mayo 19, 2025

Qué pasó el 26J: golpe frustrado o globo de ensayo

Por Diego Portal -.


Pasado el mediodía del miércoles último, la población de la ciudad de La Paz, y del país en su conjunto, fue sorprendida por la repentina presencia de carros de asalto y soldados fuertemente pertrechados con armamento de guerra en la plaza de armas de la sede de gobierno, donde se encuentran el Palacio Quemado (antigua y tradicional sede de la Presidencia del Estado) y el Palacio Legislativo. La habitual tranquilidad de la hora de la siesta, con jubilados somnolientos que no dejan la tertulia con sus colegas, vendedoras que retoman sus actividades comerciales, turistas que escuchan con atención las explicaciones de la turbulenta historia de esta plaza a cargo de sus guías bilingües y el incesante vuelo de las tradicionales palomas que habitan allí pidiendo el alimento a los visitantes, fueron de pronto interrumpidos por el ruido de los motorizados de combate y el despliegue de las tropas por las cuatro esquinas que circundan al protomártir de la independencia americana, Pedro Domingo Murillo.

¿Fue un golpe frustrado por la reacción inmediata del Gobierno a la cabeza del presidente Luis Arce junto a sus ministros? ¿Fue una rabieta de un comandante con aires de grandeza ante el anuncio de su relevo? ¿Cuáles fueron las motivaciones de Zúñiga y sus secuaces para llevar adelante esta intentona golpista? Además de quienes ya se encuentran identificados, muchos de ellos ya aprehendidos y a disposición de la justicia, ¿existen otros que participaron en la planeación y en la ejecución de este operativo sedicioso? O, quizá, se trataba solo de un globo de ensayo, que se les fue de las manos, mediante el cual pretendían medir la temperatura política del país, la fuerza y solidez del Gobierno y las reacciones posibles de la oposición, ¿de otros factores de poder y de la ciudadanía ?

No existen aún los elementos suficientes como para poder establecer categóricamente los alcances de esta intentona golpista que ha puesto en tela de juicio el papel de las Fuerzas Armadas, aunque gran parte de esa institución, en sus distintos grados, permaneció al margen de la acción sediciosa y se mantuvo apegada a su verdadera misión y a cumplir con los mandatos de la Constitución y las leyes.

Pretender negar la intentona golpista, sean cual fueren sus motivos, es simplemente una acción de demagogia de ciertos operadores políticos. Lo cierto y evidente es que existen intereses claramente manifiestos de interrumpir o acortar el mandato constitucional de Luis Arce y adelantar las elecciones o, en su caso, establecer las condiciones para una elección que pueda favorecer determinados intereses personales o de grupo. Todo parece indicar que este intento golpista se inscribe en esa corriente de intereses.

Una rápida cronología

A las 14:30 aproximadamente toman la Plaza Murillo los efectivos militares, con respaldo de carros de asalto, encabezados por el excomandante de Ejercito Juan José Zúñiga, desalojan el cuadrante y se instalan en la puerta del Palacio Quemado. Media hora más tarde una tanqueta, dentro de la cual se hallaba el cabecilla de los insurrectos, embiste contra la puerta de la histórica casa de gobierno, logrando abrirla casi derribando la estructura de fierro. De manera inmediata Zúñiga ingresa a palacio acompañado de varios de sus secuaces golpistas.

En el hall, sale a su encuentro el presidente Luis Arce en su condición de Capitán General de las Fuerzas Armadas e interpela al militar sublevado, lo increpa, le indica que ya no es comandante y que debe retirarse al instante y replegar las tropas a sus cuarteles. Zúñiga se resiste y dice que no acatará dicha orden y sale del edificio para volver a instalarse dentro de un carro de asalto en la misma puerta de la casa de gobierno.

