo, amenazando con “cazar” a los enemigos internos y externos, las masacres de Sacaba y Senkata, la persecución de activistas en las redes, el encarcelamiento de dirigentes y otras violaciones a los Derechos Humanos hicieron que ese clivaje (democracia/dictadura) se volcara en contra del gobierno de Áñez.

Empero, los peligros que se percibían en el campo de lo nacional-popular-comunitario eran de otra naturaleza. Lo que se avizoraba en el seno del pueblo era el afloramiento de tensiones y contradicciones, controladas y amortiguadas por años debido al liderazgo de Evo Morales, pero que ya no podían ser resueltas de la misma manera pues el expresidente había dejado de ser el centro ordenador de la política. Los efectos previsibles de la tendencia a la “estatolatría”, entendida como “gobierno de los funcionarios” (Manuel Sacristán, 1970) y sus efectos previsibles en el comportamiento de las organizaciones sociales, además de la inexistencia de una estructura política disciplinada para enfrentar en condiciones favorables coyunturas no electorales, cobró factura.

Sobre la base de la investigación que el sociólogo Fernando Mayorga hizo sobre Resistir y retornar: avatares del proceso decisional en el MAS-IPSP (2022) y los datos de las coyunturas políticas que se desarrollaron desde el 8 de noviembre de 2020, cuando Arce asume la presidencia, es posible identificar que el mapa de poder organizativo de la organización política más importante de Bolivia desde la última década del siglo XX atravesó tres momentos: una concentración de las decisiones en Evo Morales en 14 años, un proceso de transición entre noviembre de 2019 y octubre de 2020 y el afloramiento de severas contradicciones y tensiones al interior de lo nacional-popular-comunitario por el carácter de la dirección política.

“Entre noviembre de 2019 y octubre de 2020, encaró un proceso de transición que puede entenderse como una suerte de retorno a sus orígenes, es decir, de partido de gobierno a Instrumento Político de las organizaciones sociales” (Mayorga, 2022). Las organizaciones sociales y sindicales fueron recobrando su autonomía, una característica central que históricamente les dio capacidad de organización y movilización, y que en las condiciones posteriores al golpe de Estado serían clave para enfrentar, resistir y derrotar a los planes de la derecha.

Esta reconfiguración en el mando de decisiones no estuvo exenta de grandes dificultades y de enormes riesgos, pues en 14 años los movimientos sociales habían perdido progresivamente su capacidad de organización y movilización autónoma. El Consejo Nacional por el Cambio (Conalcam), que fue desestructurado a los días de la consumación del golpe de Estado, no podía hacer reuniones, ni siquiera para analizar la coyuntura, sin la venia del Presidente y el Vicepresidente del Estado Plurinacional. Desde el Estado se las había domesticado y se le quitó iniciativa, lo cual afectó su condición de sujeto histórico y redujo, sino eliminó totalmente, su capacidad para evitar la ruptura democrática de 2019.

De ahí que luego de la designación del binomio que iba a candidatear por el MAS-IPSP en las elecciones se configuró un “nuevo mapa de poder organizativo” formado por el binomio presidencial, Evo Morales y sus colaboradores en Buenos Aires, los dirigentes del Pacto de Unidad, la bancada parlamentaria liderada por Eva Copa y las seis federaciones del Trópico de Cochabamba con Andrónico Rodríguez al mando (Mayorga, 2022). Esto complejizó la toma de decisiones y la relación entre La Paz y Buenos Aires se volvió más tensa. Varios son los hechos políticos que sirven para ejemplificar la nueva arquitectura de la toma de decisiones en el MAS-IPSP y en los movimientos sociales durante el periodo postgolpe de Estado y las tensiones que se produjeron entre la dirección política ubicada en Buenos Aires y el mando efectivo en La Paz. Y, como no podía estar exento, las contradicciones y tensiones en grado de ruptura que se registran ahora entre la facción conservadora del MAS (el evismo) y la mal llamada facción “arcista” en el Gobierno, forman parte de la modificación del mapa de poder interno.

Primero están las posiciones distintas que tomaron el Pacto de Unidad y la Central Obrera Boliviana (COB) respecto de la delicada situación interna, en medio de una feroz represión de los dirigentes y las organizaciones sindicales. Ambas organizaciones sociales suscribieron con el gobierno de facto un “Acuerdo de Pacificación” que daba a las organizaciones ciertas herramientas para resistir, como el hecho de la pronta realización de elecciones generales, el compromiso de liberar a dirigentes sociales y sindicales detenidos y de no llevar adelante la privatización de las empresas estatales. El acuerdo fue rechazado por Evo Morales desde Ciudad de México, donde se encontraba como refugiado, porque entendía que se estaba avalando a la presidente Jeanine Áñez. Ese fue el inicio de sus divergencias con varios dirigentes del Pacto de Unidad (Mayorga, 2022).

