El jugador yungueño Ramiro Ballivián cuenta cómo llegó al fútbol profesional. Recomienda que los entrenadores deberían buscar talentos en las zonas rurales de Santa Cruz, los Yungas y el altiplano paceño.
¿Cómo nace su pasión por el fútbol?
Cuando tenía siete años participé en un torneo que se organiza cada año en el atrio de la Iglesia de mi pueblo, Coripata, en memoria de Ramiro Castillo. Ahora lo organizan Iván Castillo y Ricardo Andaveris.
Ahí comenzó mi pasión por el fútbol, cada vez te hablan de Ramiro Rastillo, Iván Castillo, Luis Iriondo, Natalio Flores, Demetrio Angola y de otros jugadores que han salido de mi pueblo, uno se mete en la cabeza seguir ese sueño de ser futbolista profesional.
Esta profesión te hace viajar a todo lado y a ayudar a tu familia a mejorar, ya que siendo un agricultor de coca es difícil alcanzar objetivos, porque todos los días uno tiene que trabajar, plantar, desyerbar, cosechar y vender.
¿Cuál era su rutina?
Estudiaba en la mañana, hasta las cuatro de la tarde iba a cosechar coca con mi familia y después a entrenar en la cancha hasta las siete de la noche.
¿Cómo llegó al fútbol profesional?
Mi hermano mayor salió bachiller mientras yo cursaba el segundo medio; se fue a trabajar a Cochabamba y un día me llamó y me dijo que me fuera porque allá había más posibilidad de ingresar a una escuela de fútbol para mejorar y después jugar en algún club.
Me probé en Wilstermann, me aceptaron, pero no querían darme para el almuerzo y terminé jugando en el equipo de la Universdiad San Simón, porque había un comedor, donde estaba pensionado.
Me vieron jugar y me convocaron a las selecciones Sub-15 y Sub-17 de Cochabamba y participé en un Bacional que se jugó en Sucre. Ese año tuve la bendición de que me convocaran a la selección boliviana para el Sudamericano que se realizó en Brasil en 2007.
Al año siguiente, el técnico de la selección, Óscar Villegas, me dijo que vaya a Universitario de Sucre a probarme, por ahí le gustaba a su hermano (Eduardo) como jugaba y por ahí me quedaba. Fui y me quedé, de 2008 hasta 2015. Así empezó mi aventura en el fútbol.
Después me fui al Tigre, donde estuve tres años (2015-2018) y ahora en Wilstermann.
¿Cuántos títulos ganó con Universitario?
En 2008 y 2014. El primer año debuté y tuve la suerte de levantar la copa de campeón siendo un jugador juvenil (Sub-20). Jugué con la ‘U’ Copa Libertadores y Copa Sudamericana.
¿Cómo le fue en el Tigre?
Fue una historia muy bonita. Cuando llegué, jugué la mayoría de los partidos y salimos segundos; al año siguiente (2016) fuí titular y logramos el título en una Navidad ganando el clásico paceño, con el profe César Farías como técnico.
Fue un sueño hecho realidad, porque desde niño pensé jugar en el Tigre y salir campeón, lo logré gracias a Dios.
¿Cómo está en Wilstermann?
Bien y muy contento. Disfruto, a medida que pasa el tiempo voy madurando más. Pese a estar ya 11 años en el fútbol uno nunca deja de aprender.
Dios me permita estar mucho tiempo en este equipo donde me tratan bien, hay un buen plantel, buenos jugadores y trabajamos para llegar a la meta que es ser campeón.
¿Es volante o lateral?
Siempre jugué de volante, pero por esas cosas del destino lo hice de lateral. En el fútbol cuando un técnico te dice si puedes jugar en otra función no puedes decirle no para no cerrarte las puertas, yo aprendí a decir sí porque te exige mayor esfuerzo y es una alternativa para estar en la cancha.
¿Recibió ofertas de afuera?
Cuando estaba en la Sub-17 y Sub-20 me llegaron ofertas, pero ninguna se concretó. Sigo soñando con salir, tengo fe que algún día se pueda dar antes que deje el fútbol.
¿Cómo analiza el Clausura?
Es muy irregular. Hay equipos que pierden de local y ganan de visitante.
Después del receso para que juegue la Selección, con todos los equipos con ritmo va ser un campeonato muy peleado de aquí al hasta el final.
¿Qué equipo será campeón?
Será campeón el que mejor esté bien en lo mental y tenga más convencimiento.
Por ahora, hay varios candidatos, ahí están Wilstermann, Bolívar, The Strongest, Nacional Potosí, San José, que tienen con qué para llegar al título.
¿Qué le falta al fútbol boliviano?
Tenemos que crecer, lamentablemente hay muchos problemas internos. Los que manejan el fútbol tienen que fijarse en las divisiones inferiores.
Los entrenadores contratados tienen que ir al campo a cazar talentos, a la zona rural de Santa Cruz donde hay buenos valores, la igual que en los Yungas, en el altiplano paceño, que están esperando una oportunidad y condiciones para mostrar sus cualidades.
Con seguridad en Yungas hay jugadores y buenos que vienen a La Paz, pero nadie les da para el pasaje, almuerzo y hospedaje; como no tienen recursos vuelven al pueblo a dedicarse a cosechar coca.
En The Strongest y Bolívar no hay futbolistas paceños, son contadísimos los que juegan; considero que sería lindo que en un clásico haya futbolistas paceños, por lo menos la mitad de cada equipo.
Por ejemplo, en mi época, en el Tigre jugamos Raúl Castro, Alejandro Chumacero y yo, y en Bolívar jugaban Leo Morales y Jaime Arrascaita.
¿Cómo ve a la Selección?
Tenemos que ser optimistas. De nada nos sirve ser negativos, qué más podemos perder después de que estamos últimos a nivel sudamericano; creo que tenemos que arriesgar y confiar al máximo.
Para mí, a la Selección tienen que ir los mejores del momento y será el entrenador quien vea quiénes están jugando bien en la actualidad.
Hay que ser optimistas y hacer que La Paz sea nuestro fortín, y ganar con buen fútbol a las selecciones que vengan.
¿Se siente seleccionable?
Será el técnico quien decida, yo haré mi trabajo para que el entrenador vea si estoy en condiciones de aportar con lo mío a la Selección.
¿Cree tener ventaja porque Farías lo conoce?
La Selección es para los futboliostas que mejor están jugando. Uno tiene que jugar para estar entre los 23. Ventaja o desventaja, no sé, creo que él verá quienes están en un buen momento. Yo pelearé para convencer con mi rendimiento.
Cuéntenos una anécdota…
Esto ocurrió cuando Sergio Apaza era entrenador de Universitario… Al yungueño cuando le duele la barriga toma mate de coca…
Antes de un partido contra Oriente Petrolero fui convocado por el profe Apaza, eso me alegró, pero una noche antes me comenzó a doler la barriga, me acordé que mi mamá me mandó coca, siempre lo hacía, entonces hice hervir agua, preparé mi mate y le metí en una taza grande.
Como en el Interyungueño no hay control doping, uno masca su coca y juega, pero cuando ya estaba tomando la mitad de la taza me acordé del doping, no sabía qué hacer, quería jugar, fui al partido; ya en el camarín cambiándonos me paro y le cuento al profe Apaza que me dolía el estómago y que había tomado mate de coca, sobre la marcha cambió su cara y era irreconocible, me sacó de la lista, no entré ni a la banca; por ahí me tocaba en el sorteo y estaba frito…
Desde ese día, Apaza no me convocó para jugar por lo menos dos meses. Era una cosa de locos (sonríe).
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