enero 15, 2025

Sergio Antezana: la guitarra

Una noche, entre semana, acompañados de unas cervezas, nos encontramos con Sergio Antezana. Me contó sobre su carrera en la música como trovador, como rockero, sobre sus discos, su infancia, compartió algunas anécdotas, todo muy interesante. Me regaló su libro, reseñado en un anterior artículo. En realidad es un libro-disco, porque viene con un flash de canciones, algo muy novedoso y lindo.

La música en casa

“Siempre viví muy pegado al lado de la familia mi madre, mi padre vivía en Cochabamba. Cuando entré a primero básico, y era muy pequeño, nos mudamos a la casa de mis abuelos maternos. Mi abuelo tocaba el piano y, sin exagerar, lo hacía unas tres horas diarias. El nombre de mi abuelo era Alberto Salinas. Él tocaba todo, tango, cuecas, música clásica, lo raro es que tocaba rock and roll, muy alejado de su época. Él lo hacía simplemente a oído. En esa época no había nada, no es como ahora que uno consigue partituras en la Internet. También tenía un mensaje de blues, en algunas notas. Él era muy buen pianista. Tenía algunas manías, se compraba un piano le duraba un tiempo y lo vendía; compraba otro, lo arreglaba y lo volvía a vender. Siempre circulaban en un tiempo de seis meses.

Yo nunca le hice al piano. Soy el más pequeño de los cinco que vivíamos en esa casa. Somos tres hermanos de mamá y papá y vivíamos con mis primas por parte de la hermana de mi mamá. Como yo era el más pequeño, era un desastre, pero la música siempre estuvo en la casa.

Mi madre estuvo vinculada a la música, es una melómana. Ella se llama Helga Salinas. Nos hacía escuchar música. Teníamos la costumbre de cenar y preparar la comida para el día siguiente, todos trabajábamos. Yo recogía la mesa y pelaba las arvejas, porque no tenía cuchillo, mis hermanos mayores pelaban las papas y las zanahorias, mis hermanas lavaban el servicio, teníamos la costumbre de estar todos ahí. Mi mamá ponía música: The Beatles, Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez, hablo de los años 1985 hasta 1990, tenía nueve hasta mis 14 años. En ese tiempo conseguir música era un milagro. Teníamos un casete de Silvio y Pablo en México, si no me equivoco, del año 1982. Para mí ese fue el soundtrack de mi infancia.

Había otra música en mi casa cuando mi papá vivía con nosotros, eso debió ser hasta el año 1986, obviamente esto no en la cena, pero sí escuchaba Camilo Sesto, Julio Iglesias y autores más contemporáneos.”

Adolescencia, el descubrimiento

“En mi adolescencia, a comienzos de los años 90, yo era mucho más rockero. Por le época comenzábamos con Guns N’ Roses, Jon Bon Jovi, lo que es el glam rock. Después escuché grunge; cuando escucho eso, para mí, no hay nada más.”

La guitarra

“A mis catorce años mi mamá me hizo una jugada maestra y me metió a clases de inglés. Entré al Centro Boliviano Americano (CBA). Cuando dejé el CBA me dijo que me busque algo que hacer. Entré de vacaciones y me dijo que si no encontraba algo ella me metía a corte y confección, era muy taxativa.

Me puse a buscar qué había por ahí cerca de su trabajo, ella trabajaba en la Plaza Isabel la Católica. Vi que había una academia de música llamada Yamaha. Ya me había acercado a la música muy desordenadamente, así que entré a clases de guitarra clásica, dos horas a la semana, horarios a la disponibilidad. Yo feliz porque pensé que seguiría de vago en casa, pero no dimensioné que estaba entrando a un mundo inimaginable. De ahí en adelante practicaba la guitarra de tres a cuatro horas diarias durante años.”

Stela Nova

“Empecé a escuchar rock, y un año después fui el guitarrista en mis primeras bandas. Todo esto en el cole. Armamos una banda con mis amigos, en San Calixto, se llamaba Stela Nova. Nunca compusimos un tema, nunca grabamos, no éramos tan malos, participamos en diferentes lugares. En la banda estaba Gerardo Olmos, quien era el otro guitarrista (en algún momento estuvo tocando en bandas de punk); Marcelo Calizaya, el baterista; y nuestro bajista Gonzalo Molina, que luego estuvo tocando en la banda Atajo muchísimos años.

Estuvimos desde el 1993 a 1995. Tocábamos en fiestas y alguna vez en algún boliche. No dejaban entrar a nuestros amigos, porque eran menores de edad (a veces teníamos a los papas allá adentro y afuera lleno de changos), salvo un boliche muy particular en La Paz, que se llamaba Zona Franca, era totalmente contemporáneo, quedaba en el Montículo, bajando la Pedro Salazar. Por ejemplo, el video de ‘Feel High’ de los Loukass se grabó ahí. No duró mucho el boliche, pero fue muy simbólico. Ahí tocaban los Wapb’s, Ragga Ki, era lindo para el movimiento, además muy distinto al boliche Cara y Caretas o al Equinoccio de ese tiempo, ahí tocaban viejas bandas. Esta era una nueva generación, una camada que venía, había una ruptura en los estilos, estábamos en otra.

Ganamos un concurso en la Radio Contemporánea. Había un concurso de bandas de colegio, el que ganamos. El premio era grabar tres canciones y como nosotros éramos tan ingenuos grabamos tres de Pearl Jam. Tengo el concierto grabado hasta el día de hoy.

En esa época había una transición de guitarristas, porque no teníamos vocalista, mi voz no daba para cantar Nirvana, pero sí daba con Pearl Jam. Cuando grabamos, probé y mi voz daba, desde ahí soy cantante. Me tomó años asimilarlo.

Estudiar guitarra es más objetivo, mientras el canto es más subjetivo. Cómo colocas la voz, cómo respiras, los ritmos, y no había muchos lugares para hacerlo. Comencé por ese lado, hasta ahí llegué, como ese chango que tiene su background musical. Desde ahí decidí cantar y tocar, tenía 16 años.”

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