Este sábado, al menos 40 palestinos perdieron la vida en una serie de bombardeos israelíes sobre Gaza, en especial en el norte asediado del enclave, según informaron médicos locales.
Entre las víctimas se encontraban dos periodistas, una mujer embarazada y un niño, fallecidos en un ataque a una escuela en el barrio de Tuffah que funcionaba como refugio para desplazados.
A pesar de que el ejército israelí permitió el ingreso de 11 camiones de ayuda humanitaria a la zona norte de Gaza por primera vez en más de un mes, el limitado acceso a recursos básicos continúa afectando a la población atrapada.
La ayuda enviada es insuficiente para cubrir las necesidades de la población en Jabalia y Beit Hanoun, mientras que organismos como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) informan que incluso parte de los suministros no logró ser entregada debido a órdenes de las fuerzas israelíes en el terreno.
Las áreas residenciales y centros de salud han sido blanco de estos ataques. El Hospital Al-Aqsa, uno de los principales centros médicos en el centro de Gaza, fue atacado por octava vez, dejando tres muertos y decenas de heridos.
Además, la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas señala que casi el 70 % de los fallecidos son mujeres y niños. Mientras tanto, el director del Hospital Kamal Adwan, en el norte de Gaza, advirtió sobre el grave deterioro de las condiciones médicas debido a la falta de personal y suministros.
En tanto, la ONU ha expresado su preocupación por una posible hambruna en Gaza, una región donde casi dos millones de personas han sido desplazadas y donde las organizaciones humanitarias estiman que se necesitan al menos 350 camiones diarios para atender a la población.
El conflicto se prolonga por más de 400 días y ha dejado más de 43.000 muertos; un mínimo de 100.000 heridos en Gaza y se estima que el explosivo arrojado por Israel sobre el enclave palestino supera la 86.000 toneladas.
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