septiembre 13, 2024

La pandemia mirada con otros ojos


Por MARÍA BOLIVIA ROTHE *-.


En tiempos de coronavirus, ¿qué tienen en común Bolsonaro, Trump, Macron y Johnson?

La pregunta parece obvia, pero más allá de sus similitudes ideológicas como jefes de Estado, están sus comportamientos frente a la pandemia, lo que me hace pensar que el liberalismo de derecha solo puede tener adeptos entre seres que no conocen el respeto por la humanidad y han traspasado todas las fronteras de lo permitido, en términos de ética y decencia.

La Francia de Macron declaró la cuarentena en marzo, siendo que los casos empezaron en enero, mientras que Donald Trump mantuvo férreamente su campaña contra la cuarentena. Sus pretextos eran, como siempre, económicos, en tanto amenazaba una grave recesión. A la fecha, el avance del coronavirus en Estados Unidos parece imparable, más de 600 mil casos y 26 mil fallecidos.

De Reino Unido, no podemos decir menos, Boris Johnson, sordo ante la propia comunidad científica británica y europea, recién decretó cuarentena el 23 de marzo. Como en una película de terror, la ironía del destino hizo que, tres días después, tanto él como su ministro de Sanidad, Matt Hancock, contrajeran el virus, del cual milagrosamente salvaron, no sin antes haber favorecido irresponsablemente la propagación del coronavirus en Gran Bretaña que hoy llegan a 12 mil muertos.

En el cercano Brasil, el fundamentalista Jair Bolsonaro, en una perversa analogía con Jeanine Áñez en Bolivia, propuso plegarias, misas en los templos evangélicos e incubó un cruel negacionismo de la cuarentena. Brasil le duele a América del Sur, porque los números de enfermos y fallecidos aumentan exponencialmente; hoy hubo 204 nuevas muertes, haciendo un total de mil 736 y más de tres mil nuevos casos, haciendo un total de 28 mil 320 casos; la tasa de letalidad del Brasil oscila entre un 12% y 13%. Lo más grave de esto, es que en la ciudad de São Paulo, que es el epicentro de la pandemia, ya están ocupadas el 80% de las camas de terapia intensiva; para colmo, los datos oficiales no condicen con los datos de las proyecciones del instituto de epidemiología más serio de la región, el Fiocruz, cuyos científicos consideran que el número real de infectados y fallecidos podría ser 15 veces mayor que los datos oficiales, lo que, de ser cierto, significaría que Brasil superaría a Estados Unidos en número y gravedad de la pandemia.

Bolivia no está mejor; hoy en día, los números no son claros. El flamante Ministro de Salud (un clínico que pasó toda su vida profesional trabajando en la medicina privada, dueño de una clínica y perteneciente a la burguesía médica liberal boliviana), ha presentado un plan de trabajo en días pasados, que la única diferencia que tiene con su antecesor, es el orden de las filminas, debido a que carece de la más elemental información epidemiológica que permita hacer una somera estimación de la situación real de la pandemia de manera seria y científica; y qué podemos decir del ministro saliente, Aníbal Cruz, que haciendo futurología, irresponsablemente, pretendió pintar un panorama sanitario parecido al Apocalipsis.

Así las cosas, la pandemia permite comprobar, además de los hechos meramente sanitarios, que de la manera que un gobierno la asume y la combate, refleja su carga ideológica con relación a la salud y al bienestar de las personas. Gobiernos progresistas, con alto sentido social, que cuidan a su pueblo, han asumido medidas adecuadas y oportunas y van camino a ganar la batalla; gobiernos displicentes, que privilegian la economía antes que el capital humano, enfrentan tragedias sanitarias de magnitud o van camino a enfrentarlas.

Otra lección es que el único camino hacia la superación de la pandemia es la capacidad de intervención oportuna y colectiva del Estado, a través de una medicina social de servicios públicos que la pandemia ha puesto en evidencia como empobrecidos e insuficientes, pero que, con medidas claras y valientes, se convierten en el centro de la esperanza, donde se resuelven los casos y se lucha contra el virus.

Nunca como ahora se deja en indiscutible evidencia que la salud de los pueblos debe ser, como reza textualmente la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia (CPE), la primera prioridad financiera y alta responsabilidad del Estado. Hoy en día, con el coronavirus, esta verdad se ha enrostrado en la cara de casi todos los gobiernos del mundo, desnudando la verdadera capacidad de sus servicios sanitarios y demostrando con una contundencia pocas veces vista, la absoluta necesidad de invertir en salud que es, como siempre lo dijimos por generaciones los que estamos metidos en esta pomada, cuestión de vida o muerte.

Ahora queda la esperanza y debemos aferrarnos a ella; la esperanza de que esta pandemia sea vencida; que entendamos que el enemigo común es el virus y no las personas y que, si no recogemos las lecciones que tan amargamente estamos aprendiendo, no habrá servido de nada este largo y triste tiempo de sacrificio colectivo y dolor mundial. Se hace imperativo cambiar nuestro sentido común; entender que el poder económico es vacío si no está acompañado de medidas sociales y sanitarias que respalden y fortalezcan lo económico. Cuba y China lo han demostrado.

Les dejo, a manera de reflexión, este último párrafo que copio textual y que es de un compañero columnista que la acuña desde París, donde ve de cerca la catástrofe y que fue publicada en un matutino argentino:
“…Lo que ha caído es la legitimidad de la mecánica criminal del liberalismo sin regulaciones, la lógica del estrangulamiento de los servicios públicos y la ficción de que en Occidente había un imperio o imperios con capacidades racionales que nos superaban en mucho. La perversidad política de sus dirigentes nos está diciendo que la reconstrucción de nuestras sociedades y nuestras soberanías están condicionadas por un redescubrimiento del sur desarrollo. Está pendiente su reinvención: los especímenes más nefastos están en los países de Occidente, en cuyos espejos anhelamos reflejarnos algún día. Regresemos al sur, al sur desarrollo, a la cooperación mundial sin sometimientos. En el sur desarrollo hay tierras, culturas plurales, riquezas, innovación humana y libertad”.

Gracias Febbro. Me suscribo totalmente y deseo que todos lo hagan.


* Médica salubrista

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