Por Diego Portal -.
La mañana del 9 de noviembre de 2020, al día siguiente que Luis Arce Catacora asumiera la Presidencia luego de haber obtenido el 55% de la votación en las elecciones realizadas semanas antes, poniendo fin al breve gobierno de facto encabezado por Jeanine Áñez, Evo Morales se despedía del expresidente argentino, Alberto Fernández, en la fronteriza ciudad de La Quiaca y daba inicio a su “operación retorno” con una caravana que culminaría en el corazón del trópico cochabambino, de donde había salido casi un año atrás rumbo a México tras renunciar a la Presidencia al verse abandonado por la Central Obrera Boliviana (COB) y las Fuerzas Armadas, cuyos máximos representantes le habían sugerido tomar esa determinación.
Un día antes, el 8 de noviembre de 2020, Luis Arce ofreció un discurso en el que se comprometió a restablecer el modelo de desarrollo económico y social implementado en la administración de Evo Morales. Aseguró que su gobierno trabajaría para “reconstruir nuestra patria en unidad, para vivir en paz”, mencionando la necesidad de rectificar los errores del pasado y profundizar en los logros alcanzados. Destacó la “histórica victoria” en las elecciones, atribuyéndola al deseo popular de reconquistar la democracia y evitar que el poder beneficie solo a unos pocos.
Arce criticó el gobierno de facto de Áñez, afirmando que había convertido la pandemia en un pretexto para prolongar su mandato, y condenó la represión contra sectores populares y dirigentes del Movimiento Al Socialismo (MAS). Prometió justicia para quienes sufrieron persecución en ese período, pero aclaró que no buscaría venganza, sino la creación de un país inclusivo y democrático. Además propuso recobrar el crecimiento económico y reducir las desigualdades sociales, al tiempo que defendería la soberanía nacional y su papel en una integración regional orientada a la solidaridad y el desarrollo autónomo en organismos como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
En esas históricas 24 horas, aunque seguramente muy pocos lo imaginaron, se daba inicio al proceso de desestabilización del naciente gobierno de Arce Catacora y David Choquehuanca, desde el seno mismo del MAS. Más fácil hubiese sido pensar que quienes dejaban el poder de facto que ostentaron por algo más de 11 meses serían quienes se darían a la tarea de poner piedras en el camino; pero no fue así, estos últimos estaban más preocupados en ponerse a buen recaudo al haber fracasado su último intento de evitar la posesión de Arce incitando a las Fuerzas Armadas a tomar el poder en las horas previas a la transmisión de mando.
El 9 de noviembre de 2020 Morales comenzó su caravana de regreso en Villazón, en la frontera entre Argentina y Bolivia, tras su año de exilio. En este primer acto expresó su agradecimiento al pueblo boliviano y a sus seguidores afirmando que ellos fueron los que resistieron al golpe de Estado. También destacó el valor de la lucha y la lealtad de quienes apoyaron el Proceso de Cambio que promovió durante su presidencia, y prometió continuar defendiendo los recursos naturales del país en manos del pueblo y evitar cualquier intento de injerencia extranjera.
Al llegar al Chapare el 11 de noviembre fue recibido con una gran manifestación de apoyo. En esta región cocalera, que fue su base política por muchos años, señaló que la resistencia en su ausencia fue un ejemplo de fuerza y compromiso de las bases sociales. Aseguró que su regreso era una muestra de victoria del “pueblo sobre el Imperio” y subrayó la necesidad de cuidar el liderazgo de Luis Arce y cuidar el proceso político que había iniciado. En este discurso reafirmó su identidad con las luchas populares y su compromiso con los movimientos sociales.
De candidatos y candidaturas
Imposibilitado de ser candidato a la Presidencia del Estado o a Senador por el departamento de Cochabamba en las elecciones de 2020, debido a decisiones del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y restricciones legales, después de su renuncia y exilio en noviembre de 2019, Morales intentó postularse como primer senador por Cochabamba en 2020. Sin embargo, el TSE descalificó su deseo argumentando que incumplía con el requisito de residencia permanente, ya que había estado viviendo en México y Argentina desde su renuncia.
La Constitución Política del Estado (CPE) exige que los candidatos al Senado tengan residencia permanente y un domicilio establecido en la región por la cual se postulan. La interpretación de esta norma por el TSE fue determinante para rechazar la candidatura del exmandatario, argumentando que su tiempo en el exterior afectaba el cumplimiento de los requisitos.
Un ampliado del MAS y el Pacto de Unidad, de enero de 2020, en un conocido hotel bonaerense, a la cabeza de Morales exiliado en esas tierras tras la asunción del peronismo al gobierno de ese país, debió elegir a los candidatos de este partido en las elecciones nacionales de ese año. De allí salieron seleccionados Luis Arce y David Choquehuanca como candidatos a la Presidencia y a la Vicepresidencia, y Andrónico Rodríguez a senador por el departamento de Cochabamba. Evo no tuvo otra alternativa que renunciar, cuando menos por esas elecciones, a ser candidato.
Casi del mismo modo autoritario de ejercer su jefatura partidaria a los pocos meses impuso candidatos a gobernadores y alcaldes para las elecciones nacionales de 2021, incluso en contra de la voluntad de sectores sociales que apostaban por otros nombres. Gran parte de la debacle electoral del partido de gobierno en los principales departamentos y ciudades es atribuida a esas decisiones equivocadas impuestas.
