
En días pasados dialogamos con la prestigiosa periodista y escritora argentina Telma Luzzani, especializada en geopolítica. A lo largo de su carrera ha publicado obras que analizan las dinámicas internacionales y los conflictos globales. Uno de sus libros más destacados e imprescindible es Territorios vigilados. Cómo opera la red de bases militares norteamericanas en Sudamérica.
Todo lo que necesitás saber sobre la Guerra Fría es un título que ofrece herramientas invaluables para adentrarse en ese período crucial de la Historia. Con su enfoque crítico y su vasta experiencia, Luzzani es una voz clave para comprender el complejo panorama geopolítico que atravesamos en la actualidad, enrevesado con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca.
Cris González (CG).- ¿Cómo observa la política exterior de Trump respecto a sus aliados occidentales? ¿Hay posibilidades de rupturas? ¿Hasta dónde pueden soportar la Unión Europea (UE) y Canadá sus conductas prepotentes?
Telma Luzzani (TL).- Hay que decir, en primer lugar, que Trump realmente vino a dar un giro de 180º al orden actual. Creo que él y su grupo de estrategas tomaron mucha conciencia de que los Estados Unidos están en declive, de que es imposible ganar las guerras que se ha propuesto y de que ya no puede seguir siendo la única potencia hegemónica mundial. Por lo tanto, antes de llegar al abismo y al declive total, me parece que está tratando de revertir lo más que pueda esa situación y evitar la mayor cantidad de daños posibles. Incluso, creo que en su horizonte está la posibilidad de que los Estados Unidos puedan compartir el poder con otras potencias, como podrían ser China y Rusia.
La política exterior de Trump apunta a evitar todo aquello que alimente la declinación norteamericana. Hay posibilidades de ruptura, porque Trump no está dispuesto a mantener alianzas que no le son funcionales ni le resultan beneficiosas. Hay que tener en cuenta que Europa, prácticamente desde la Segunda Guerra Mundial –salvo algunos momentos excepcionales–, fue una subsidiaria de los Estados Unidos. A partir del momento en que cae la Unión Soviética, en 1991, esto se fue incrementando. Europa, poco a poco, ha dejado de tener una voz fuerte en el concierto internacional, no tiene proyectos propios claros, ni una política exterior particular, ni una política militar, ni siquiera una fuerza militar propia. En general, los intereses de Europa son los intereses de los Estados Unidos. Es decir, pareciera que su única política –sobre todo después de 2003– es la de ser leal a las consignas que le llegan desde Washington.
Digo 2003 porque es cuando los Estados Unidos declaran la guerra contra Irak, contra Sadam Hussein. Y, sorprendentemente, el expresidente de Francia, Jacques Chirac, y el excanciller de Alemania, Gerhard Schröder, se opusieron a participar en ella. Creo que fue la única vez –que yo recuerde– que, seriamente, dos países importantes como Francia y Alemania contravinieron los dictados de Washington.
Entonces, ¿hasta dónde pueden soportar la UE y Canadá conductas prepotentes? Bueno, las aguantarán todo lo que sea necesario, porque, por ahora, no están en condiciones de ser autónomos ni de tener una posición digna. No tienen fuerza. La única posibilidad de poder reaccionar es empezar a conformar una política propia. No lo veo por el momento. En el caso de la UE hay un dato muy importante: está fracturada, sus integrantes no tienen las mismas ideologías ni visiones. Esto se ve claramente con el tema de la guerra de Ucrania. El caso más llamativo es el de Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría; pero tampoco la italiana Giorgia Meloni está ciento por ciento alineada con Francia y Alemania. Acaban de celebrarse elecciones, vamos a ver qué sucede.
Para retomar una posición respecto a Ucrania ha habido un encuentro en Londres, en un país que no pertenece a la UE como es el Reino Unido, pero que convoca a algún tipo de política común. Por todos lados hay señales del debilitamiento, de la falta de unidad y de la ausencia de proyecto de la UE.
CG.- ¿Cómo evalúa la posición de Trump respecto a retirar el apoyo a Zelenski? ¿Cómo su acercamiento con Putin? ¿Cómo debiera evolucionar aquel conflicto?
