Este 2024 fue uno de los años más complicados para la economía boliviana en las últimas décadas, por diversos factores como la falta de divisas, la escasez de combustibles y una tasa de inflación que se acerca a los dos dígitos.
Por motivos externos e internos, el Gobierno de Luis Arce tuvo que rotar de incendio en incendio para evitar el desastre en las finanzas nacionales. A menos de un año de las elecciones generales, los próximos meses de gestión serán determinantes para el resultado de la votación.
Hacer un balance de la economía boliviana no puede desprenderse de los vaivenes políticos que acontecieron en el país latinoamericano en 2024. Fundamentalmente, destaca el enfrentamiento entre el expresidente Evo Morales (2006-2019) y Arce por el control del Movimiento Al Socialismo (MAS), pelea que trascendió lo privado y afectó directamente a la población, en dos bloqueos de carreteras encarados por sectores evistas que en total mantuvieron por más de 40 días incomunicadas a las principales ciudades.
En diálogo con Sputnik, la economista Roxana Azeñas consideró que la evaluación del año «es casi el balance de una gestión, porque ya está terminando el mandato del actual Gobierno. También está cerrando un ciclo que comenzó con el golpe (de noviembre de 2019), un ciclo en el que hubo demasiados cambios» en Bolivia y el mundo.
Para el analista Gabriel Campero, se debe tener presente que «esta ha sido una gestión muy compleja. Han existido varios hitos durante este año que casi termina. No han sido únicamente 24 días de bloqueo en octubre pasado: entre enero y febrero tuvimos otros 22 días de corte de carreteras por sectores evistas, que sumando nos dan cifras exorbitantes en pérdidas millonarias», dijo a Sputnik.
Según cálculos del Gobierno, los 46 días de bloqueo totalizaron 4.500 millones de dólares en pérdidas para los sectores público y privado.
«También se debe tener en cuenta que hemos atravesado una situación delicada por un intento de golpe fallido de sectores conservadores, a la cabeza de militares en este caso, en junio pasado», recordó el analista a tiempo de agregar que eso «afectó la imagen del país a nivel internacional en cuanto a su estabilidad social», lo cual no genera un panorama ideal para la llegada de inversiones.
Sin embargo, el país firmó dos contratos este año, cada uno con una inversión de más de 1.000 millones de dólares, para la explotación de litio en el salar de Uyuni. Uno de ellos corre por cuenta de una empresa de Rusia, el otro por capitales de China. Sumados a otros créditos estancados en la Asamblea Legislativa por los desacuerdos entre los legisladores de Morales y los de Arce, en total hay unos 3.000 millones de dólares que no llegan a ejercerse.
«Los créditos no son para gasto corriente, sino para proyectos que darían una inyección económica al Estado Plurinacional en empleos formales e informales. Se trata de proyectos cruciales para la economía boliviana», indicó Campero.
A pesar de tantas adversidades, el Gobierno logró incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) en un 2,6%, según el Ministerio de Economía. Hasta noviembre se registró una inflación del 8,8%, la más elevada en los últimos 16 años.
Escasez de combustible
En 2024 se sintió como nunca antes la escasez de combustibles y diésel, lo cual ocasionó ante las estaciones de servicio largas filas de camiones, buses y vehículos particulares, que durante varios días esperaron para cargar sus tanques. El presidente Arce aseguró que la causa de ello reside en que durante la última década «se descuidó la nacionalización» de los hidrocarburos, ya que no se hicieron las exploraciones necesarias para hallar nuevos pozos petroleros.
Ahora, la falta de hidrocarburos provoca un descenso en las exportaciones, por consiguiente, hay menos entrada de divisas, además de escasez de carburantes dentro del territorio nacional. Para subsanarlo, el Gobierno importa combustibles, pero tampoco sobran los dólares para la compra, tampoco para mantener el subsidio para la población boliviana, que paga menos de un dólar el litro.
«En el primer periodo del MAS no se realizaron las gestiones adecuadas para garantizar la continuidad en la dotación de hidrocarburos, tampoco se buscaron nuevos mecanismos para solventar el déficit que se generó por la caída de nuestras reservas de gas», advirtió Campero.
A esto se suma la pérdida de Argentina como mercado para la venta de gas, ya que ese país comenzó a proveerse con sus propios recursos del megacampo de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, en Argentina.
«El presidente intenta hacer en cuatro años lo que no se hizo en 14, mediante un programa de upstream agresivo, con más de 40 proyectos exploratorios para subsanar la caída de las reservas de gas, para abastecer y para tener ingreso de dólares», comentó Campero.
Desajustes
Azeñas sobre el panorama actual resumió que «no tenemos gas para vender ni ingreso de divisas, por ello las reservas internacionales caen y así presionan al tipo de cambio. Como resultado, se genera un tipo de cambio paralelo. El dólar oficial cotiza a 6,96 pesos bolivianos, pero en la calle se consigue cada dólar por 12 o 13».
Y agregó que «esto genera un problema en la economía interna porque es como si hubiera una devaluación de facto, ya que también sube el precio de los productos importados».
En los últimos meses, el Gobierno dio más facilidades a los empresarios para exportar su producción. Pero esta medida, según Azeñas, genera faltantes en el mercado interno. Puso como ejemplo los casos del aceite y del arroz.
«Si seguimos beneficiando al sector privado, obviamente van a aumentar las tasas de pobreza y de desigual», pronosticó.
Elecciones generales
El resultado de las elecciones de 2025 estará condicionado por la marcha de la economía en los próximos meses. Ante la actual coyuntura, varios políticos que tuvieron funciones en los 80 y los 90 se presentan hoy como la solución a todos los problemas.
Según Azeñas, si retornan a la presidencia «no van a salvar a nadie. Solamente van a hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Los modelos económicos que proponen, impuestos en el Consenso de Washington (1989), consisten en recetas que no han funcionado antes y no van a funcionar ahora».
Pero, en definitiva, si asumiera en Bolivia un Gobierno afín a Estados Unidos no podría realizar un ajuste tan grande como el que está en marcha en Argentina, patrocinado por el presidente Javier Milei. «Acá la gente se organiza y sale a luchar por sus derechos. Si están pensando que van a poder privatizar nuestros recursos, que es lo que más les interesa, me parece que no se están ubicando en que Bolivia tiene movimientos sociales que al menos se la van a poner muy difícil», dijo la economista.
Y recordó que en el Gobierno electo de Donald Trump será funcionario el empresario Elon Musk, quien en el golpe de 2019 declaró públicamente su interés por el litio boliviano.
Azeñas se mostró confiada en que «el proceso de cambio [iniciado en 2006] se debe abrir paso con el liderazgo de las organizaciones sociales. Por eso es necesario que actúen con conciencia y lucidez para conducir al país».
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