Segundo, un elemento central de discrepancia entre las organizaciones sociales era la situación jurídica y política de Evo Morales. Un ampliado nacional de varias organizaciones sociales convocado por Andrónico Rodríguez para el 26 de noviembre de 2019, pero en la que no participaron el Pacto de Unidad y la COB, aprobaba 10 resoluciones entre las que figuran como las más importantes: 1) Ratificamos nuestro apoyo moral y material a nuestro hermano Evo Morales Ayma, presidente del Estado Plurinacional; 2) Ratificamos el estado de emergencia y se declara un cuarto intermedio [2] (las cursivas son nuestras) a partir del día de hoy, 26 de noviembre, hasta que el gobierno de facto cumpla con los acuerdos y compromisos asumidos recientemente con los sectores sociales movilizados; y 5) Convocatoria a un ampliado nacional del MAS-IPSP en un plazo no mayor de cinco días.

El ampliado nacional extraordinario del MAS-IPSP se realiza el 7 de diciembre en la ciudad central de Cochabamba. De los siete puntos aprobados en el ampliado político y social no se menciona a Evo Morales como presidente del Estado Plurinacional, aunque se lo nombra por unanimidad como Jefe Nacional de Campaña del MAS-IPSP para las elecciones del 3 de mayo.

Tercero, otros dos documentos, aprobados en la Argentina, reflejan las posiciones contradictorias respecto de Evo Morales. El grupo radicado en Buenos Aires había elaborado un documento con anterioridad al ampliado del MAS-IPSP con la finalidad de orientar sus resoluciones y al que había titulado: Decálogo. Resistir al golpe de Estado: recuperar el poder para el pueblo (Mayorga, 2022). En ese documento, en el punto 2, se afirma que “Evo Morales sigue siendo el presidente constitucional del Estado Plurinacional”, y en el punto 3 se pide la renuncia de la senadora Jeanine Áñez. Luego, ese mismo grupo publicó el 14 de diciembre, después del ampliado nacional del MAS-IPSP, el Manifiesto de Buenos Aires, también de 10 puntos, en el que ratifica en su primer punto los lineamientos establecidos en el Decálogo. Lo que está claro que ese Manifiesto no hace referencia a las resoluciones del ampliado nacional, en el cual no se menciona que Morales sigue siendo el presidente del Estado Plurinacional.

No había una línea única. Los objetivos para resistir eran en parte distintos, pero giraban principalmente a precisar la situación jurídica y política del expresidente. A mediados de enero de 2020 coexistían, por lo menos, tres propuestas: renuncia de Jeanine Áñez, restitución de la presidencia a Evo Morales o presidencia interina que convoque a elecciones (Mayorga, 2022).

Un cuarto aspecto explica que la toma de decisiones se había complejizado al interior del MAS-IPSP y en las organizaciones sociales, particularmente de las que constituyen el Pacto de Unidad. Se trata de la forma de selección del binomio presidencial.

Ese camino fue accidentado. En un ampliado nacional celebrado en el histórico distrito minero de Huanuni, el 11 de enero de 2020, a pesar de que en el orden del día no figuraba la nominación del binomio, representantes de seis departamentos proclamaban a David Choquehuanca como candidato a presidente y Andrónico Rodríguez como candidato a la vicepresidencia. Evo Morales convocó de inmediato a la Dirección Nacional del MAS-IPSP y a otros dirigentes sindicales, no a todos, a una reunión para el 19 de enero en Buenos Aires, para decidir quiénes serán los principales candidatos. A esa ciudad fueron convocados los precandidatos David Choquehuanca, Diego Pary, Luis Arce y Andrónico Rodríguez para firmar el “Acuerdo por la unidad y el fortalecimiento del MAS” y desvirtuar los rumores de división interna. Andrónico Rodríguez no viajó porque estaba con alerta migratoria y envió un mensaje ambiguo que en los hechos debilitaba a lo resuelto en Huanuni. Luego de varias horas de gran tensión, “finalmente el acuerdo fue concertado entre Evo Morales, Luis Arce, David Choquehuanca y los dirigentes de Pacto de Unidad en una reunión realizada en la sala del segundo piso” (Mayorga, 2022).

Quinto, el estilo de conducción gubernamental. El expresidente Evo Morales no pudo con su estilo de hacer política, solo que esta vez el resultado de su materialización fue generar un distanciamiento en proceso con el presidente Luis Arce, a quien lo pensaba como un tecnócrata receptivo a cualquier tipo de instrucciones del máximo dirigente del MAS. Los primeros meses el accionar del Gobierno parecía sustentar el apodo descalificador de “tilín” que la oposición política y mediática le colocaron al exministro de Economía. Tan evidente era eso que desde empresarios hasta dirigentes sociales ubicaban al trópico cochabambino como el “lugar del poder real” y no en la Casa Grande del Pueblo, la sede del Órgano Ejecutivo. Las visitas al líder indígena eran frecuentes.