A los pocos minutos, en la casa Grande del Pueblo es posesionado el nuevo alto mando militar, los tres comandantes de fuerza, Ejército, Aviación y Armada. Antes de concluir el acto los motorizados militares y las tropas congregadas en Plaza Murillo inician su repliegue, retornando la tranquilidad al centro de la ciudad. La Policía toma nuevamente el control de Palacio y sus alrededores.

Al promediar las 19 horas, en la puerta del Gran Cuartel de Miraflores, el excomandante Zúñiga es aprehendido por efectivos policiales y trasladado hasta dependencias de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen de la calle Sucre. Momentos antes de abordar el vehículo policial el general golpista declara ante la prensa que el presidente Arce le habría pedido que haga esta movilización.

Antes de las 20 horas la normalidad vuelve a la sede de gobierno, tras unas casi seis horas de tensión y de pánico en varios sectores de la población ante la posibilidad de que pudiera consolidarse el golpe de Estado. Muchos ciudadanos autoconvocados fueron llegando durante la tarde a inmediaciones de la plaza tomada, para expresar su repudio al intento de ruptura del proceso democrático.

Solo con su soledad

De acuerdo a sus propias declaraciones, el cabecilla del golpe, la mañana del miércoles estuvo reunido con varios jefes militares en sus oficinas de Miraflores, organizando las acciones que se desarrollarían posteriormente. En principio las operaciones estaban previstas para las 11 de esa mañana, pero por la tardanza en la llegada de efectivos (que finalmente nunca llegaron) de otras unidades, fue demorado el inicio. El propio Zúñiga reconoce que quienes se comprometieron a participar del operativo subversivo no se presentaron.

Una de las explicaciones del fracaso del movimiento es precisamente el abandono de sus camaradas. Al verse solo, ya envuelto en la trama golpista, actúa irracionalmente en su ataque al histórico edificio del Palacio Quemado y en su negativa a obedecer las órdenes de su Capitán General que le mandó replegarse.

De acuerdo con las iniciales investigaciones el exjefe militar sostuvo reuniones con diferentes personas, civiles, militares activos y militares en retiro, en varias oportunidades, desde el pasado mes de mayo, con la finalidad de organizar el golpe de Estado en contra del presidente Luis Arce.

Sin embargo, el anuncio de su relevo en el cargo de Comandante del Ejército habría sido el detonante para acelerar la ejecución del golpe. Puede ser esta la razón del desistimiento de otros jefes militares de acompañar a Zúñiga en su aventura golpista.

¿Globo de ensayo?

Considerando la situación política de los últimos meses no solo desde el Órgano Legislativo, donde se ha ido orquestando la desestabilización del Gobierno al impedir la aprobación de leyes importantes para la reactivación económica, pretendiendo mostrar la ineficiencia del Ejecutivo para resolver los problemas que se presentan en este sector y con muchas otras acciones que evidencian el desarrollo de un golpe blando (golpe Legislativo) que busca acortar el mandato de Luis Arce ya sea por la vía de la renuncia de este y la consiguiente sucesión constitucional, más allá del Vicepresidente del Estado, con la finalidad de garantizar la cuestionada habilitación de Evo Morales como candidato a las elecciones del próximo año, no se puede descartar una coincidencia en intereses y acciones entre la oposición tradicional, de la derecha democrática y la derecha extrema fascista, con la oposición interna dentro del Movimiento Al Socialismo (MAS).

Aun cuando las acciones subversivas y desestabilizadoras en contra del Gobierno han sido una constante, desde el mismo momento en que Luis Arce gana las elecciones de octubre de 2020 con más del 55% de los votos del electorado nacional, en los últimos meses estas se han hecho más evidentes, con acciones coordinadas desde diversos sectores políticos, empresariales y sindicales, a través de acciones concertadas de huelgas, paros y bloqueos, bajo un libreto muy parecido al utilizado en anteriores procesos subversivos, tanto en Bolivia como en países vecinos.

