Por-. Luis Manuel Arce Isaac
Ciudad de México-. Hace alrededor de cuatro años, ni siquiera aventureros y audaces usureros del mundo de las finanzas hubiesen arriesgado un centavo en el peso mexicano y hoy se lamentan de no haberlo hecho porque es una de las monedas más confiables del mercado.
Es asombroso que desde la toma de posesión del presidente Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre de 2018, el peso mexicano lograra una estabilidad nunca conocida en su valor de cambio.
Esto, a pesar de situaciones tan devastadoras como la crisis económica sistémica del capitalismo que llevó a la bancarrota al sistema neoliberal global, y una prolongada pandemia que activó la inflación universal ya presente.
Derivado de una política internacional agresiva, sorda a advertencias y peligrosa por Washington, pero como expresión lacónica de una posición defensiva por el debilitamiento del sistema, el dólar enseña su agotamiento como nunca desde 1973 cuando abandonó su respaldo en oro, y eso ha puesto a temblar a las economías que dependen del billete verde, incluidas las europeas.
Desde la segunda mitad de 2022, pero en particular en lo que va de 2023, el signo monetario estadounidense -y de facto internacional-, semeja el saco que los boxeadores apuñetean en su entrenamiento. Todos les están dando golpes, y fuertes.
La referencia en el continente es el peso mexicano, el cual gana preponderancia en el contexto del acuerdo comercial trilateral con Canadá y Estados Unidos, conocido como T-MEC.
Beneficia al país más que lo imaginado por sus dos socios cuando admitieron eliminar el anterior Tratado de Libre Comercio (TLC) que destruyó incluso a la planta productiva industrial de México al subordinarla a la de Estados Unidos.
En Europa, que se va convirtiendo en el epicentro de la explosión del dólar, el mercado monetario y financiero está en ascuas por las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos, y las acciones defensivas de la Reserva Federal al avalar y propugnar sanciones a Rusia y otros países por la guerra en Ucrania.
SANCIONES A RUSIA Y DEBILIDAD DEL DÓLAR
La debilidad de la moneda estadounidense llega a tal extremo que la propia Secretaría del Tesoro admitió el 17 de abril, en una nota informativa, que dichas sanciones pueden «socavar la hegemonía del dólar».
Pero ni reparó en el daño que ello pueda ocasionar a países cuyas economías operan con él, pues «el dólar se usa como moneda global, por lo que para otros países no será fácil encontrar una alternativa».
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, dijo en entrevista de prensa que las sanciones económicas contra Rusia y otras naciones ponen en peligro el estatus del dólar estadounidense como moneda global porque estos países buscan una alternativa, sobre todo por parte de Moscú y Beijing.
Sin embargo, el presidente de México dijo en una reciente conferencia de prensa matutina que una crisis financiera por debilitamiento del dólar no tendrá lugar antes de las elecciones presidenciales del año entrante.
Y descartó afectaciones al peso mexicano, a pesar de que sus reservas internacionales están basadas en el dólar, un papel moneda que llena los estantes del banco emisor. Aunque el peligro de afectación es real, no lejano, a pesar de que el mandatario lo desestimó, y no tan solo por una mayor debilidad del dólar, sino también por el criticado desempeño económico de Estados Unidos, tan afincado en el presupuesto militar que no aporta al desarrollo.
ENORME GASTO MILITAR NO LO FORTALECE
La preocupación del gobierno de Estados Unidos es que la guerra en Ucrania, a pesar de las enormes ganancias obtenidas por el Complejo Militar Industrial, no le reporta los beneficios calculados cuando iniciaron la campaña para propiciar y agravar el conflicto armado.
Por el contrario, estimularon el fortalecimiento de las relaciones Moscú-Beijing y de sus monedas respectivas, al establecer Rusia y China sus transacciones libres del dólar y el euro.
Los expertos estadounidenses y europeos, como los de Acorn Macro Consulting -una compañía de investigación macroeconómica con sede en el Reino Unido-, ya ni siquiera ocultan un retroceso global de Estados Unidos y sus aliados del G-7, cuya aportación a la economía mundial está por debajo del grupo Brics, y pronostica que la brecha aumentará.
El gasto militar no juega esa función, al contrario, porque la distribución del capital que genera no es universal y se concentra casi exclusivamente en Estados Unidos. La “ayuda” a Ucrania es mínima en efectivo y no llega al ciudadano, y la militar se convierte en chatarra en horas sin aportar más que muerte.
BRICS, UNA SOMBRA NEGRA PARA EEUU Y EL G7
La contribución del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) al crecimiento económico mundial aumentará, mientras que la del G7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, más la Unión Europea) seguirá disminuyendo.
