marzo 28, 2024

Campañas de una guerra simbólica

Una novedad en esta sistematicidad de campañas contra gobiernos progresistas, es que en Venezuela fue acompañada por asesinatos de militantes chavistas desde el 14 de abril, el día de las votaciones.

En Venezuela, la primera campaña mediática opositora conocida fue por la enfermedad presidencial: “No hay gobierno, hay incertidumbre”, decían con acorde sorprendente diarios de Colombia, Caracas, Buenos Aires, Miami y España. Abonaban la idea del vacío de poder para invocar la intervención internacional.

Otra muy conocida operación mediática fue contra la campaña presidencial y la presentación efectiva de la candidatura de Chávez. Se inició en junio, “cuando ellos habían sostenido que no se iba a presentar a elecciones, con el argumento de que ‘va a quedar inválido y no puede presidir un país’”, que fue la letanía de Venevisión y Globovisión.

Entre enero y marzo, la relacionada a Venezuela e Irán, instalado como sinónimo de terrorismo, logrando así que el gobierno de los Estados Unidos expulsara a la cónsul en Miami. La quinta campaña contra el chavismo fue por la crisis política en Paraguay. Y la sexta, por haber ingresado al Mercosur tras la suspensión de Paraguay. Una acción mediática poco resaltada fue la realizada por la embajada de Israel en Montevideo, en una operación de pinzas diplomática intentando convencer a Uruguay, a Paraguay y a Chile de ingresar a la Alianza del Pacífico, un objetivo relativamente logrado en la Cumbre de Cali, a la que el gobierno de Mujica asistió como “observador”.

En la mayoría de las arremetidas de medios relacionadas con Venezuela, aparece en el centro de los ataques el presidente Hugo Chávez en persona, seguida luego contra el gobierno interino que le siguió desde el 8 de diciembre. Las más conocidas se manifestaron en el tránsito final de la enfermedad que lo condujo a la muerte. ABC, de España, lo dio por muerto en cuatro oportunidades durante 2012. El País divulgó la misma versión en tres fechas y el Miami Herald, en cuatro.

Desde abril del año 2013 la campaña se identifica con dos ejes informativos. El primero, centrado en que el gobierno de Nicolás Maduro es “débil”, “inoperante” o “desastroso”. El segundo, como algunos medios sostienen en los Estados Unidos, Europa del Norte, España, Chile y Colombia, que su gobierno, surgido de las elecciones incuestionables del 14 de abril, es “ilegal” o “fraudulento”.

Ambos ejes o focos están dirigidos al mismo objetivo: debilitar, fragilizar y cuestionar en la opinión pública a un gobierno surgido de una votación rasante de apenas 1,87% de ventaja. Intentan aprovechar la tendencia a la baja en el voto chavista, surgida en 2007 y profundizada entre octubre de 2012 y abril de este año.

Es difícil diferenciar cada campaña, por el grado de crudeza e irracionalidad informativa. Pero sí es posible evaluar que la última, contra el naciente gobierno de Maduro, creció en el nivel de saña, patraña y decisión manifiesta de derrocarlo. Con Hugo Chávez fueron campañas violentas y duras, pero tuvieron el límite de la fortaleza electoral de su gobierno y el dique de contención que significaba su potente figura carismática.

Una novedad en esta sistematicidad de campañas contra gobiernos progresistas, es que en Venezuela fue acompañada por asesinatos de militantes chavistas desde el 14 de abril, el día de las votaciones. Al mismo tiempo que disparaban contra ellos, el editorialista estrella de la ex Globovisión, Leopoldo Castillo, señaló el 16 de abril en su programa Aló Ciudadano: “No sólo no hay manera de confirmar estas lamentables muertes, es que los principales responsables son las autoridades, porque no reconocen las demandas de la oposición que reclama el recuento total de votos”. Esa misma mañana, el periodista Nelson Bocaranda incitó por su cuenta de twitter al incendio de un CDI, un ambulatorio medicinal de Barrio Adentro.

En la Venezuela bolivariana, por el contexto en que se realizan estas campañas, se puede hablar con certeza de una “guerra civil simbólica”, preparatoria de la otra.

Si algo hay de nuevo en esta fase de novedades mundiales, es la relación entre los sistemas de medios y el poder político. Lo que existía, cambió. Los privados fueron mutando paulatinamente su vinculación con el Estado y los nuevos gobiernos. Y los medios públicos también comenzaron a adaptarse a la novedad histórica. Dentro de esa realidad emergente, aparecieron en algunos países los medios alternativos, expresiones de resistencia social en algunos casos, o de complementación con los públicos, en otros. WikiLeaks y Aporrea son las mayores expresiones de ese fenómeno contra-cultural.

Lo excepcional es que el proceso iniciado por Chávez en Venezuela en 1999, coincidió con otros distintos pero que produjeron una transformación en el mismo sentido. Las campañas mediáticas se han concentrado y centralizado y son cada vez más sistemáticas, ordenadas y enfocadas. Deben entenderse como la respuesta necesaria de enemigos de derecha, a tipos de gobierno y sociedades que no soportan. Desde hace catorce años, cinco o seis gobiernos de América latina han logrado conformar una década de durabilidad, que no lograron Perón, Velazco Alvarado, Árbenz, Getúlio Vargas o Torrijos, en fases anteriores.

Esta batalla mediática es escenificada en la Venezuela bolivariana entre tres fuerzas de tipo periodístico y un gobierno en transición. La derecha mantiene el sistema de medios más fuerte, debido a la dialéctica surgida de su histórica acumulación centenaria y cierta debilidad chavista.

Desde el año 2005, el gobierno comenzó a construir un sistema de medios públicos que en 2013 alcanza a 16 medios nacionales de TV, radioemisoras y diarios de papel.

La particularidad del caso venezolano es que ese sistema estatal de medios es complementado por el subsistema de medios comunitarios, donde se ubica el medio informativo más leído del chavismo, y el segundo en todo el territorio nacional. El contador Alexa.com certifica que Aporrea.org, un medio no gubernamental, aunque chavista crítico, es el segundo en lectura en Venezuela, sólo superado por un medio opositor llamado Noticias24, donde el gobierno coloca más propaganda que en Aporrea.

Para un análisis más detallado de estos temas, se puede acudir a tres textos:

1- Abril, golpe adentro, de Ernesto Villegas. 2- Investigación sobre unos medios por encima de toda sospecha, de Luis Brito García. Medios y Poder en Venezuela, de Modesto Emilio Guerrero,

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