Pero llegaría el momento en que Luis Arce mostraría que ese marco interpretativo de la realidad estaba equivocado. El hecho político que develó la personalidad y el estilo propio del presidente socialista fue la negativa a cambiar a dos de sus ministros que Evo le exigía, a lo que se sumarían otros de mayor importancia, como su negativa a decretar estado de excepción y militarizar Santa Cruz que le pedía el “evismo” en noviembre de 2021, y el de quitar algunas subvenciones como las que se hacen al combustible y a ciertos productos de la canasta familiar, como parte del modelo económico que garantiza estabilidad y distribución de la riqueza a favor de los más necesitados.

Sobre la base del distanciamiento de sectores sociales de Evo Morales, a quien le cuestionan la forma cómo salió de Bolivia en noviembre de 2019, Luis Arce ha ido consolidando su liderazgo político-institucional y construyendo de a poco un liderazgo social y político propio, lo que ciertamente ha complejizado aún más la toma de decisiones dentro del campo de lo nacional-popular-comunitario y la relación con el expresidente.

Además de los cinco aspectos desarrollados líneas arriba, otros factores relativizaron el papel de Evo Morales en la coyuntura postgolpe de Estado, lo que no implica desconocer que era y seguirá siendo un factor de gran importancia en la política boliviana. Uno de ellos es la actitud distinta de Buenos Aires y La Paz ante la medida del bloqueo nacional de caminos y la huelga indefinida que un cabildo aprobó en la ciudad de El Alto el 28 de julio de 2020. La dirigencia sindical, empujada por el histórico líder aymara Felipe Quispe, el Mallku, y el dirigente del proletariado minero Orlando Gutiérrez, asumieron la medida de hecho para que el gobierno de facto no siga engañando a la gente con el tema de las elecciones. Desde el lunes 3 de agosto un bloqueo nacional de caminos y una huelga general convocada por el Pacto de Unidad y la COB expresaron el cambio en la relación de fuerzas. Y no es poco lo que estaba en juego y ciertamente iba más allá del día de las elecciones. Desde la década del 80 nunca un corte de rutas arrancó con más de 75 puntos y que a la semana se haya duplicado con la participación de decenas de miles de personas, además de una paralización casi absoluta de la ciudad de El Alto y de la popular Zona Sur de la ciudad de Cochabamba, es un indicador de que las masas habían salido de su letargo, aunque de una forma más desordenada de lo habitual. Un informe de inteligencia militar daba cuenta que para despejar los caminos y carreteras se necesitaría cuatro veces el tamaño del Ejército que se tiene y con un alto costo a pesar de ello.

El otro factor que escapó a los cálculos de Morales es la estrecha relación que Luis Arce entabló con la presidenta del Senado, Eva Copa, y con el resto de la bancada parlamentaria del MAS. No era muy cómodo para el expresidente que su exministro de Economía hubiera logrado muy rápidamente esa unificación.

Copa cometió errores al principio, incluso en el manejo de su imagen frente al gobierno de facto. Pero su origen popular, su paso por la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y sus posiciones de izquierda la ubicaron muy rápidamente, hasta el punto que logró establecer el esquema de “gobierno dividido”, según el uso de un concepto convencional de Mayorga, lo que, en términos de apego a la larga historia de las clases subalternas bolivianas y la experiencia rusa del siglo XX, vendría a ser la dualidad de poderes (Zavaleta, 1974). La promulgación de varias leyes, entre ellas del Bono contra el Hambre, concebido por Luis Arce en su trabajo con los diputados y senadores del MAS en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), es una muestra de la ardua disputa que ya se daba entre el gobierno de facto y el Legislativo, lo cual al mismo tiempo no habría sido posible sin la gradual y ascendente recuperación de la organización y la movilización popular.

Por tanto, las tensiones y profundas contradicciones que hoy se dan dentro del MAS no se deben a una simple disputa por quién será el candidato en 2025, como se presenta en varios medios y de distintas formas, sino a una profunda disputa entre el “aparato” que quiere seguir manejando los hilos del Instrumento Político, como lo hizo desde 2006 a 2019, y las organizaciones sociales que están, por citar a Alejo Carpentier, en busca de “los pasos perdidos”. Desde ahí hay que intentar leer al alcance del congreso del MAS en la ciudad de El Alto.


Referencias bibliográficas

  • Sacristan, M. (1970). Antonio Gramsci: antología. Ciudad de México. Siglo XXI Editores.
  • Mayorga, F. (2022). Resistir y retornar: avatares del proceso decisional en el MAS-IPSP (2019-2021). La Paz. FES-Bolivia.

 

1       Texto ajustado que forma parte del libro Gobiernos Progresistas en América Latina, editado en Colombia en abril de 2024.

2       Establecer el cuarto intermedio implicaba avalar o respaldar el Acuerdo de Pacificación.

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