En ello coincidió Bloomberg con los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicados a finales de marzo.
La situación provoca una importante disminución de la presencia del dólar en el mercado mundial, porque los países del Brics trabajarán con sus propias divisas, sin el billete estadounidense, y a favor de los signos chino y ruso.
Para 2028 el porcentaje del Brics aumentará al 33,6 por ciento, comparado con el 31,6 en 2022, mientras que el del G7 disminuirá al 27,8 en comparación con el 30,4 del año pasado, según cifras del FMI.
El Fondo Monetario Internacional admite en su informe de marzo, que entre 2023 y 2028 la contribución de China al crecimiento económico global será dos veces superior a la de Estados Unidos. Incluso el índice de la India también superará al estadounidense con el 12,9 por ciento en comparación con el 11,3 del año pasado.
MUERTE DEL UNIPOLARISMO
Desde el punto de vista estratégico, la pérdida de la supremacía del dólar sería la prueba irrefutable de que el mundo unipolar fenece y con su liquidación arrastra a las catacumbas el tipo de globalización instaurado en la segunda mitad del siglo pasado que dio vida al ya caduco modelo económico neoliberal.
De hecho, y es lo que más nerviosa pone a la cúpula gobernante de Estados Unidos, demócratas o republicanos, se abre también un nuevo tipo de multilateralismo sin hegemonías como las actuales, reflejo de un cambio de época en ebullición.
Aunque es muy difícil de pronosticar qué y cómo será lo nuevo, siempre queda la esperanza de que un mundo mejor es posible. Que ese presunto sistema socioeconómico surgirá sobre la base de un nuevo tipo de relaciones sociales de producción, parece que no genera dudas entre los entendidos.
Algunos afirman que asociaciones como el Brics y el propio G7 marcan una división internacional del trabajo en bloques no necesariamente regionales o geográficos, sino por el modo de producción, pero apenas la humanidad está de manera incipiente en los prolegómenos de un cambio radical.
LO TRASCENDENTE ES EL AHORA
De ahí que lo trascendente sea la actualidad, como indicaron el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva -en su visita a Beijing- y su anfitrión, Xi Jinping, pues a escala política, el tema inmediato es el acuerdo de paz y la colaboración, lo cual empezaría por un arreglo negociado en Ucrania y la aceptación de una multipolaridad constructiva.
Es justo que en las esferas políticas y económicas de Estados Unidos haya preocupación por los acercamientos de Rusia y China, por un lado, y de esta última y Brasil por el otro, y que los tres coordinen con India estrategias a largo plazo dentro del Brics porque, en cuanto a las finanzas, su centro es la desdolarización de las actuales relaciones económicas internacionales.
Al hablar del Brics, se hace referencia a un bloque económico, comercial y financiero gigantesco, y con una influencia cada vez mayor sobre el resto del planeta. Sin embargo, no se constituye sobre la base de hegemonismo, sino de la multipolaridad, la cooperación y el plano de igualdad. He allí la diferencia con el G7 y el enorme atractivo.
Para América Latina y el Caribe, el Brics está diseñado a fin de ser el epicentro del comercio mundial, y la vía más expedita con vistas a compartir, en plano de igualdad, sus intereses sin temor de ser engullidos por los más grandes. Es también una forma de liberarse del grillete del dólar.
El momento resulta trascendente. Al depender técnicamente de la fortaleza de la economía de Estados Unidos, los países tenedores de dólares ya no estarían obligados a acumularlos para desarrollar sus actividades comerciales y lo más conveniente sería salirse de ese círculo de influencia, aunque hasta ahora no lo lograron.
Para México, por ejemplo, es imposible hacerlo, a pesar de la fortaleza de su moneda nacional, el peso.
«Si el dólar dejase de ser la divisa de referencia mundial, Estados Unidos perdería el derecho a imprimir dinero para pagar su deuda y esto crearía problemas a la hora de pagarla», advirtió Rafferty Capital Markets.
El euro podría aprovechar esa coyuntura para ganar en preponderancia a pesar del abandono de Reino Unido de la Unión Europea, pero está demasiado comprometida con Estados Unidos y de nueva cuenta con la OTAN, y a la larga se pronostica sean los más perjudicados de los errores de Washington por la alta subordinación a la política exterior de ese país.
A pesar de ser de base económica y financiera, la cuestión de fondo de una posible desdolarización tiene una connotación política estratégica atinente a todo el sistema capitalista.
Un abandono del billete verde como moneda de reserva internacional ineludiblemente será consustancial con una pérdida de liderato de Estados Unidos en el mundo, el cual ya está en precario desde la presidencia de Donald Trump (2017-2021).
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