mayo 15, 2025

El legado de Francisco y los desafíos del papa León XIV


Por Frei Betto (Fraile Dominico)-.


El escenario que hereda el nuevo Papa –Robert Francis Prevost– está lejos de ser tranquilo. La Iglesia católica enfrenta innumerables desafíos internos y externos que le exigirán habilidad diplomática, coraje pastoral y capacidad de diálogo con el atribulado mundo actual.

Bajo el pontificado de Francisco aumentaron las tensiones entre sectores conservadores y progresistas dentro de la Iglesia. La creciente polarización del mundo reverbera en la barca de Pedro. Las críticas a su estilo pastoral y sus reformas provinieron de cardenales influyentes, grupos de laicos y teólogos. Esa división es un reflejo de la diversidad política y cultural que marca la coyuntura global. El Papa León XIV tendrá la difícil misión de preservar la unidad de la Iglesia sin sofocar la pluralidad de expresiones católicas.

El hecho de adoptar el nombre de León en la secuencia de León XIII (1810-1903), el Papa de la encíclica Rerum Novarum, la primera que abordó el tema de las relaciones laborales, demuestra su sensibilidad sobre las cuestiones sociales. Hay que considerar también que Prevost es agustino, discípulo de San Agustín, un filósofo pagano que se convirtió a la fe cristiana y se convirtió en un pilar de la teología. Buena parte de su actividad sacerdotal y episcopal transcurrió en Perú, lo que nos permite considerarlo el segundo Papa latinoamericano.

No obstante, la escasez de vocaciones sacerdotales, sobre todo en Europa y el continente americano, amenaza la sostenibilidad pastoral de la Iglesia en muchos lugares. A la vez, el envejecimiento del clero y la sobrecarga de las funciones pastorales dificultan la presencia efectiva de la Iglesia en innumerables comunidades. Eso reabre los debates sobre el celibato facultativo, la ordenación de mujeres y el derecho de las parejas homoafectivas al sacramento del matrimonio.

Tras 12 años de pontificado, el Papa Francisco dejó un legado marcante en la Iglesia católica y la coyuntura mundial, tanto por su abordaje pastoral como por sus posiciones ante los problemas contemporáneos. El primer Papa latinoamericano, el primer jesuita en el cargo y el primero en adoptar el nombre de Francisco –en referencia a San Francisco de Asís–, Jorge Mario Bergoglio, condujo a la Iglesia en tiempos turbulentos, marcados por crisis internas y profundas transformaciones sociales, políticas y ambientales.

Desde su elección en 2013 Francisco procuró una Iglesia más próxima a los excluidos y al mundo real. La opción preferencia por los pobres, el cuidado de la Creación, la crítica a la cultura del descarte y la defensa de los migrantes fueron sus marcas registradas. Encíclicas como Laudato Si (2015), sobre la ecología integral, y Fratelli Tutti (2020), sobre la fraternidad universal, revelaron a un Papa con sensibilidad global y conciencia de los desafíos éticos de la contemporaneidad.

En cuanto a la Iglesia, promovió reformas significativas en la Curia Romana, buscó una mayor transparencia financiera, castigó a un cardenal corrupto, simplificó estructuras administrativas. Adoptó una postura más pastoral en temas sensibles como la homosexualidad, los divorciados vueltos a casar y el papel de las mujeres en la Iglesia, aunque mantuvo la doctrina tradicional en muchos aspectos. Su estilo directo y desprendido, aliado al compromiso con la misericordia, revitalizó la imagen de la Iglesia de muchos fieles.

A pesar de los esfuerzos de Francisco para valorizar la presencia femenina en la Iglesia, crecen las demandas de un mayor protagonismo de las mujeres. El nombramiento de mujeres para cargos en la Curia Romana y la creación de comisiones para estudiar el diaconato femenino son pasos importantes, pero insuficientes. La misoginia es muy fuerte en la Iglesia. El nuevo pontífice enfrentará una presión creciente por avances concretos en esa área, incluso con implicaciones doctrinarias y eclesiológicas. Mientras tanto, los conservadores insistirán en sus viejos argumentos de que Jesús era hombre y no había ninguna “apóstola” en el grupo de los Doce…

El escándalo de los abusos sexuales sigue siendo una herida abierta en la Iglesia. Francisco dio pasos significativos para enfrentar el problema, como el motu proprio Vos Estis Lux Mundi, pero aún hay resistencia institucional y omisiones. León XIV necesitará mantener y profundizar políticas rigurosas de prevención, punición y apoyo a las víctimas.

El mundo multipolar y fragmentado requiere un liderazgo espiritual capaz de tender puentes: ese es el significado de la palabra “pontífice”. El pontificado de Francisco se destacó por el diálogo con el islam, el judaísmo y otras tradiciones religiosas, además de por sus llamados a la paz en conflictos como los de Siria, Ucrania e Israel. Prevost tendrá que cultivar ese papel diplomático y moral en un escenario global marcado por la xenofobia, el racismo, las guerras y el cambio climático.

Tal vez el mayor desafío del nuevo pontífice será mantener la vitalidad de la misión evangelizadora en un mundo cada vez más secularizado. La Iglesia necesita encontrar el lenguaje, las actitudes y las estructuras que le hablen al corazón de las personas de hoy, especialmente al de los jóvenes. Eso exige creatividad pastoral, apertura a la sinodalidad –proceso ya iniciado por Francisco– y valor para repensar formas de presencia y actuación en el mundo digital, las periferias urbanas y los contextos multiculturales.

Pienso que el legado más significativo de Francisco es el intento de devolverle a la Iglesia un rostro de ternura, sencillez y diálogo. En tiempos de crisis de autoridad y de pérdida de confianza en las instituciones, él insistió en que la misericordia era el nombre de Dios. León XIV no empezará de cero: tendrá ante sus ojos el testimonio de un pastor que, con sus limitaciones, intentó ser fiel al Evangelio en el corazón de las contradicciones del siglo XXI.


*       Cortesía del portal web Cubadebate –  https://www.cubadebate.cu

 

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