La opresión de la homosexualidad se produce cuando el dispositivo de sexualidad y la scientia sexualis, descentran la mirada de los códigos civiles y religiosos (derecho canónico, ley civil y pastoral cristiana de la carne) concentrada en la pareja legítima; hacia la sexualidad de los perversos y desviados respecto del sexo genital y heterosexual lícito: los niños, los locos, los criminales, los sodomitas, los anormales, los idiotas, hasta entonces ignorados por los códigos. De este modo, se separa la legalidad (moral o jurídica) del matrimonio, de la ilegalidad que compete al deseo sexual. A partir de esta separación, pesará sobre el deseo sexual una condena moral y jurídica que poco a poco se irá trasladando hacia el control médico y psiquiátrico, interesado en normar los placeres de la pareja.
En relación con la homosexualidad, se implantarán técnicas de especificación de los individuos (el homosexual, el fetichista, el exhibicionista, el zoofílico, etc.) así como la producción de especies sexuales en base a las caracterizaciones biográficas, morfológicas, fisiológicas y sicológicas que definen los cuerpos y las conductas. En el siglo XIX, el sexo será víctima de una biología de la reproducción y de una medicina de la sexualidad.
Para la scientia sexualis, la sexualidad se convertirá, en un dominio vulnerable de ciertas patologías (como la homosexualidad), que deben descifrarse, corregirse o normalizarse terapéuticamente. Esta seudociencia, será la ciencia de aquello, que el sujeto no sabe, no conoce de sí. La verdad sobre su sexo, sobre su sexualidad le pertenecerá al especialista.
Para el poder jurídico-discursivo, la sexualidad, estará atrapada en la ley (lícito/ilícito, permitido/prohibido) que baja desde el Estado hasta la familia, desde la dominación social, hasta la organización subjetiva de cada individuo, reproduciendo la ley, la prohibición y la censura sobre el sexo. Este modelo del poder estatal patriarcal, expresado en el derecho como ordenamiento jurídico, como ley que traza lo legítimo y lo ilegítimo, la infracción y el castigo, demanda obediencia como última y única eficacia del poder.
De esta manera, la homosexualidad, en tanto lugar de visibilización y de inteligibilidad de las opresiones múltiples del sujeto (de raza, de clase, de género, de sexo) y, objeto de conflicto con la norma moral sexual, será reprimida legalmente o considerada, como en Francia, como una “plaga social.
* Rosario Aquím Chávez, es Coordinadora General de Enlace, Consultores en Desarrollo. Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social de la UCB, tiene dos Maestrías una en Desarrollo Rural y otra en Filosofía y Ciencia Política y actualmente, ha concluido el programa de Doctorado Multidisciplinario en Ciencias del Desarrollo del CIDES-UMSA.
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