Por Soledad Buendía Herdoíza * -.
El pasado domingo 5 de febrero Ecuador fue a las urnas para elegir autoridades locales, donde el triunfo de la Revolución ciudadana refleja en un análisis serio las variables no controladas como la cultura, los modos pautados de pensar y sentir, las tradiciones y los valores que pesaron de manera importante al momento de votar.
Es también una reivindicación frente a la persecución y proscripción política de los últimos años. Los resultados confirman el reconocimiento de los logros alcanzados en el gobierno progresista de Rafael Correa, contrastados con el desgaste de las políticas neoliberales que han destruido las condiciones de vida de la población. Los niveles de desempleo, la inseguridad y la desesperanza le dijeron “No” a la enmienda constitucional por la vía del referéndum que fue presentada por el banquero presidente Guillermo Lasso.
La negativa de la población frente a las ocho preguntas fue un rechazo a la gestión gubernamental y al modelo de desarrollo que privilegia al capital y sus intereses particulares sobre el ser humano.
La Revolución ciudadana se fue para volver y lo hace con fuerza, triunfa en Quito, centro político y capital de la República, y en las cuatro provincias más pobladas e importantes. La ganancia en Guayaquil y Guayas, simbólico bastión de la derecha, cambia la correlación de fuerzas a nivel nacional.
La respuesta de la gente en las parroquias, cantones, provincias y territorios es de esperanza y de hartazgo frente al odio, estigmatización y polarización sembradas en los últimos años.
El pueblo ecuatoriano escribió con su voto un camino para el regreso de la segunda ola progresista en América Latina.
El reto que tiene la Revolución ciudadana es complicado, las autoridades electas no pueden equivocarse, deben hacerlo bien y muy bien, mantener su contacto con la gente para responder sus expectativas con acciones concretas en los 100 primeros días. Del festejo a la acción, la exitosa estrategia de campaña debe seguir fortaleciendo el transitar sin dejar de afirmar, sin lugar a duda, que el gran elector es y será Rafael Correa.
Nuevos vientos soplan en Ecuador: desde abajo y a la izquierda se recupera la patria, las causas de la gente, sus preocupaciones, sus sueños y sus derechos.
Ecuador vuelve y lo hace con fuerza para quedarse.
* Asambleísta ecuatoriana.
Rafael un gran genio y líder que debemos seguir su ejemplo de constancia y perseverancia.