
Por Luis Oporto Ordóñez *-.
El 17 de agosto del presente año el Dr. Jesús Egüez Rivero, rector de la Universidad Autónoma de Beni José Ballivián, recibió en calidad de donación la portentosa biblioteca y hemeroteca de la colección privada del ingeniero Rodolfo Pinto Parada, de manos de la hija del ilustre investigador, la arquitecta Claudia María Pinto Chavarría. Se puede calificar ese hecho como una proeza cultural, concretada gracias a las gestiones del Dr. Egüez con la familia de Pinto Parada, lo que expresa la generosidad y sensibilidad de la familia Pinto Chavarría, que tenía bajo su custodia ese invaluable legado bibliográfico-documental, esencial para comprender la historia, el presente y el futuro del Beni.
Rodolfo Pinto Parada fue un patriota, pues antepuso siempre a Bolivia en su ideario. Es a la vez un patricio del pueblo beniano, al que entregó su existencia. Nació en Trinidad el 13 de noviembre de 1940. Falleció en Guayaramerín el 20 de septiembre de 2019. Estudió Ingeniería Civil en la Universidad Técnica de Oruro (UTO), se destacó en el estudio de la cultura, la historia, la antropología y la arqueología y cultivó la literatura beniana. Integró el Club Internacional Norberto Galdo Ballivián y fue miembro de número y presidente de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos del Beni.
El ingeniero Hugo Padilla considera a Pinto como “el pionero de la construcción de caminos con tecnologías nuevas”, impulsando el camino Trinidad-Puerto Almacén (1965), “después se trasladó a Loma Suárez y a otras poblaciones, con una gestión brillante en el SNC hasta 1980”. Memo Hurtado acota que “como ingeniero civil, la obra que le marcó la vida y a la que le puso su juventud fue la construcción y pavimentación de la carretera Santa Cruz-Trinidad, primero como supervisor de Cordebeni y luego como fiscal de obras del tramo Casarabe-Puente San Pablo”. Asimismo, protagonizó la defensa cívica beniana frente a Santa Cruz del 3% sobre el 11% de las regalías petroleras y en el problema limítrofe con Cochabamba. “Son luchas en las que Fito Pinto fue actor en primera línea”, aseveró Hurtado.
Su obra intelectual, que versa en el género de la novela histórica, recoge su experiencia como ingeniero de caminos y escritor. La labor caminera desde Cochabamba está descrita en Rumbo al Beni (1978); los esfuerzos de vertebrar el Beni con los Andes en Arreando desde Mojos (1983); los estudios de arqueología del río Mamoré de Keneth Lee en Un pueblo de leyenda (1987); la cosmovisión aymara en Los espíritus andinos (1998); la carretera Trinidad-Santa Cruz, con 600 km, proeza que empieza en 1974 y culmina el 2001, en Camino encantado (2005); en tanto, Narasaquije: 20 lecciones de historia del Beni (2001) “concentra toda su esencia como escritor: práctico, conciso, sin palabras rebuscadas y ameno”; en Don Teddy (2010) analiza y describe la evolución urbana de Trinidad. Finalmente, con Arnaldo Lijerón (1947-2017) escribió la Historia de la ciudad Santísima Trinidad: el pueblo que nació en una loma milenaria del Gran Mojos, a orillas del Mamoré (2011). Su obra integra la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBC), con la que se inmortaliza.
Fito Pinto fue uno de los más grandes bibliógrafos del Beni. Memo Hurtado afirma que “tuvo uno de los oficios más nobles que se puede tener: ser un documentalista y forjador de la biblioteca temática sobre autores benianos más completa del Beni”.
La biblioteca de Fito Pinto es, a la vez, un santuario, pues allí todo se conserva con rigor por su alto valor heurístico. Sus dos mil 700 volúmenes podrían dar a suponer que se trata de una biblioteca pequeña, pero la mayoría de esos ejemplares –títulos agotados o únicos en su género– fueron adquiridos con paciencia benedictina durante cinco décadas hasta formar un repositorio bibliográfico especializado, esencial para comprender la historia de la región oriental de Santa Cruz, y amazónica de Beni y Pando. Valor superlativo tiene su hemeroteca, cuyos títulos encuadernados en pasta dura la hacen única, pues recogió de forma sistemática todo lo que publicó en Beni. Son una especie de incunables bolivianos que no se encuentran ni en las mega bibliotecas del Primer Mundo. A su biblioteca le faltaban tan solo 30 títulos para que sea completa.
Uno de sus tesoros es El corazón de la América meridional, escrita por el excéntrico naturalista Marius del Castillo, quien confiesa: “errante pasé 14 años en repetidos vuelos sobre las llanuras de Moxos, cuál si hubiera sido un satélite vagabundo, tuve por órbita predilecta ese departamento, al que me era forzoso, como atraído por una fascinación subconsciente, de volver… para embarcarme cual nauta aventurero en el bajel de la quimera”. Luis Mérida Coimbra lo califica como el “Marco Polo del siglo XX, compañero, discípulo y continuador del sabio Nordenskiöld”. Marius del Castillo logró que la prefectura del Beni dispusiera cuatro mil pesos para la impresión de su obra. El autor viajó a Barcelona logrando verla impresa en 1929, pero el precio triplicó la suma inicial. El autor retornó a Bolivia dejando como rehenes en España los 997 ejemplares restantes, que se perdieron irremediablemente al haber sido la imprenta destruida en un bombardeo, durante la Guerra Civil. Uno de los ejemplares sobrevivientes lo entregó a la Biblioteca de la Universidad Gabriel René Moreno y ya en la vejez llevó a Caracas los otros dos ejemplares, obsequiando uno al cónsul de Bolivia, por la colaboración que le prestó en momentos de necesidad. Años más tarde, Fito Pinto visitó al director de la Biblioteca Central de la universidad cruceña narrando la curiosa historia libresca y pidió en préstamo el ejemplar para hacer una fotocopia destinada a su biblioteca particular, solicitud negada por el ilustre Hernando Sanabria. Pinto confesó sus tribulaciones al escritor Mariano Baptista Gumucio, quien en un viaje que hizo al Beni le llevó un inusual obsequio que estuvo a punto de provocarle un ataque cardíaco: la obra de Marius del Castillo.
La portentosa Biblioteca y Hemeroteca de Rodolfo Pinto Parada ahora es custodiada por la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma del Beni José Ballivián, gracias a la visionaria gestión del rector Jesús Egüez y la sensibilidad de la familia Pinto Chavarría, que llegó desde los Estados Unidos con ese fin expreso.
- Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.
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