febrero 12, 2025

Las fuentes primarias para la historia obrero-popular


Por Luis Oporto Ordóñez * -. 


Los documentos auténticos: base de la historia oficial

Según el código civil el “documento público o auténtico es el extendido con las solemnidades legales por un funcionario autorizado para darle fe pública”, estos testimonios de los actos de la administración deben ser originales, impresos en papel membretado, con lugar, fecha y firma, con los que adquiere fuerza probatoria y por ello “hace de plena fe entre las partes otorgantes” y “hace plena fe también contra quien lo ha suscrito”.

Eso explica el rigor jurídico del Estado que señala como “obligación para el ejercicio de la función pública, inventariar y custodiar en oficinas públicas, los documentos propios de la función pública, sin que puedan sustraerlos ni destruirlos”, bajo pena de privación de libertad al “que suprimiere, ocultare o destruyere, en todo o parte, un expediente o un documento”; quien destruya o deteriore un bien perteneciente al patrimonio histórico nacional, “incurrirá en privación de libertad de uno a seis años” y en caso de destrucción por fuego, “la sanción será aumentada en un tercio”. Al garantizar la conservación de los documentos oficiales, se resguarda la historia oficial misma.

Las clases populares en general carecen de Historia. Las elites intelectuales no las consignan en sus estudios, por el carácter de las fuentes oficiales. Por esa razón, campesinos, obreros, mineros, fabriles, gremiales y sectores populares, sólo aparecen como estadísticas, como víctimas de masacres y carne de cañón en conflictos internacionales. La razón de esa invisibilización historiográfica se debe a que los sectores obreros y populares, , salvo raras excepciones, carecen de archivos. Podemos concluir que sin documentos, no hay historia, pero, parafraseando a Gunnar Mendoza afirmamos que la historia que excluya a las masas populares, será, siempre, una historia incompleta y falaz.

Las fuentes primarias alternativas para la Historia obrero popular

La cátedra de Archivística de la Carrera de Historia de la UMSA [1] y la Biblioteca y Archivo Histórico de la Asamblea Legislativa Plurinacional, impulsaron un proyecto para estudiar las fuentes primarias alternativas para la Historia, tomando como estudios de caso los Archivos del Sindicato de Huanuni (que está en el SIDIS), Sindicato de Trabajadores de la Cervecería Boliviana Nacional, Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de La Paz “Túpac Katari”, la Hemeroteca del terrateniente Blas Rocabado (Vicepresidencia del Estado), los panfletos políticos (MUSEF) y los Archivos Fotográficos de Julio Cordero, Gustavo Thorlichen y Comibol (en el Archivo Histórico de la Minería Nacional).

Los periódicos, las fotografías y los panfletos, así como gran parte de los documentos producidos por los sindicatos no cumplen con todas las características de los documentos auténticos, pues muchos son solo copias, al haberse extraviado los originales, por diversas razones, como la represión política en gobiernos militares, la requisa y destrucción de los archivos sindicales y la tradición de los dirigentes de llevarse los documentos de su gestión como si fueran de su propiedad y sólo dejan copias bajo custodia de los Secretarios Permanentes, los archivistas sindicales por antonomasia.

En los Archivos sindicales no existe relación entre la fecha de creación del ente laboral y las fechas extremas de los Archivos. El sindicato de Huanuni (uno de 68) se creó en 1936 pero sus documentos datan desde 1951; el sindicato de la Cervecería se creó en 1942 y sus documentos más antiguos son de 1959, y el sindicato Túpac Katari fue creado en 1982 y tiene documentos desde 2008. Se ha perdido de forma irremediable 14 años, 17 y 26 años de memoria. Esa tendencia se mantiene a medida que pasa el tiempo. Sólo el SIDIS (FSTMB) tiene un Archivo organizado y logró implantar las transferencias documentales, una verdadera proeza si se considera que son documentos de propiedad privada y por ello no están obligados a transferir sus archivos. Los documentos de la Cervecería y la Federación Única, custodian sus documentos en sus oficinas. La Hemeroteca Blas Rocabado (ejemplo único en su género), fue creado por un patriarca cocalero con marcada obsesión por informarse por medio de periódicos de lo que sucedía en Bolivia y el mundo, tradición que empezó en 1908 hasta su muerte acaecida en 1929. Su viuda, Susana Ergueta, reunió al clan familiar y planteó tres alternativas: quemar, obsequiar o tirar las colecciones. El criterio unánime fue de mantener las colecciones que Susana continuó e incrementó con los periódicos publicados durante la guerra del Chaco, y a su muerte sus hijos continuaron la tradición hasta 1979. Las colecciones fotográficas pertenecen a los fotógrafos Julio Cordero (1879-1961) y Gustavo Thorlichen (1906-1986) y a la Corporación Minera de Bolivia que documentó sus funciones y actividades de manera sistemática. Del Cordero (el más grande fotógrafo de Bolivia) el Archivo Minero adquirió 80 fotografías, del segundo la Comibol logró recuperar 75 fotografías hechas por encargo para documentar los logros de la revolución del 52. El Archivo Fotográfico institucional reúne 10479 registros. Están organizados por colecciones (fondos), ordenados en series temáticas, catalogadas en una Guía General. Las escasas ocho colecciones de panfletos políticos que recuperó el Musef entre 1973 y 1996, forman una muestra muy pequeña de un universo de impresos que caracterizó a los partidos políticos bolivianos, de diversa ideología como el Movimiento Revolucionario Tupac Katari de Liberación (indigenista), Partido Comunista de Bolivia (marxista), Acción Democrática Nacionalista (derecha conservadora), Movimiento Nacionalista Revolucionario (neoliberal), Partido Obrero Revolucionario (trotskista), Movimiento Indígena Túpac Katari (indianista), partido Indio (indianista radical) y Vanguardia Revolucionaria 9 de abril (nacionalista).

Carácter de las fuentes alternativas

Ante la destrucción masiva de la memoria histórica documental impresa, las fuentes primarias identificadas en esta investigación, son de un valor incalculable, pues en sus soportes surge con fuerza el valor informativo de los documentos, formando fuentes primarias alternativas para la reconstrucción de la Historia de los movimientos obreros, campesinos, indígenas y populares, sin importar que no reúnan las características de los documentos públicos auténticos, sino sobre todo por el valor informativo que contienen, el que es capaz de informar de manera idónea sobre el origen, naturaleza, desarrollo y finalidades de los sectores contestatario de la sociedad boliviana. En estos documentos que sobrevivieron a sus productores, subyace la otra cara de la moneda, es decir la visión de la historia social, construida cada día, por los actores sociales antagónicos de las clases dominantes, proceso histórico que fue ignorado de manera secular por las elites ilustradas a lo largo de la historia nacional. La Historia de los pueblos sólo puede ser escrita por ellos mismos y por intelectuales orgánicos a su servicio.

 


*         Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas, docente titular de la carrera de Historia (UMSA), presidente del Comité Regional de América Latina y el Caribe del Programa Memoria del Mundo de la Unesco-Mowlac.

1         Los estudiantes que participaron en el proyecto fueron: Soledad Tito, Adrián Machicao (SIDIS), Natalia Linares, Lucía García, Fabricio González, Diego Azero (Cervecería), Luz Alejo, Wilder Espinoza (Federación Campesina), Coralí Sanjinez, Raquel Villca (Hemeroteca BAHALP), Lucía Zambrano, José Peralta, Luz Orihuela, Nilda Callpa, Claudia Flores (COMIBOL), Jhenny Huanca y Álvaro Calle (MUSEF).


 

Sea el primero en opinar

Deja un comentario