Por La Época-.
En la noche del miércoles el presidente Luis Arce pronunció un mensaje claro a la población, esperanzador, contundente y pleno de autoridad. Señaló: “exigimos el levantamiento inmediato de todos los puntos de bloqueo para el restablecimiento de la normalidad en nuestro país. De no escuchar este clamoroso pedido del pueblo boliviano, nuestro gobierno elegido democráticamente, con más del 55% de los votos, ejercerá sus facultades constitucionales para precautelar el interés del pueblo boliviano. Los intereses de una persona no estarán nunca sobre el bien común”.
Dos días más tarde un nutrido contingente de las fuerzas del orden, en el marco del Plan Recuperando la Patria –como lo llamó el titular de Gobierno, Eduardo Del Castillo–, logró despejar la carretera en la localidad de Parotani, uno de los puntos más sensibles del bloqueo tendido por el expresidente Morales y sus seguidores.
Los bloqueos de caminos, prolongados por 19 días, han estado caracterizados por altos niveles de violencia por parte de los movilizados, quienes junto con arremeter contra la población civil agredieron cruelmente a trabajadores de la prensa y golpearon a un policía desarmado, como confirma un video viralizado en redes sociales. Además ha tenido un alto costo económico para el país, afectando importaciones, exportaciones, flujo de combustibles, alimentación, entre otros rubros, cifras que, según algunos dirigentes gremiales, se sitúan en alrededor de mil 600 millones de dólares en pérdidas, aunque aún está por corroborarse esto último.
Otra característica ha sido el sectario e interesado petitorio del evismo: 1) Renuncia del Presidente y el Vicepresidente del Estado Plurinacional; 2) Reconocimiento del Congreso de Lauca Ñ; 3) Reconocimiento de la candidatura presidencial única de Evo Morales; 4) Anulación de las causas judiciales abiertas contra Morales por presuntos casos de estupro y trata y tráfico de personas. Cuatro razones que impidieron a la ciudadanía simpatizar con los movilizados.
Es por ello que el mensaje y la decisión presidencial surtieron efecto inmediato, derrotando de manera contundente y sin lamentar muertes a los bloqueadores, correspondiendo a la petición de la inmensa mayoría de bolivianos que solicitaban al Gobierno hacer valer el Estado de Derecho, garantizar el libre tránsito y el respeto a los Derechos Humanos.
La victoria del Ejecutivo es momentánea, ha conseguido hacerse respetar y aislar a los sediciosos y aventureros que inclusive se atrevieron a asaltar un retén y tomar como rehenes a oficiales y suboficiales del Ejército. Pronto la justicia dará su veredicto al respecto. Por el momento, se abre un nuevo capítulo con Morales entrando en huelga de hambre y pidiendo, patéticamente, entablar un diálogo, mismo que rechazó por más de dos semanas. Tarde o temprano tendrá que comparecer ante los tribunales de justicia por los delitos que se le imputan; como haría cualquier ciudadano de bien. Su persistencia en incendiar el país ha demostrado ser mezquina, impopular e inviable.
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