TL.- La posición de Trump respecto a Zelenski es parte de lo mismo. Uno de los puntos más significativos es que la guerra de Ucrania ya estaba perdida, por lo tanto el hecho de que haya perdido una guerra en el centro de Europa es algo que Trump intenta revertir tratando de presentarse como un triunfador o como el impulsor de una paz que, en cierta medida, esconde esa derrota. Entonces, Trump va a retirar el apoyo a Zelenski si este no accede a los requerimientos de Washington, que por otro lado ya fueron acordados previamente con Putin, según la conversación que ambos mantuvieron hace unas semanas.
A mí me sorprendió que Zelenski tratara de rebelarse. Entiendo que está en una posición muy complicada, pero en la medida en que no se adhiera a las posiciones de Trump creo que el enfrentamiento se va a agudizar y los Estados Unidos van a tomar la iniciativa de desplazarlo ya que debía haber llamado a elecciones presidenciales y no lo hizo. O sea, Zelenski no es un presidente legítimo.
CG.- ¿Cuáles serán los efectos de la política de los Estados Unidos en cuanto a retomar pleno control del Canal de Panamá?
TL.- Todo lo que estamos hablando de la política exterior de Trump con respecto a Europa no aplica a América Latina y el Caribe, nosotros somos una región muy especial. Había un sentido común que nos quería hacer creer que éramos irrelevantes, que los Estados Unidos siempre estaban mirando a Oriente Medio y no le daban importancia al continente. Mentira. Somos lo más importante para la política de los Estados Unidos: sin el control y dominio de nuestra Región nunca hubiera podido convertirse en la potencia que son.
Entonces, eso sigue siendo vigente. Estados Unidos necesita a la Región, necesita el control, sobre todo en esta coyuntura en que China es una de las potencias emergentes. Precisa que China no cuente con esos puntos estratégicos y con los recursos naturales que históricamente ha tenido bajo su dominio.
Ahí se entiende esta embestida por el pleno control de Panamá y por los recursos naturales de Venezuela. Hasta ahora ha habido una especie de doble comando: una mano en la zanahoria y la otra en el garrote. Por un lado, la injerencia y la prepotencia; por otro, en el caso de Trump, mandó a un diplomático a hablar con el presidente Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores, con una actitud más “negociadora”. Vamos a ver cuál es la que termina primando.
CG.- ¿Cómo debiera evolucionar la política recolonizadora de Washington hacia la región latinoamericana y caribeña?
TL.- Con Cuba, sobre todo, creo que van a apretar al máximo todas las posibilidades de bloqueo, de operaciones de inestabilidad y mediáticas brutales. Lamentablemente en el presidente argentino, Javier Milei, tienen un aliado que ayuda a generar este escenario. Pero también el resto del continente sabe y defiende a Cuba, no solo en las votaciones de Naciones Unidas, sino, y lo sabemos muy bien, con ayuda real. En la primera década del siglo XXI, con los presidentes progresistas, hubo ayuda, respaldo y alineamiento con La Habana.
El caso de Venezuela es más complejo, porque es un país rico, su petróleo es codiciado y las procesadoras de petróleo de los Estados Unidos son perfectas para refinar su crudo. Creo que va a haber una política diversa, no puedo imaginarme por ahora cuál específicamente, pero no va a ser lineal. Seguramente van a poner mucho de diplomacia y de negociaciones para esto.
CG.- ¿Nos puede hacer un balance grueso de la correlación de fuerzas políticas continentales para que Trump pueda o no conseguir sus objetivos? ¿Es realmente importante el triángulo del litio para los Estados Unidos?
TL.- La importancia de América Latina y el Caribe es enorme, en parte por nuestros recursos naturales, como el litio, fundamental para algunos de los socios estratégicos de Trump, como Elon Musk, quien dijo algo así como: “nosotros hacemos golpes de Estado donde se nos cante y se los tienen que bancar”.
