noviembre 30, 2023

Bolivia en el plano internacional: la dignidad proyectada


Por Paula Klachko-. 


Hoy el pueblo de nuestra herida Argentina arrodillada a los pies del FMI mira y admira profundamente esa dignidad proyectada por Bolivia y su humildemente enorme representante en cada escenario de lucha y foro internacional. Admiramos su permanente solidaridad con todas y cada una de las causas de liberación nacional y social, con cada injusticia, sin temerle al inmenso poder de fuego del imperialismo y sus empleados restaurados a fuerza de golpes de estado o estafas electorales en muchos de nuestros gobiernos, aunque ese atrevimiento de descolonización conlleve a la ira de los poderosos.


La soberanía política y los grados de independencia económica logradas, teniendo como base material la nacionalización de los recursos estratégicos, se proyecta así en una política exterior soberana, no le debe subordinación a nadie. Sus socios estratégicos son los que plantean las relaciones internacionales en un proyecto de Patria Grande que Bolivia ayudó protagónicamente a construir, y ahora lucha denodadamente por mantener. Son los que forman parte del ALBA, esa construcción que hace apenas 20 años atrás parecía toda una utopía y que hoy hace de la solidaridad, el apoyo mutuo, el antiimperialismo y el respeto a la autodeterminación de los pueblos su bandera.

¡Qué contraste con el alineamiento automático al imperio de los gobiernos de derechas pegoteados por las cúpulas en el Cartel de Lima! Su sola excusa de existir es el odio por los gobiernos populares, los que se atreven, aunque mas no sea en alguna medida, a cuestionar la subordinación al gran capital trasnacional estadounidense y sus cuadros políticos y militares. Odian a los gobiernos que expresan a sus pueblos y que se animaron a levantar las cabezas agachadas por siglos, con honrosas excepciones de lucha y emancipaciones. Además de odiar a sus propios pueblos, por supuesto. Es que las clases dominantes de todos los tiempos, desde que existe la propiedad privada y el estado que se monta para protegerla y perpetuarla, necesitan reducir, menospreciar, despreciar, sentir como inferior y desechable a las masas que constituyen su objeto de explotación.

El pueblo boliviano conoce la profundidad de tantos siglos de sojuzgamiento y valora, tal vez no todo lo que debiera, que, como gusta decir Evo, ahora tenga un indio en el poder, como siempre debió haber sido.

En cambio, los gobiernos de derecha odian a sus pueblos. En Colombia nos matan a las y los campesinos y militantes, nos quieren callar con el miedo, también en México. En Argentina nos echan de nuestros trabajos, nos roban parte del magro salario cada día más, nos reprimen y criminalizan cuando protestamos, al igual que a nuestras y nuestros líderes y, siguiendo el ejemplo de México y Colombia, nos quieren meter por decreto a las fuerzas armadas a intervenir en la seguridad interna. Es el reflote de la nefasta doctrina de la seguridad nacional que, además, deja claro la facultad de emplear el instrumento militar en “Operaciones en Apoyo a la Comunidad Nacional e Internacional”. En las antípodas de Bolivia, sabemos qué significa “comunidad internacional” para estos vendepatria: la comunidad constituida por los que compran patrias. Y sabemos a qué va dirigido: a una eventual intervención militar orquestada por el ministerio de las colonias yanquis, la OEA y su nefasto secretario general, hacia Venezuela que está en el ojo de la tormenta imperial. O hacia cualquiera de las construcciones soberanas que hoy ocupan -aunque insistan en hablar de un fin de ciclo progresista- gobiernos populares en varios países de Nuestra América, entre los que se destaca Bolivia. También debemos contrastar la soberanía militar y geoestratégica de Bolivia con, por ejemplo su Escuela Antiimperialista del Ejército, con la triste alfombra roja que Macri les pone al Comando Sur de los EE.UU. y a sus bases militares.

