
Por Camila Ugalde *-.
A la luz del día de la Madre Tierra que se ha recordado este 22 de abril, en un contexto de crisis climática, ecológica y civilizatoria, es cada vez más apremiante acercar el análisis y debate económico al ecológico. Y en ese sentido se hace importante abordar, tras el intento fallido de restauración neoliberal de 2020, el discurso sobre el modelo de desarrollo cruceño como el “más eficiente” para garantizar el crecimiento económico.
American Dream made in Santa Cruz
El llamado sueño americano como un dispositivo del imperialismo cultural resume una narrativa de la utopía del libre mercado, un conjunto de promesas de prosperidad, oportunidades y movilidad social que ha funcionado como el relato que acompañó la expansión del modelo neoliberal. Que Estados Unidos sea el principal responsable histórico del cambio climático es razón suficiente para desmontar su proclamada eficiencia en el desarrollo, claro, en un sentido más amplio e integral de este concepto.
Desde Santa Cruz se publicita el modelo de desarrollo económico cruceño como un ideal de crecimiento fundado en la libertad, la capacidad de emprendimiento y las oportunidades que brindan las élites cruceñas a las y los migrantes de Occidente. En lo real, esta llamada “libertad” se refiere más bien a la ausencia de control y regulación del Estado sobre la explotación, apropiación y acumulación de valor de la naturaleza y del trabajo humano. Esta añoranza republicana ha venido adoptando la forma del discurso autonomista o federalista en la esfera política en los últimos años.
En 2021 el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), como brazo técnico de la oligarquía cruceña, publicó el libro Modelo de desarrollo cruceño: factores y valores que explican su éxito, donde pretende exponer los factores de producción: tierra, capital y trabajo. Como mencionó ya otro autor, “el libro puede resultar mucho más interesante por ‘lo que no dice’” [1].
Capital, ¿privado o público?
El IBCE busca sostener la eficiencia de la inversión privada en contraste con la pública. Esto difiere con otras investigaciones sobre el impacto de la inversión pública (en infraestructura, producción y medidas sociales) en el crecimiento del PIB departamental [2]. Otros elementos dejados de lado son la permanente subvención de los hidrocarburos, los perdonazos de impuestos en la década de 1990 y los créditos blandos determinados por el gobierno nacional para auxiliar al sector. Poner estos elementos sobre la mesa de debate permiten desmitificar la inversión privada como única precursora del desarrollo social en el departamento y abre la puerta a preguntarnos: ¿cómo puede repensarse la inversión pública en tierras de vocación productiva, garantizando la seguridad alimentaria con soberanía, en armonía con los ciclos de producción y reproducción de la naturaleza?
Trabajo, ¿explotación u oportunidades?
La riqueza es creada por el trabajo productivo y reproductivo de los componentes humanos y no humanos de la Madre Tierra. Es decir, la jornada laboral de ocho horas de hombres y mujeres, sumada a la doble e incluso triple jornada de las mujeres que posibilita la primera, más las funciones ecosistémicas que viabilizan la producción agropecuaria. Esto es completamente invisibilizado en la descripción de un modelo que se muestra a sí mismo como “generador de empleo”, sin describir la calidad del mismo.
Si bien el texto reconoce los flujos migratorios a partir de la marcha al Oriente para explicar el peso poblacional específico del departamento, no aborda las condiciones diferenciadas de las y los sujetos políticos en los distintos momentos de migración y cómo estas repercuten hasta hoy en la estratificación social. En este sentido, un modelo que incorpora la sustentabilidad como elemento fundamental para además proteger los derechos de las y los trabajadores, tendrá que recoger la complejidad y pluralidad de las formas de organización, trabajo y cuidado que consienten ciertos equilibrios entre las fuerzas de trabajo mencionadas.
Tierra, ¿fuente de poder económico y político?
En Santa Cruz, la acumulación de capital pasa necesariamente por el proceso de acaparamiento de tierras y su extranjerización. Aunque la soya aporta al PIB con 14% y ocupa el primer lugar de las exportaciones no tradicionales, se encuentra controlada cerca de un 60% por productores de origen extranjero [3].
El origen de la tenencia de tierras en el Oriente boliviano no es ni mencionado por el documento del IBCE, misma que está relacionada con la importante entrega a los grandes propietarios por el Gobierno de Banzer. No es por tanto casual que otro gobierno de facto (2020) haya favorecido a la familia Marinkovic, cediendo los predios de Laguna Corazón, además de otras tierras en la provincia Guarayos y la provincia Chiquitos [4].
Resalta la ausencia absoluta de una evaluación técnica de sostenibilidad del uso de recursos y de los procesos ecológicos que los sostienen. Este vacío pone en evidencia que más allá de entenderse la tierra como un factor de producción o componente fundamental de la Madre Tierra, es la base del poder político en Santa Cruz el espacio donde más claramente se disputa el modelo neoliberal, encarnado en los grandes propietarios, frente a la propuesta de un Estado Plurinacional con una distribución más justa y equitativa del derecho a las bases materiales para la producción, tierra y territorio.
Mientras que las investigaciones que abordan los impactos sociales y ecológicos del agro cruceño se limitan a los elementos próximos como la deforestación, la erosión de los suelos, la pérdida de biodiversidad, el uso de paquetes industriales de transgénicos; dejan de lado el análisis sobre las limitaciones estructurales del modelo per se, en cuanto a su viabilidad a largo plazo. La discusión de fondo tendría que enfocar cuánto de mito tiene un modelo “cruceño exitoso”, cuánto de expropiación de los derechos colectivos tiene y cuánto aporta a los procesos de explotación del trabajo humano, y del patrimonio natural y la Madre Tierra.
- Bióloga, ecosocialista militante del Proceso de Cambio.
1 https://www.lostiempos.com/actualidad/opinion/20220407/columna/modelo-desarrollo-cruceno
2 Alvarado, Luis. El impacto de la inversión pública en el producto interno bruto del departamento de Santa Cruz periodo (2000-2014). UMSA, La Paz, 2016.
3 Romero, C. La Tierra como fuente de poder económico, político y cultural. WGIA, ISBOL, Santa Cruz de la Sierra, 2008.
4 https://www.lostiempos.com/actualidad/economia/20201127/fundacion-tierra-muestra-resolucion-que-adjudico-predios-familia
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