Por La Época -.
El jueves pasado, en una cuestionada sesión de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), los diputados y senadores que representan la facción de Evo Morales han dado un paso político, quizá irreversible, de tránsito hacia el campo político de la derecha al conformar un bloque compacto con sus pares de Creemos y de Comunidad Ciudadana (CC) para sancionar dos proyectos de ley en materia de justicia que han sido observados por ir contra la Constitución Política del Estado (CPE) al borrar de un plumazo a uno de los órganos (poderes) del Estado.
De la sesión de la Asamblea, que entre otras cosas se desarrolló en medio de frustrados e infantiles intentos de la bancada oficialista por interrumpirla, se pueden hacer dos apuntes.
Primero, desde el punto de vista simbólico, el llamado de lista y el cierre de la sesión tuvo características similares a las que la ultraderecha y la derecha emplearon en ese mismo lugar en el golpe de Estado que Creemos y CC encabezaron en noviembre de 2019 contra el expresidente Evo Morales. Tras cada diputado y senador que decía “presente”, los aplausos de los asambleístas se multiplicaban por el eco del ambiente, y lo mismo cuando el secretario sostuvo en voz alta, en dirección al presidente del Senado, cuya ejercicio de la presidencia de la ALP está observada, Andrónico Rodríguez, y bajo la atenta mirada de los presentes, que había los dos tercios para sesionar. Pero lo más grotesco fue cuando al clausurar el acto se pusieron a entonar las notas del Himno Nacional con la bandera boliviana en alto.
No menos llamativo fueron los abrazos y las selfies que evistas, camachistas y mesistas se daban y sacaban durante y después de la Asamblea. Los ríos de la sangre derramada en Sacaba, Senkata y el Pedregal se habían cruzado, como cuando el socialdemócrata MIR de Jaime Paz Zamora selló un pacto con la derechista ADN del dictador Hugo Banzer Suárez en 1990.
Segundo, desde lo político, es evidente el accionar de una megacoalición para bloquear desde el Legislativo y convulsionar desde la calle hasta que el presidente Luis Arce sea obligado a acortar su mandato.
Al término de la sesión cuestionada legalmente, pues desde un principio Rodríguez fue notificado con un auto de admisión de un recurso de nulidad (lo que procedimentalmente significaba que no podía realizarse la asamblea hasta que el TCP falle en el fondo), los diputados y senadores de la nueva megacoalición fundamentaban su posición con un relato en el cual sobresalía la defensa de la democracia, la institucionalidad y la derrota del supuesto autoritarismo de Arce.
La fuerza de los diputados y senadores evistas gritaban al unísono consignas alusivas a la democracia que resultaban tan similares a las que asambleístas de la derecha emplearon contra Morales en 2019, al que además acusaban de haber cometido fraude en las elecciones. “Golpistas” y “fraudulentos” actuaron a coro contra el “gobierno autoritario” de Luis Arce, relataría un periodista simulando ser independiente.
Pero la historia del accionar conjunto de la alianza facción evista-camachistas-mesistas no ha concluido. La presión desde los caminos y las calles, entre militantes leales a Evo y plataformas ciudadanas (impulsadas por la ultraderecha en 2019), irá subiendo en intensidad como parte de la decisión política de expulsar a Arce de la titularidad del Órgano Ejecutivo.
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