La ira de los poderosos

Por todas esas virtudes y muchas más, el proceso de cambio Boliviano ha despertado en el plano internacional tanto respeto y amor por parte de los pueblos, de las y los militantes populares comprometidos con la transformación real y con la disputa del poder con las clases dominantes. Pero también ha alimentado la ira de los poderosos, quienes suelen ser acompañados por el fino trabajo de ciertos y ciertas intelectuales quintacolumnistas de cafetín -como los llamara Álvaro García Linera- que tanto daño (es lo que quieren) hacen a las construcciones emancipatorias. Al igual que una izquierda minúscula muy sospechosa, pues dedica mucho esfuerzo en, no solo hablar mal de los procesos revolucionarios realmente existentes y dignos de nuestra América, sino que se moviliza en contra de esos gobiernos populares aportando a la confusión que ya de por sí abunda alimentada desde las usinas del poder y sus corporaciones mediáticas. Pero sobre todo son los cuadros políticos del imperio quienes muestran mucha preocupación. Lanzan, una vez más, sus alaridos desesperados, para ver si sus mentiras pueden afectar en algo tanta construcción popular, tanta dignidad proyectada. Intentan ir “ablandando” a la opinión pública de la sociedad estadounidense para justificar la intensificación de los ataques a la medida del calendario electoral.

Una de las exponentes de lo peor de la humanidad, la congresista Ileana Rhos Lethinen con su permanente indignación frente al levantamiento de las y los condenados de la tierra, adoradora de los somoza, los batista y cuanto asesino con poder haya ocupado nuestros estados en nombre de las oligarquías, ha expresado nuevamente la amenaza que significa “el régimen de Evo morales para la estabilidad y la seguridad de nuestros aliados en el hemisferio y más allá” y para la “Seguridad Nacional de los EE.UU.”. Revientan de odio cuando los pueblos se levantan y, sobre todo, cuando dejan de ser una “izquierda inofensiva” y osan disputar el poder del estado, y aún más: mantenerlo. Desbordan su veneno cuando Cuba, Bolivia y Venezuela se dan la mano y junto a otros siguen con el compañero David Choquehuanca construyendo el ALBA, al que no pueden deshacer como lo intentan con la UNASUR y pronto, es de esperarse, irán por la CELAC. Todavía no le perdonan al Evo haber echado del país a sus agentes y agencias rectoras del orden en su patio trasero.

De la caridad a la dignidad

La política exterior de Bolivia se enmarca en el concepto bolivariano de la diplomacia de los pueblos. Del andar mendigando préstamos e impunidad ahora exportan al mundo su ejemplo de dignidad: reflejo de su soberanía y emancipación; de su lucha por el mar que les corresponde; de su anticapitalismo, antiimperialismo y anticolonialismo; de su construcción del buen vivir; de su internacionalismo proletario, campesino y popular que promueven con masivos encuentros como el de los 50 años del Che en La Higuera, o en unos días el “3er Seminario Internacional: América Latina en Disputa”, a realizarse del 7 al 10 de agosto en Santa Cruz, y tantos otros.

Es ejemplo de dignidad por su política interna y externa. Por su construcción popular, campesina, indígena, proletaria, diversa, plurinacional, descolonizadora, su política de estado, de distribución de la riqueza, de reconocimiento de derechos, pero también de impulso y avance hacia otras formas de relaciones sociales que, desde una economía mixta, plantean la marcha hacia el postcapitalismo.

Bolivia exporta experiencia de lucha, descolonización y teoría, cuyo mejor exponente es el actual vicepresidente, el Lenin de América Latina.

Evo, así como fue un tejedor de la unidad y articulación política de las diversas fracciones del campo del pueblo en su país, fue también un articulador junto a otros y otras grandes líderes de la unidad de Nuestra América, de la construcción de la Patria Grande. Y es un fiel defensor de ese sueño compartido a pesar de los esfuerzos de las derechas por destruirlo. ¡Cuidemos a la Patria Grande, cuidemos a Bolivia y a Evo Morales!

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