Fue muy grato conocer a Alexander, tuve una de las mejores charlas y más interesantes fuera de mi círculo político. Antes de la entrevista nos lanzamos algunos mensajes sobre filosofía y economía, haciéndome recuerdo mucho al cartismo, “ese movimiento popular radical que surgió en Reino Unido desde 1838 hasta 1848 y que expresaba la agitación de la clase obrera, debido a los cambios derivados de la Revolución Industrial, la coyuntura económica y las leyes promulgadas por el Parlamento británico”, como consigna Internet.
Hablamos de la subsunción real y formal del capital de Carlos Marx, es decir capital variable y capital fijo. Yo le comentaba que me gustaba mucho Jorge Veraza con la subsunción real del consumidor al capital, que eso no lo había visto el viejo Marx. Alexander me decía que ahí está la base de los abductistas y que Marx era el más impresionante de lejos, ni Freud, ni Peirce. Hablamos de su tesis doctoral, él es economista –seguramente más adelante hablaremos de eso– y está utilizando a Bhaskar ya que busca fundamentos ontológicos y epistemológicos, y que el profesor Luis Tapia del Cides de la UMSA le había recomendado. Yo le decía que me gusta mucho Tapia, pero que es bastante deshornado, no tiene una cronología, que ese es el error de escribir a encargo.
Fue muy larga la charla, de varios días, además me hablaba de que estaba utilizando realismo crítico y muchas cosas más, todo eso antes de entrar a la música como tal. Ahora entramos de lleno a lo que nos contó y su momento de decidir por el bajo eléctrico.
La niñez y los viajes
“El año 1981 volvimos con mi mamá de Alemania a Bolivia. He nacido fortuitamente en otro país, porque mi mamá era universitaria en Alemania. Tengo recuerdos vagos de mi infancia, pero la mayoría está relacionada con música. Me acuerdo bastante de The Carpenters.
En mi casa también se escucha The Beatles. Esas veces la tele era en blanco y negro, me acuerdo, estoy hablando de inicio de los 80, y ellos eran un referente. Ver sus videos… que eran muy interesantes. También escuchaba música pop.
Luego con mi mamá nos fuimos a Venezuela. He debido tener unos cinco años. Pasé toda mi infancia allá, me quedé hasta los diez años más o menos, fue hermoso, distinto a lo que se conoce hoy en día, era como Miami, era un tiempo de mucha bonanza. Yo tenía un acercamiento musical a un instrumento, pero a partir de lo que me gustaba, ahí escuchaba lo que estaba de moda como Ricardo Montaner, me encantaba escuchar Mecano.
Volvimos de nuevo a Bolivia por temas familiares. En mi casa había una guitarra de palo. De chico mis dedos no eran demasiado rápidos y mis manos eran grandes, me metí a clases de guitarra, aunque no le encontré mucho sentido, pero sí me llamaba mucho la atención el sonido cuando el profe tocaba la guitarra acústica… y los bajos de las canciones. Canciones propias del folklore, temas como ‘Guadalquivir’ de Los Incateños, de Orlando Rojas Rojas, o ‘Zamba para olvidar’ de Daniel Toro, eso además se lleva en cualquier curso de música de colegio. Yo estaba en el Instituto Americano.”
Los 90
“En esa época ya se me movió la cabeza con algunos grupos que aparecen. Estoy hablando del año 1992, como Nirvana, también estaba Pearl Jam y Alice in Chains.
Eso ya era distinto, porque escuchaba las canciones y yo las intentaba sacar en guitarra de palo. Así estuve en esa etapa de maduración musical cerca a unos cinco años, donde agarraba, me sentaba y tocaba los temas y principalmente lo que más me interesaba eran las líneas de bajo. Hasta que un día agarré un bajo con primo y lo toqué. Ese fue el inicio, el instrumento no apareció desde el comienzo.
Tampoco te puedo decir que en mi casa había cercanía a la música, porque no la había. Es una familia bastante grande, mi mamá tiene siete hermanos y soy el único que toca. Realmente es algo extraño, no debería tocar, pero así salió. Debo reconocer también la influencia de mi primo hermano llamado Rodrigo, no a partir del instrumento, pero sí de las bandas que me hacía escuchar. Él me hizo conocer en 1992 a Red Hot Chili Peppers y 311, pronunciado three eleven, una de las bandas que me encantan.
Me metí con bandas que se estaban mezclando entre el punk y el rock. Ahí aparece lo nacional como la banda Loukass, los bajos son bastante interesantes, Martín Joffré era el bajista de la banda. Aparecen varios grupos atractivos. Otra banda que me gustó por el toque de sus bajos es Ragga Ki, de hecho hasta el día de hoy Pablo Alanes es de mis más grandes influencias. Trataba de tocar como ellos, pero estaba lejos, tenía mi guitarra de palo, ya que no tenía mi bajo.
Cuando entré a la universidad, recién en el segundo año he comenzado a tocar el bajo, a eso de mis 20 o 21 años, era relativamente mayor. La primera vez que compré mi bajo fue en una tienda que ya no existe IEE, conocida como la extinta casa Peavey en la Plaza Murillo. Fue entonces que comencé a practicar hasta que un día me metí a una banda y lo demás es historia.”
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