Por La Época -.
Este 16 de septiembre empieza la ofensiva desestabilizadora contra el gobierno del presidente Luis Arce. Primero, con el anunciado bloqueo de caminos de una facción de la Federación Única de Trabajadores Campesinos de La Paz “Tupac Katari” y un día después con el inicio de marcha de la facción evista desde el municipio orureño de Caracollo. En el primero la consigna es clara: renuncia del Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional y adelanto de elecciones. En el segundo, el disfraz es una demanda de temas económicos en los que el Gobierno está trabajando, por lo cual en los hechos oculta dos objetivos estratégicos: el acortamiento de mandato de Arce y asegurar que el único candidato a la presidencia por el Movimiento Al Socialismo (MAS) –sigla en disputa– sea Morales.
Esta ofensiva antidemocrática se registra cerca de tres meses después del intento de golpe de Estado que un grupo de militares protagonizó el 26 de junio y que fue derrotado en pocas horas por la espontanea reacción de la población, el respaldo internacional y la firme posición del presidente Arce, quien salió junto a algunos de sus ministros a enfrentar al militar golpista.
Muy acertadamente el líder socialista desaparecido en los 80, Marcelo Quiroga Santa Cruz, establecía una diferencia entre golpe de Estado y golpismo. El primero se produce por la intervención de las Fuerzas Armadas en el marco de la doctrina de la seguridad nacional de los Estados Unidos. Dada la experiencia histórica podemos decir que es para colocar a un militar al mando del Estado o un civil, como ocurrió en 2019. En el segundo caso estamos hablando de fuerzas populares que por una errónea identificación del enemigo principal derrocan a un gobierno popular. En este caso, no es propio de una táctica y métodos propios de la historia de “los de abajo”.
Lo que está impulsando la facción evista es la táctica del golpismo, pues a pesar de su narrativa a la inversa en la que quiere dibujar al gobierno de Arce como de derecha y con alianza con los Estados Unidos, lo cierto es que el actual Gobierno es una molestia para la Casa Blanca por su relación con Rusia, China e Irán, por su compromiso con Cuba, Venezuela y Nicaragua, y por no haber cedido a las presiones para desconocer el triunfo electoral de Nicolás Maduro en las elecciones del pasada 28 de julio. Hay exmilitares en la facción evista que, por su formación por fuera de la izquierda, ven como normal esta táctica.
Es poco probable que los planes de los que desarrollan la táctica del golpismo se cristalicen. No es un interés general de la población lo que está en juego, sino el interés de una persona de ser candidato “por las buenas o por las malas”. El riesgo es que esa táctica genere un enfrentamiento de pueblo contra pueblo y que de eso saque provecho el imperialismo y la derecha para desencadenar un real golpe de Estado. Si eso ocurre la cabeza de todos rodará y se volverá a repetir la historia en la que las contradicciones profundas al interior del pueblo le ponen la alfombra para el ingreso de la derecha.
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