mayo 12, 2025

Los imponentes archivos militares incaicos

Por Luis Oporto Ordóñez *-.


El Inka Pachakutek, el gran organizador del Incario, luego de derrotar y someter a los Chankas en las batallas de Cusco, Ichupampa y Yawarpampa, creó el Tawantinsuyo. Reorganizó el sacerdocio y el Ejército, edificó el templo del Sol, reconstruyó el Cusco, modernizó la administración del Estado con el establecimiento de una casta de administradores y un sistema de estadísticas sobre la base del quipu, fortaleciendo la red vial incaica, construyó pukaras, tambos y templos. Generó una fuerte intencionalidad estatal en el acopio de datos estadísticos e históricos y los sistematizó en dos tipos de archivo: los quipus y los archivos orales.

Naturaleza del Quipu

El vocablo quipocamayoc deriva de la raíz quipo (registro o documento) y quipoc (escribano, secretario, archivista o contador). Los quipus eran “ramales de grandes cuerdas anudadas”, hilos torcidos de diversos colores, grosores y significados, en los que se anotaban minuciosamente “las cosas que se gastaban (egresos: salidas de los depósitos y silos) y lo que las provincias contribuían (ingresos), para que supiesen lo que daban y contribuían”. Los colores identificaban diversas cuentas: amarillo al oro, blanco a la plata, colorado a gente de guerra.

Garcilaso de la Vega y Cieza señalan que el quipu registraba datos de la totalidad de bienes (oro y plata) y productos, desde lo significativo hasta lo superfluo: armas (lanzas, arcos, flechas, porras, hachas, hondas), vituallas (maíz, ganado), vestimenta y utensilios (tejidos, alpargatas, ceramios), demográficos (nacimientos y defunciones, hombres y mujeres, por edades, agrupados por pueblos y provincias). Los datos eran importantes para determinar “la paga de los tributos como para saber la gente que había para la guerra y la que podía quedar por defensa del pueblo”, por tanto “tenían cuidado de dar cuenta a sus superiores, de los que morían u nacían cada mes de ambos sexos, y al fin de cada año se la daba (n) al Inca de los que habían muerto y nacido y de los que habían ido a la guerra y muerto en ella”, el número de batallas y encuentros de los ejércitos.

Los archivistas del Inca

Guaman señala que el quipucamayoc era responsable de los registros administrativos y tenía una función compleja extendida en todo el Tawantinsuyo: “Puric macho, viejos, pasados de edad de sesenta y setenta y ocho años. Los cuales desde el año que cumplen cincuenta y uno, entra este dicho indio, reservado de no ir a la guerra, ni batalla, ni cualquier servicio personal”; como acota Garcilaso, “por el cual oficio eran reservados de tributo y de cualquiera otro servicio, y así nunca jamás soltaban los ñudos de las manos”.

El quillca camayoc, “escribano de quipo, cordel”, registraba datos estadísticos y los anales de sucesos famosos y dignos de memoria, porque “tenían que dar cuenta dellos cuando se la pidiesen”. El chasqui era responsable de “llevar con brevedad los mensajes del rey y traer las nuevas y avisos” de todos los confines del Tawantinsuyo.

Los quipucamayoc cumplían sus funciones tanto tiempo como la existencia del Inca. Era gente de confianza, nombrada por el Inca, muy práctica en el manejo de los quipus. Cieza afirmó que “toman la cuenta, tan bien que un par de alpargatas no se podían esconder”. Y Guaman exclama: “estos tenían tanta habilidad, pues que en los cordeles supo tanto ¿qué me hiciera si fuera en letra?”.

El Archivo del quipu era descentralizado, de uso administrativo y contable, para fines prácticos de conducción y desarrollo del Imperio. Existía en las oficinas del Inca y en las markas. Los quipucamayoc llevaban los quipus de su provincia, a principios de cada año al Cusco. Relata Cieza: “sabían el Señor y los gobernadores, los indios que eran pobres y las mujeres que eran viudas y los que podían pagar los tributos y cuánta gente podía salir para la guerra”. Los quipucamayoc podían dar cuenta de los registros de uno hasta un máximo de 20 años.

Los historiadores del Inca

Los sabios amawtas estaban a cargo del Archivo oral, centralizado, restringido y altamente confidencial. Guaman refiere que los amawtas eran elegidos entre los más ancianos, a lo sumo tres o cuatro sabios por cada nación o suyu, quienes cultivaban “una gran memoria, ingenio, capacidad de reflexión y razonamiento y vivo juicio”, con funciones de acopio, registro mnemotécnico, conservación y control de la difusión oral, de los acontecimientos oficiales.

El Inca mandaba a los amawtas “que todas las cosas que sucediesen las tuviesen en la memoria y dellas hiciesen y ordenasen cantares, para que se pudiese entender en lo foturo haber así pasado, questos cantares no pudiesen ser dichos ni publicados fuera de la presencia del Señor”.

Los cantares solo se difundían en día de fiesta “para que sean por todos oídos en regocijos de casamientos y pasatiempos”, o en día de lloro o tristeza por muerte de algún hermano o hijo del rey. “Los recitaban a los Incas noveles cuando los armaban caballeros, y desta manera contar su grandeza y origen de nacimiento”.

Mas no todos los hechos eran dignos de conservación. Si algún rey “salía remisio, cobarde, dado a los vicios y amigo de holgar”, los amawtas solamente retenían lo indispensable para no olvidar el nombre y la sucesión, pero “en lo demás se callaba, sin cantar los cantares”.

Los fastos militares registrados por quipucamayoc y sistematizados por amawtas y arawicus eran ordenados en arawis, cantares o romances, y “con orden galana cantaban de muchas batallas que en lugares de una y otra parte del reyno se dieron”.

Los amawtas “tenían cuidado grande de los enseñar a sus hijos y a hombres de sus provincias los más avisados y entendidos que entre todos se hallaban; y así, por las bocas de unos lo sabían otros, de tal manera que hoy día entre ellos cuentan lo que pasó ha quinientos años como si fueran diez”.

Otros tipos de archivos e insignias incaicos

Los “bultos de memoria” usados por los ejércitos de las naciones indias reflejaban los hechos heroicos de los incas “buenos y valientes, porque tovieron en tanto sus memorias que, muerto uno destos señores tan grandes, que el aparato real del que había sido rey del Cuzco no lo hobiese otro en su poder ni se perdiese su memoria, para lo cual se hacía un bulto de mano, con la figura que ellos ponerle querían, al cual llamaban del nombre del rey ya muerto”.

Cieza relata que “los indios eran todos morenos y alharaquientos y que en tanto se parecen los unos a otros”, por lo que los ejércitos multinacionales incas empleaban el tejido, los colores y sus insignias, para identificar sus regimientos: “los Yuncas andaban arrebozados como gitanos; los Collas tenían bonetes hechos de lana; los Canas tenían bonetes mayores y muy anchos; los Cañares traían coronas de palo delgado como aro de cedazo; los Guancas unos ramales que les caían por debajo de la barba y los cabellos entrenchados; los Canchis unas vendas anchas coloradas o negras por encima de la frente”.


  • Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.

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