Apenas hace unos días los medios colocaban a Bolivia en situación de riesgo. Se hablaba de una insurrección popular en contra del gobierno; se oían voces que proponían dinamitar la sede presidencial y sacar al Presidente, es decir, golpe de estado pero en este caso asestado presuntamente por la izquierda. Lo extraño es que las fuerzas de derecha, que han sido las que sistemáticamente han amagado al gobierno de Evo Morales, destacaban por su ausencia.
Caminemos despacio porque vamos lejos, dicen los mayas de Chiapas.
I.
2012 es claramente un año de definiciones en el Continente, teniendo las elecciones en Venezuela como punto central visible. A lo largo de los cuatro años anteriores (2008-2001), las fuerzas hegemónicas representadas por Estados Unidos tuvieron cuidado de ir conquistando posiciones en toda la zona del Gran Caribe, construyendo un arco en torno a Venezuela. Lanzaron la Iniciativa Mérida y con ella inicia una sistemática ocupación de México por los cuerpos de seguridad de Estados Unidos; reinauguraron la IV flota como fuerza articulada en torno a todo el Continente; pactaron siete nuevas posiciones militares en Colombia, de alcance transcontinental; recuperaron Honduras (donde ya se han instalado dos nuevas bases) y pararon el crecimiento de la ALBA; lograron acuerdos con Panamá para instalar 11 bases navales en las costas y con Costa Rica para colocar 43 bases itinerantes en sus aguas territoriales; el Comando Sur ocupó Haití, a escasos 70 km. de Cuba; y corroyeron la articulación que Venezuela había logrado con Petrocaribe a través de la Iniciativa de la Seguridad para la Cuenca del Caribe; además de profundizar la Iniciativa Mérida con la que han convertido a México en una nueva Colombia.
El 2012 parece marcar un cambio en el escenario de operaciones y, una vez consolidada su presencia en el cinturón de América, han iniciado un despliegue rápido en la zona del sur, donde hasta ahora tenían escasas posiciones y en ocasiones relaciones no tan afables. El estilo de intervención es distinto. Las bases militares ahora aparecen como centros de ayuda humanitaria, de atención a emergencias o de entrenamiento, y permiten una interacción constante con las fuerza locales, mezclan personal policiaco y militar y se asemejan mucho a una especie de Escuela de las Américas desagregada. Ya hay una sede en el norte de Paraguay, otra en Chile, otra en el Chaco argentino y un ominoso acuerdo con el gobierno uruguayo para que los SEALs estadounidenses ingresen armados al país a entrenar a los Fusileros de la Armada y a establecer su “cabeza de playa” para ir incursionando territorio adentro.
En los 4 meses que van de 2012 la actividad del Comando Sur ha sido intensa en la región; el Ministro de Defensa de Estados Unidos ha estado intentando estrechar vínculos y compromisos con Brasil; se han realizado todos los ejercicios militares previstos pero además el trabajo de la USAID y la CIA también se han fortalecido.
Dentro del marco de desestabilización diseñado en contra de lo que se conoce como el bloque contrahegemónico -Venezuela, Bolivia, Ecuador y Cuba-, parece haber una especie de avance en círculos concéntricos hasta llegar al blanco, que es Venezuela, alrededor de octubre próximo.
Romper el balance geopolítico actual del Continente supone la desestabilización del bloque contrahegemónico. Para ello se buscan modos de desarticular sus soportes en el exterior y modos de incidir en las contradicciones naturales de procesos que apenas van construyendo sus propias bases.
II.
Generar un mundo nuevo desde las entrañas del viejo es sumamente complicado. Hay que romper sus dinámicas; hay que disolver sus instituciones; hay que expulsar sus modos de pensar de nuestras mentes y de nuestras prácticas; hay que mirarlo desde fuera y desde lejos, con un pie en la memoria y otro en la imaginación para poder crear en vez de imitar.
Pero también supone encontrar nuevos modos de gobernar, de dirimir las diferencias, de sintetizar la variedad de propuestas, de procesar los diferentes niveles de radicalidad, de reconstruir confianzas y paciencias. La ruta no es sólo una; los modos de caminar tampoco; los tiempos de desalienación de nuestros cuerpos y mentes varían; y nuestros horizontes utópicos son diversos, son de distinta densidad y cargan diferentes historias.
En Bolivia las luchas populares son emblemáticas y las hemos seguido y admirado desde todo el Continente. Ese periodo expansivo y creativo que se vivió desde la Guerra del Agua (1999-2000) hasta la llegada a la Presidencia de Evo Morales, pasando por la Guerra de la Coca, la del Gas y varias otras que en conjunto generaron la posibilidad de alcanzar la cima de lo conquistable en ese momento, pasó después de 2006 a un experimento en el que la complejidad de los escenarios en los que había que empezar a echar los cimientos del nuevo mundo provocó desconcierto, desajustes, diferencias en las concepciones y en los comportamientos.
La diversidad es riqueza si se sabe aprovechar; es debilidad si no encuentra rutas de confluencia. Los únicos perdedores en esta aventura son los que no saben escuchar, los que se niegan a poner sus argumentos frente a los otros a riesgo de que sean modificados o anulados. La arrogancia no es compañera conveniente para la emancipación. Para romper los tiempos del capitalismo tenemos que romper las costumbres de la competencia y la individualidad.
Ninguna creación es individual y ninguna está exenta de tensiones. Hemos aprendido, por lo menos, que no hay una verdad ni un camino; que el mundo no se hace en singular y que juntos no significa idénticos sino complementarios.
III.
Las contradicciones internas de procesos tan jóvenes como el boliviano son indudables y van a seguir existiendo. Lo importante es generar los cauces para irlas desenmarañando. La apuesta está en las prácticas políticas. Los golpes de fuerza, no importa de dónde provengan, son una afrenta contra la democracia, y contra la inteligencia colectiva de un pueblo que no se ha cansado de luchar. Son un atentado de lesa humanidad.
Las simulaciones y manipulaciones tampoco son amigas de la democracia, no importa cómo se disfracen. Desconocer al otro es perder. Con simulaciones no podemos fortalecernos y la arquitectura de la emancipación no se hace con victorias falsas. El horizonte sólo se alcanza si tejemos los consensos que nos permitan ir trazando los caminos, pero con el cuidado de no olvidar, mientras creamos la urdimbre, que cada uno de nuestros mundos y de nuestros proyectos libertarios está inmerso en otros mundos.
Nosotros no somos sólo constructores de futuro; somos también, todavía, un engranaje necesario dentro del mundo del capital. Y el gran desafío sigue siendo soltarnos de esa maquinaria implacable que todo lo engulle y todo lo depreda. Eso es un atrevimiento mayor que nos llama a ser modestos, a entender nuestra finitud, y a potenciar nuestra fuerza con los otros.
IV.
Amigos y compañeros de todos los rincones de América Latina y Caribeña hemos iniciado este debate con la confianza de que estamos luchando por lo mismo en diferentes trincheras y con diferentes apreciaciones. En algún momento el tono ha sido ríspido, pero es parte de la angustia de tiempos que se nos van y realidades que cambian con demasiada lentitud. Es también resultado de la cercanía o distancia de nuestras observaciones y de la manera como cruzamos los horizontes largos con los inmediatos.
Uno de los terrenos de mayor relevancia en las luchas contemporáneas es el de los sentidos de realidad y el de la creación de epistemologías emancipatorias. Este debate, que recién comienza, es una invitación a generarlos colectivamente.
* Economista e intelectual mexicana.
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