Verdad y justicia
En estos 48 meses de gobierno destacan varios hechos que tuvieron especial relevancia: entre ellos el compromiso adquirido por Arce al asumir la Presidencia de llevar ante la justicia a quienes fueron parte del golpe de Estado de noviembre de 2019. La aprehensión de Jeanine Áñez, cuando al parecer se preparaba para abandonar el país, como lo hicieron antes varios de sus colaboradores, y su puesta a disposición del Órgano Judicial, que en un primer proceso ya la sentenció con una pena de 10 años de reclusión, fue uno de los hechos más importantes de esta gestión. Los principales colaboradores de Áñez, Murillo y López pudieron partir al exterior, aun cuando tiempo después el extitular de Gobierno fue detenido en los Estados Unidos, procesado y sentenciado allá.
El Gobierno ha iniciado varios procesos, los que aún se tramitan en instancias judiciales, para que no quede en la impunidad el golpe de Estado y el asesinato de decenas de personas inocentes en las masacres de Senkata y Sacaba en los días posteriores a la toma del poder tras el golpe.
La derecha desestabilizadora
Aun cuando la derecha demostró su total incapacidad de gobernar, siendo parte del equipo de la golpista de Áñez, esta, luego de las elecciones subnacionales, donde logró ganar, entre otras instancias departamentales y municipales, la gobernación del departamento de Santa Cruz a la cabeza de Luis Fernando Camacho, uno de los autores intelectuales y materiales del golpe del 2019, utilizó a esta como su base de operaciones. Había que buscar un pretexto y lo encontraron en la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda, que debió efectuarse en 2022, pero que debido a que en el gobierno de facto no se había hecho absolutamente nada para aplicarlo correctamente resultaba imposible técnicamente implementarlo ese año.
El recurso más conocido por la derecha cruceña es el paro y esta vez no fue la excepción. El paro en Santa Cruz por el Censo tuvo una duración de 36 días, entre el 22 de octubre y el 26 de noviembre de 2022. En ese tiempo las protestas incluyeron bloqueos de carreteras, cierres de comercios y actividades en la región, ocasionando severos daños a la economía nacional que, tras el desastre del gobierno de Añez, tal como lo anunció el Presidente en su posesión, intentaba recuperarse en medio de condiciones internacionales muy adversas.
La precariedad política y programática, carente de propuestas, de la derecha, de la extrema y de la moderada, no pudo ir más allá que parapetarse detrás de sectores de algunas organizaciones controladas con prebendas como gremiales, transportistas, médicos o Magisterio y, desde luego, de asociaciones empresariales que si bien hicieron acciones de supuesta protesta, no apuntaban precisamente a reivindicaciones, sino a generar problemas al Gobierno.
Y ¿cómo andamos por casa?
El filósofo francés Voltaire solía decir: “cuídame de mis amigos que de mis enemigos me cuido yo”. O aquella otra que el imaginario popular ya la ha apropiado que dice: “confío más en un enemigo honesto que en un amigo falso”. Frases que suelen hacerse reales en circunstancias que uno casi nunca sospecharía.
Desde 2020, como señalamos, la desestabilización desde dentro del oficialismo estuvo marcada por la consigna del retorno de Evo. La hipótesis de él y sus más próximos seguidores era que si al Gobierno le iba mal al Morales tendría el camino libre para volver a la Presidencia con el voto mayoritario del pueblo. Y si, por el contrario, Luis Arce lograba un buen desempeño haría olvidar las gestiones anteriores al golpe y podría ser reclamado por la ciudadanía para presidir otro período.
Con el paso del tiempo la preocupación y desesperación de sus adherentes se fue haciendo más evidente. Primero fue desde el Legislativo, que hasta ahora se mantiene bloqueando toda posibilidad para que el Gobierno pueda ejecutar su programa económico, para lo cual requería la aprobación de algunas leyes.
Sin embargo, su estrategia iba más allá: había que presionar para conseguir el adelanto de elecciones y la habilitación de Morales como candidato, a fin de alcanzar su objetivo principal como es retomar el poder. A eso respondieron los 19 días de bloqueo de caminos de inicios de 2024 y los 23 días de corte de vías carreteras de los últimos días. No importó los daños ocasionados al país y a los sectores más desprotegidos. “El fin justifica los medios”.
La violencia en la búsqueda desenfrenada de impunidad, el incumplimiento de la Constitución y de sentencias constitucionales solo para imponer sus deseos se han convertido en sus armas de lucha, totalmente alejadas de la convivencia democrática. Y, obviamente, la dinámica desestabilizadora interna continuará cada vez más extrema, pese a que se aleja más y más del pueblo y el rechazo ciudadano es creciente.
Ganadores y perdedores
Pretendiendo hacer una evaluación de lo que ha venido sucediendo en estos cuatro años en torno a la desestabilización del Gobierno y los intentos golpistas desde dentro y fuera de la propia tolda azul, se puede concluir que los “radicales” evidentemente han logrado bloquear al Gobierno y con ello dañar a la economía y mucho más a la ciudadanía. Han generado muertos y heridos entre bolivianos y están pudiendo destruir la economía del país y de las familias, pero además ponen en riesgo la sobrevivencia del sistema democrático, mientras la derecha bate palmas entendiendo que el trabajo sucio que ellos no pudieron hacer en las últimas dos décadas con el Proceso de Cambio lo están concretando desde el interior del propio masismo.
Finalmente, ¿quién resultará beneficiado con todo este trabajo sucio de desestabilización y desmoronamiento democrático y económico? Casi no queda duda: la derecha y el Imperio. Y ¿quiénes serán los perdedores? Todos los bolivianos, pero especialmente los sectores que fueron los constructores del Proceso de Cambio. Bolivia será quien pierda más de esta incontrolable obsesión de individualismo, de culto a la personalidad y de egolatría, de buscar el poder a como dé lugar solo para saciar apetitos personales sin importar lo que se llevan por delante.
¿Estarán los bolivianos a tiempo de detener este desastre? La Historia lo dirá.
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