Por Esteban Ticona Alejo * -.
La semana pasada se hizo “la movida cultural” denominada “la larga noche de museos”. Sabemos de la influencia de este término, llegada desde el mundo europeo y su práctica ciega-colonial por los museos del país. Es hora de dejar esta práctica y nombre impuesto, aferrándonos a lo que sucedió el pasado sábado. Lo más interesante es que se traspasó, en gran medida, esa idea de la construcción del museo como el único espacio cultural y depositario patrimonial, aunque este sea solo el reservorio inerte.
Todo el patrimonio cultural del país no está solo en los museos, ni estará en los museos a futuro. Hoy se encuentra diseminado en diferentes espacios culturales. El pasado sábado se hizo la práctica que tiende a la interculturalidad intercivilizatoria. Por ejemplo, algunos restaurantes se presentaron como espacios culturales de la gastronomía, o como la exposición de libros de escritores conocidos y noveles. La presentación de grupos musicales y de danzas en vivo. En la ciudad de El Alto se promovió el intercambio de libros, etcétera. Varias carreras de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) abrieron sus puertas, presentándose con espacios culturales de investigación y preservación patrimonial, por ejemplo, del quehacer arqueológico antropológico. El abrir las puertas es la voluntad de interactuar con el ciudadano común que tanta falta hace.
La interesante respuesta ciudadana y de algunos centros culturales tropezó con el horario de noche y restringido. En redes sociales mucha gente se pronunció diciendo: “¿si hace más frío en la noche en ciudades andinas por qué se promueve las visitas a museos?”. Después de la visita dijeron otros ciudadanos: “fuimos con los hijos/as, pero no hay museos para los pequeños”; qué gran interrogante y reto para que se promueva en el futuro un lugar especial para los/as niños/as.
¿Qué hubiese sucedido si abrían gran parte de los museos y los centros culturales todo el día y de noche? ¿Incluso que sea un par días? Seguramente hubiera habido más concurrencia en las visitas y mayor movimiento intercultural. Falta dar ese paso crítico y no quedar más supeditados a las ideas museísticas y de noche europeas.
¿Por qué no se incorporó la participación de los museos comunitarios rurales que tienen cierta particularidad respecto de los urbanos? En esta línea, si se hubiese planificado visitas a estos espacios culturales del área rural hubiese adquirido una dinámica particular, con el sello propio de la interculturalidad nuestra. Esta forma de movida cultural puede a larga generar la necesidad de que todas las alcaldías del país asuman roles determinantes sobre la preservación y difusión del patrimonio cultural, como estipula la Ley de Autonomías.
¿Quiénes tendrían que promover estas actividades culturales patrimoniales? Sin lugar a dudas el gobierno central, las alcaldías y las gobernaciones. Pero hoy la instancia que realmente tiene la misión de organizar y de coordinar es el Ministerio de Culturas y Descolonización, mediante sus viceministerios respectivos, que lamentablemente no promueve nada y menos han generado políticas de esta naturaleza. Lo gobiernos municipales y las gobernaciones al parecer no entienden lo que es generar interculturalidad desde los patrimonios.
En ciudades como Potosí el turismo desde el patrimonio cultural sería de gran ayuda, incluso para los ingresos económicos locales, además de la promoción cultural a una ciudad histórica. Lo que no puede ni podrá asumir las ferias del libro, que son meramente economicistas, puede hacerlo esta manifestación cultural del patrimonio como el conversatorio con los autores, escritores del país, la interacción entre el mundo rural y urbano. Realizarlo una vez al año no es la adecuada, porque es casi nada; al menos se debería pensar en efectuar cuatro veces al año. Jaqinakan irnaqawipaxa tumpañasawa uruna. ¿Kunatsa, arumakipini uka irnaqawinakaxa utji? Jiwas thakhirusawa sarantayañasa ¿janicha?
* Sociólogo y antropólogo aymara.
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