Por Esteban Ticona Alejo * -.
En estos tiempos del Covid-19, en varios países de nuestra gran Abya Yala o América, incluida el Caribe, se han denunciado formas perversas de usufructuar con la pandemia; mejor dicho, maneras de robar, aprovechando las circunstancias de la emergencia sanitaria. Nuestro país no ha sido la excepción, bajo el paraguas de la “reconquista de la libertad” de los políticos/as “pititas”, se ha instaurado y se ha organizado formas atroces de la práctica humana, como fue la delincuencia política organizada en el gobierno de facto de Jeanine Áñez.
A raíz de algunos hechos dolosos en pleno esclarecimiento, como el “blanqueamiento” de dinero del exministro Arturo Murillo y sus seguidores, descubierto en su adorado Estados Unidos; o la supuesta condonación de deudas del Estado a actual gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, cuando este ejerció a distancia el poder con Áñez.
Preguntamos, ¿qué es el Estado para estas élites locales? ¿Qué es el Estado Plurinacional para estos políticos retrógrados? Muchas investigaciones históricas y sociológicas nos muestran lo difícil que es caminar para estos grupos del Estado colonial, republicano, al Estado Plurinacional. En otras palabras, continúan confundiendo la cosa pública con la tenencia privada. Incluso, en lo privado, ¿es permitido alguien que se robe o se auto robe? A pesar de que dicen ser modernos, y hasta muy liberales, su pensamiento y sus acciones siguen siendo arcaicos y coloniales, como el de sus abuelos hacendados, los que, a costa del pongueaje y formas de servidumbre social, se apropiaron de las riquezas en este país.
A pesar de que nacieron aquí, sus prácticas continúan siendo las del extranjero colonizador y siniestro, quieren seguir explotando a fuerza de formas de violencia y chantaje y el entrelazamiento con la política, sea mediante logias o simplemente agrupaciones que hoy se denominan ciudadanas, plataformas, entre otras, que no son más que formaciones clasistas y racistas.
No lejos de estas prácticas está la iglesia, particularmente la católica, que a nivel institucional aún se siente parte del Estado, cuando ya somos un Estado laico. No hay otra explicación de cómo se empoderaron en los días del golpe de Estado de noviembre de 2019. Además, propiciaron la presidencia de Áñez, favoreciendo diálogos de conjura en la Universidad Católica en la ciudad de La Paz. Muchos estudiantes de varias carreras fueron obligados a marchar a favor de los/as “pititas”. Que desmientan si no es cierto.
En estos tiempos, cómo ensanchan su capital a costa de formas de malversación, tanto Murillo, Camacho y otros similares. ¿Con esas prácticas del robo descarado y chantaje fundaron sus empresas? ¿Este es el legado que se quiere dar a las nuevas generaciones? ¿Esta práctica del pillaje es el espíritu de la democracia y la libertad que tanto pregonan? Hoy los/as “pititas” electos/as como autoridades departamentales, no tienen vergüenza de justificar lo injustificable. Lo que está claro es que el capitalismo, a nivel mundial y nacional, en su versión más real, no es más que una forma de acumulación de riquezas despojando –que en teoría se llama explotación– plusvalía o trabajo excedentario de los necesarios.
A pesar de la vergüenza nacional sobre el caso Murillo, aún hay políticos que valoran a la Justicia estadounidense por haber detenido al exdictadorcillo. Atribuyen una Justicia justa, cuando de por medio esa Justicia ya negoció, ya transó, con el delincuente para aminorar los años de cárcel. ¿A cambio de qué se hizo esa negociación? Seguramente Murillo acumuló mucha información de los contrarios al sistema capitalista o sobre nuestras riquezas. Posiblemente, en el fondo de ese pacto esté la traición a la patria, por delatar información confidencial. ¿No dirán una sola palabra sobre estos últimos hechos los políticos y supuestos defensores de la democracia?
* Sociólogo y antropólogo.
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