No son casuales los repentinos y prolongados bloqueos de las carreteras más importantes del país, que generan millonarias pérdidas para el Estado y severos perjuicios para la ciudadanía, como tampoco lo son las amenazas de convulsionar el país si el Órgano Electoral no reconoce una determinada dirigencia o valida su congreso. Todo parece indicar que se trata de un libreto diseñado con una sola finalidad: sacar del gobierno al actual mandatario y tender la cama para el retorno del neoliberalismo con todo lo que estoy significa para el pueblo.

Sin embargo, la respuesta del Presidente y la reacción del pueblo en todos sus estratos, repudiando el golpe, han sido categóricas y seguramente han generado más de una duda en quienes alientan el cambio de gobierno por esa vía, porque ha quedado en evidencia la solidez de la consciencia ciudadana en defensa del proceso democrático y del gobierno legalmente constituido. Se han dado cuenta que, incluso llevando más allá sus afanes golpistas, sería muy difícil que puedan consolidar un gobierno de facto. El globo de ensayo les sirvió para aquello y seguramente tendrán que pensar mucho más si desean seguir caminando por esa senda de desestabilización y sedición. La convicción democrática de los bolivianos es innegable e innegociable.

¿Autogolpe?

Pretender instalar en la ciudadanía, a partir de las desesperadas declaraciones del delincuente Juan José Zúñiga, que se trataría de un autogolpe o un show montado desde el Ejecutivo carece de toda seriedad. Decir que no fue golpe porque no hubieron muertos ni heridos es una posición tan ridícula que no amerita mayor análisis. Fue un golpe frustrado. No prosperó por varias razones, algunas de las cuales ya se las ha explicado y otras que seguramente serán conocida con el desarrollo de las investigaciones.

El jefe golpista, al verse abandonado, derrotado y tener encima que afrontar el peso de la ley por sus acciones delictivas se manda una declaración desesperada pretendiendo victimizarse al involucrar al primer mandatario como el autor intelectual del fracasado intento golpista.

Sus propias declaraciones posteriores y las investigaciones desarrolladas hasta ahora muestran que el Presidente no tuvo nada que ver con esos hechos. Hay gente involucrada, ya identificada, varios de ellos ya aprehendidos, entre ellos algunos civiles, que habrían participado no solo de la jornada golpista, sino de la planificación y preparación de las acciones sediciosas.

Pero aun si fuese cierto que el Presidente instruyó esas acciones, la responsabilidad penal es de Zúñiga y sus cómplices, pues como comandante del Ejército debió rechazar esa instrucción por estar en contra de la Constitución y las leyes y, en su caso, para movilizar carros de asalto y tropas debió pedir una instrucción escrita de su capitán general para llevar adelante esas acciones porque así lo exigen los procedimientos militares.

Todo el peso de la ley

La única forma de poner límite a este tipo de acciones golpistas que van en contra de la democracia y la Constitución es aplicar todo el peso de la ley en contra de aquellos que participaron de estas.

Al gobierno de Luis Arce se le acusa, especialmente desde la nueva derecha, de tener acuerdos con sectores de la derecha tradicional boliviana. Si fuera cierta la existencia de estos acuerdos no sería fácil explicar cómo el Gobierno tuvo la decisión y el valor de detener y procesar a la expresidenta golpista Janine Áñez, así como aprehender y procesar al exgobernador cruceño Luis Fernando Camacho, precisamente por haber sido los principales actores del golpe de Estado de 2019.

El golpismo planteaba liberar a ambos y a otros que se encuentra procesados por la misma causa. Esta es una muestra más de que el golpe si existió, que no se efectivizó, que no logró la consecución de sus objetivos ya es otro tema.

Debe quedar en el pueblo la certeza de que el golpismo no cesará y que seguirá buscando la forma y el momento de cortar el proceso democrático, imponer un gobierno dictatorial, devolver privilegios a los sectores tradicionales, regalar o rematar la patria y revertir y anular los avances sociales, políticos y económicos llevados a cabo por el Proceso de Cambio.

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