Por Gabriel Campero Nava * -.
Días previos al congreso llevado adelante en la ciudad de El Alto, el cual concluyó con la elección de una nueva presidencia para el Movimiento Al Socialismo (MAS), se permitió otorgar elementos que deben ser analizados como “el bien mayor”, título de la presente columna.
Las críticas asociadas a la injerencia de la justicia en las decisiones y aspectos de carácter electoral no son algo nuevo. Recordemos la Sentencia Constitucional 084/2017, por la cual se determinó la reelección indefinida como un derecho humano, dejando de lado un referéndum que manifestó que no se deseaba modificar el artículo de la Constitución Política del Estado Plurinacional, cuestión que se cumplió, aunque se irrespetó la finalidad en sí del por qué de dicha solicitud, es decir, el propósito por el cual debía realizarse esa modificación en la CPE, que consultaba si Evo debía ser nuevamente candidato.
Es necesario tener presente que la situación que se da a partir de incumplir el Referéndum del 21 de febrero fue dar insumos a la consigna conjunta: “Bolivia dijo No”, sumada, posterior a las elecciones de 2019, a los errores internos desde el sector cercano a Evo y desde él mismo, como el invitar a la Organización de Estados Americanos (OEA), además de cuestiones de soberbia, sumados a minimizar la movilización social de sectores elitistas y otros que efectivamente no estaban de acuerdo con Evo nuevamente en la papeleta electoral. En pocas palabras, se creó el caldo de cultivo para detonar el golpe de Estado, cuya estocada final fue el accionar de las Fuerzas Armadas y la Policía.
Se rememora este acontecimiento con una finalidad: la de recapacitar y cortar en sano un conflicto mucho mayor. Actualmente la convulsión es interna (asumamos que hay un millón de militantes) y, obviamente, tendrá repercusión con bloqueos sectoriales afines a Evo.
También es bueno recordar la polarización que existió en 2019, la que ya no implica a ese millón de militantes del MAS, sino a todo el padrón electoral que en 2016 votó por opción ganadora “No”, y que en 2019 nos dio la histórica mayoría de victorias como contiendas anteriores al 2016. En sí, la justicia en un mecanismo de injerencia le hizo un favor al Tribunal Supremo Electoral (TSE), ya que recordar los presos que se tuvo por el mal llamado “fraude” fue el caldo de cultivo y brindó los insumos necesarios a partir del referéndum de 2016, que trajeron consigo una polarización y un golpe de Estado con muertos, todo por insistir en que sea el compañero Evo el candidato.
Es muy necesario puntualizar los siguientes aspectos: 1) Evo no gana en la siguiente elección, ya que su imagen está muy deteriorada; 2) La polarización nacional actualmente es a nivel del MAS (su militancia), pero teniendo a Evo como candidato para 2025 esta escalará a nivel nacional, porque la población no olvida lo de 2016 y 2019; 3) Está en riesgo el poder del bloque popular por una persona; 4) Una nueva dirección en el MAS permite corregir los errores suscitados desde 2006 a 2019; 5) Permite brindar esa opción al MAS de no ser únicamente un partido político reducido a lo “circunstancial electoral”, pudiendo agarrar un rol más activo, como lo señalan sus estatutos en cuanto temas importantes como formación de cuadros, rotación de cargos, permitiendo un recambio generacional acorde al momento histórico que se vive a nivel mundial.
Acá nadie niega el rol histórico y los avances alcanzados de 2006 a 2019. Acá lo que se quiere es resguardar el poder del bloque popular por encima de un grupo de personas. La medida asumida en 2017 con la Sentencia 084 no difiere de la medida de obligar al TSE a participar del Congreso de El Alto, sino más bien en un pensamiento práctico: están evitando por sano una polarización nacional para 2025.
* Diplomático.
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