Por La Época-.
Cada día que pasa, es de película. A pesar de sus diferencias, hasta ahora no confirmadas respecto de las elecciones generales de agosto de este año, los diputados y senadores del “evismo” y del “androniquismo” coinciden en su posición, también ya adelantada en el último semestre del año pasado, sobre los dramáticos hechos del 26 de junio de 2024. Para ambas facciones del campo popular, ese día Bolivia no experimentó un golpe de Estado, sino la puesta en escena de un autogolpe organizado por el presidente Luis Arce para elevar su popularidad.
De nada sirven las decenas de miles de hojas que tiene registrado el Ministerio Público producto de su investigación y de las contundentes pruebas que entregó el Ministerio de Gobierno, que muestran con bastante objetividad los preparativos del golpe de Estado y de su ejecución. Tampoco sirve de nada lo que dentro y fuera del país se observó y escuchó ese día: militares tomando la plaza murillo, gasificación a los bolivianos y bolivianas que se trasladaron hasta kilómetro cero para defender a su presidente y gobierno, la negativa del militar alzado de acatar la orden de retirarse junto a las tropas que dio el presidente Luis Arce y el lanzamiento de una suerte de proclama que dio el ex general ante los medios de comunicación, entre los que figuraba el anuncio de que iba a liberar a los “presos políticos” e imponer el orden.
Lo grave de esta posición de “evistas” y “androniquistas” es su mirada corta y las consecuencias de la misma. Con tal de seguir desgastando la imagen de Arce ante la proximidad de las elecciones generales, asambleístas de ambas facciones ingresan en el deleznable y oscuro camino de sentar un peligroso precedente en la historia democrática del país. Al negar que el 26 de junio no hubo un intento de golpe de Estado y al buscar legitimar las palabras del exmilitar a un periodista argentino vinculado al “evismo” y no se sabe a quien mas, lo que están haciendo es dejar abierta la puerta para otras irrupciones de grupos dentro de las Fuerzas Armadas, por lo demás bastante conocidas en la historia de América Latina y el Caribe.
Lo que hacen estos sectores conservadores del campo popular, obviamente sin pensarlo de esa manera, es reforzar la matriz de opinión de que en 2019 no hubo golpe de Estado sino un fraude llevado adelante por el entonces presidente del Estado Plurinacional. Con esa posición, como para no creerlo, “evistas” y “androniquistas” consagran la estrategia de Estados Unidos desplegada contra el Proceso de Cambio y el Estado Plurinacional. Podemos decir que, con distintos métodos, desplazamientos y puesta en escena, ambas facciones están sirviendo de instrumentos para que la derecha concluya lo que se empezó en octubre y noviembre de 2019.
Hasta tan lejos ha llegado el distanciamiento de ambas facciones del gobierno de Arce que, para decirlo en sencillo, prefieren dar crédito al libreto que se lo prepararon al exmilitar antes que reflexionar sobre la preocupante reaparición de los militares en la política latinoamericana.
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