abril 19, 2024

La demagogia de un empresario-político

La demagogia y la mentira del jefe de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina, ya provocan gran indignación por su insulto a la inteligencia. No hay semana en que el político y empresario no le mienta a la gente y además juegue, con absoluto descaro, con los hechos de la historia para tratar de volcarlos a su favor.

La última de las “sabias” ocurrencias de Doria Medina ha sido proponer que el edificio que se está construyendo a lado de Palacio Quemado, con el objetivo de concentrar lo más que se pueda al Órgano Ejecutivo en un solo lugar, sea convertido, por cualquiera que llegue al gobierno en enero de 2020, en un hospital moderno con salas para diagnósticos oncológicos y tratamientos de radioterapia.

La propuesta del exministro privatizador, que seguramente surge de un estudio hecho por alguien que no conoce nada de salud y por el que pagó miles de dólares, es una completa demagogia, refleja un pésimo olfato político y un gran absurdo que pone de manifiesto de lo que es capaz de decir y ofrecer el político-empresario para ganarse el apoyo popular que hasta ahora le está negado a pesar de sus millonarias inversiones. Un estudiante de medicina sabe que una infraestructura de salud, sobre todo hospitalaria, exige un nivel de construcción que debe ser tomado en cuenta desde su concepción. Ha sido incluso Guillermo Cuentas, un exministro de Salud y experto en temas del área, uno de los primeros en desechar las ideas de Doria Medina ampliamente destacadas –cuando no- por algunos medios de comunicación opositores como el matutino paceño Página Siete.

Pero detrás de la demagogia de Doria Medina hay varias cosas que se ponen de manifiesto:

Primero, la escasa capacidad que tiene el jefe de Unidad Nacional para aspirar a ser conductor del Estado. No es lo mismo ser empresario, favorecido por los gobiernos de derecha en su momento, que conducir un país para beneficio de la población y sin enajenar la riqueza nacional.

Segundo, la forma grotesca con la que este político juega con la subjetividad de la población, a la que engaña permanentemente cuando propone ideas irrealizables. Esto significa subestimar a la gente y pensar que sus palabras serán tomadas por serias y responsables por solo proceder de él. Está claro que no puede salir de la lógica colonial con la cual fue educado.

Tercero, su deliberada acción discursiva y práctica de pretender tapar los hechos poco legales y transparentes que lo involucran y de los que hasta ahora no ha dado satisfactorias respuestas. Ahí está su foto con un narcotraficante en el caso denominado “narcovínculos”, la trasferencia de más de 21 millones de dólares del Estado a una fundación privada conformada por militantes del MNR y el MIR, la evasión de impuestos por el llamado “caso Akapana” y otros.

La política no se hace con demagogia, manipulación y mentiras. O al menos no se lo debería hacer. Esas formas de hacer política ya no caben en la cabeza de la gente, sobre todo de los sectores populares.

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