La perspectiva estratégica de nuestra Región es crucial. El Canal de Panamá, el paso bioceánico (que tenemos en Argentina, en el Estrecho de Magallanes, junto con Chile), la proximidad a la Antártida y el Atlántico Sur, la conexión con África a través de nuestras costas, las bases en la isla Diego García y la cercanía al Índico y al Mar de la China. Todo esto nos coloca en una posición estratégica ante cualquier posibilidad que se pueda presentar.
La posibilidad de tener gobiernos derechistas o sumisos que cumplan con las órdenes de Washington es esencial para Trump. En este momento el balance de fuerzas no le es absolutamente favorable, aunque es lo que busca como objetivo. Desgraciadamente el gobierno de Argentina está dispuesto a hacer más de lo que le piden para que Trump tenga éxito; pero hay otros países poderosos en Latinoamérica, como México y Brasil, que no son afines al gobierno de Trump. Colombia, un país muy estratégico en relación a Washington, tampoco es favorable a Trump; ni tampoco lo es Bolivia.
CG.- ¿Cómo hacer frente a una inminente arremetida neocolonizadora norteamericana en la Región?
TL.- Además de intentar instalar gobiernos ultraderechistas en la Región, persiguen destruir todos los organismos de integración como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), lo que queda de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Mercado Común del Sur (Mercosur). Es decir, cualquier nivel de asociación, de integración y de unidad van a tratar de derrotar, desaparecer. La posibilidad que nosotros tenemos es la opuesta: la unión, la integración y el apoyo mutuo en lo máximo posible.
CG.- ¿Este nuevo orden cuánto podría afectar a América Latina y en qué materias?
TL.- Desde América Latina y el Caribe, lamentablemente, tenemos una visión algo desdibujada. Sabemos la importancia de los Brics, su crecimiento y la cantidad de países que desean asociarse; conocemos las alianzas estratégicas de China y Rusia, así como la Organización de Shanghái; pero no parece que tomemos real conciencia de la fuerza que está adquiriendo Eurasia, del gran poder que ya tiene y de cómo esto es uno de los aspectos primordiales del nuevo orden mundial que se avecina.
Creo que Trump busca una tripolaridad: Rusia, China y los Estados Unidos. Busca una alianza que beneficie a su país, minimizando las pérdidas. Para nosotros esto no sería positivo, ya que si el mundo se divide en tres partes América Latina y el Caribe quedarían bajo la influencia de los Estados Unidos y no nos soltarían de ninguna manera.
Sin embargo, existen otras posibilidades como las que presentan China y Rusia: cooperación y una relación distinta entre los países, donde no se trata de que uno gane a costa del otro, sino de que ambas partes salgan beneficiadas. Esto plantea algo totalmente diferente. Recuerdo mucho, en este sentido, los planteamientos del comandante Hugo Chávez, quien abogaba por una relación de igualdad y cooperación, no de amo y esclavo.
Es difícil predecir qué sucederá, pero creo que a la larga las posturas de Eurasia prevalecerán. En este sentido, nuestra Región será un punto cardinal, ya que tanto China, el segundo socio más importante en muchos países de la Región; como Rusia, con Venezuela como ejemplo, tienen un fuerte interés en América Latina. La Región tendrá un lugar de gran relevancia, dado que es rica en recursos y ocupa una posición estratégica crucial.
CG.- Finalmente, África es otro espacio donde se decide el orden mundial, ¿cuáles son las alternativas para este continente?
TL.- Definitivamente África es uno de estos actores, como América Latina y el Caribe, donde se va a decidir el orden mundial; también dependerá de cuál sea el panorama. Pero África, que hasta hace poco tenía gran vínculo con Europa, con Francia, con Bélgica, con Italia, con Alemania, con el Reino Unido, está empezando a tener cambios considerables sobre todo en relación a las excolonias francesas.
África nos da una perspectiva enorme de cambio positivo y las alternativas me cuesta visualizarlas porque está todo en proceso, pero creo que va a hacer una independencia y una autonomía indeclinable, irreversible y vital para todos los cambios que hayan en el orden geopolítico.
- Cris González: Directora revista Correo del Alba
- Cortesía de la revista Correo del Alba – https://www.correodelalba.org
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