Desde que Donald Trump llegó a la Presidencia sus excesos verbales han sido cada vez más habituales, pero recientemente han comenzado a concretarse en medidas reales con amenazas y sanciones a varios países de América Latina.
El principal blanco de las diatribas de Trump es Venezuela, debido a que sostiene lo que él denomina un «régimen dictatorial». Así, en los últimos meses ha comenzado a implementar todo tipo de sanciones, la mayoría de ellas dirigidas al rubro petrolero, la principal fuente de ingresos de la nación latinoamericana. Además, el mandatario ha afirmado en varias ocasiones que «todas las opciones están sobre la mesa», dejando así la puerta abierta a una ofensiva militar.
Otro país diana frecuente de las críticas del magnate estadounidense es Cuba, a cuyo Gobierno Trump acusa de prestar apoyo al presidente venezolano, Nicolás Maduro. En este caso, en las últimas fechas se ha podido apreciar el endurecimiento de las sanciones: se han restringido los viajes a la isla o el envío de divisas, entre otras cuestiones.
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Con respecto a Colombia, sin embargo, existe una dualidad. Si bien es cierto que Trump critica frecuentemente al Gobierno de Iván Duque por su inacción ante el narcotráfico, lo cierto es que esas críticas hasta ahora no han ido acompañadas de ninguna medida coercitiva, puesto que parece ser un apoyo necesario para la Administración estadounidense en la región.
Mucho más duro se está mostrando el político de Washington con México y los países centroamericanos a cuenta del flujo migratorio irregular y las caravanas de migrantes que han llegado a la frontera estadounidense en el último año. A países como Honduras, Guatemala o El Salvador les ha retirado la ayuda económica. En el caso de México, ha dado comienzo una guerra de aranceles, que recuerda a la que también mantiene EE.UU. con China. El próximo lunes, si no se alcanza previamente un acuerdo, entrará en vigor una subida de tributos a los productos mexicanos importados, que comenzaría en el 5 % e irá progresivamente subiendo hasta alcanzar el 25 % en octubre.
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También podría resultar perjudicado el empresariado estadounidense, habida cuenta de que México es uno de sus principales socios comerciales. Además, muchos productores de EE.UU. tienen deslocalizada la producción en el país vecino o bien necesitan de sus materias primas.
El periodista Alberto Rabilotta afirma que ante esta situación «la comunidad internacional está silenciosa, es cómplice», aunque también opina que «no hay nada nuevo» en este tipo de política. «La historia de EE.UU. en América Latina está llena de golpes, asesinatos y bombardeos», explica el entrevistado, que hace hincapié en el hecho de que los migrantes que están llegando a la frontera estadounidense provienen de países centroamericanos que «sufrieron golpes de Estado y guerras provocados por EE.UU.».
También se muestra muy crítico Rabilotta con el silencio de la Unión Europea, que «en lugar de apoyar políticas de solución en el caso de todos los países latinoamericanos, se retiene y sigue considerando a Juan Guaidó como el representante, el presidente legítimo de Venezuela». Una posición que el periodista califica de «absurda».
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Además, el entrevistado cree que en el caso de México «Trump estájugando al factor electoral» y que su política tiene como objetivo «ganar los votos para las próximas elecciones». Sostiene que el político estadounidense ha tomado esta decisión «sin medir las consecuencias, como todo lo que está haciendo últimamente».
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