marzo 16, 2025

La profunda soledad de una logia envejecida


Por Editorial La Época-.


El cabildo organizado por el Comité Cívico Pro Santa Cruz este viernes no fue un acto de campaña electoral, pues no apoyó a ningún partido o candidato que se encuentre compitiendo contra la sigla de Morales; tampoco fue una reivindicación de las aspiraciones autonomistas de la sociedad cruceña, altamente marcada por un clivaje regionalista que casi empuja al país entero a una guerra civil en setiembre de 2008. No, éste cabildo fue en realidad un débil desafío de lo que queda de una vieja y disminuida élite empresarial con pretensiones señoriales frente a una realidad histórica que no comprenden pero rechazan con amargo resentimiento: el Estado Plurinacional.

Ésta élite, que se mueve en un mundo de logias, clanes, apariencias, y una alienación que les hace despreciar todo lo esencialmente boliviano, quería medir su capacidad para, en palabras del politólogo Edward Gibson, “parroquializar el poder” ¿Qué significa esto? Querían medir su nivel de influencia y convocatoria sobre la sociedad cruceña para erigirse ellos mismos como una presencia dominante sobre un espacio definido del territorio nacional, aislándose del resto del país y del mundo.

Evidentemente no lo lograron. Las banderas sobre las cuales se escondieron ésta vez resultaron igual de inefectivas que la causa autonomista que utilizaron en aquella ocasión para tratar de detener el curso de la historia. Su falso ecologismo se desenmascaraba con la simple presencia de madereros y agro empresarios de la CAINCO que acompañaban la protesta; su supuesta defensa de la democracia se desmentía con cada arenga racista que delataba a uno que otro participante entre la muchedumbre, y ni las plataformas del trasnochado 21F lograron movilizar la cantidad de personas que se cuantifican en su lista de seguidores digitales.

En pocas palabras, el cabildo no salió como esperaban, porque no logró su cometido de levantar muros en torno a una ciudad que le pertenece cada vez menos a los empresarios de vieja estirpe y cada vez más a emprendedores de piel morena y de todos los colores; nadie se escandalizó por la supuesta migración colla, en un departamento que es de hecho tierra de migrantes, no estalló violencia racista; no se pudo materializar la “paradoja señorial” que observaba con desagrado René Zavaleta. No hicieron de Santa Cruz su finca.

Ya no es posible para ellos tomar instituciones con el apoyo de funcionarios públicos ni recurrir a mercenarios extranjeros para amenazar al gobierno nacional. Su racismo, que está vivo, no puede expresarse tan libremente como lo hacía hace una década, y hasta miembros de su propia élite prefieren hacer negocios y prosperar económicamente que defender el orgullo decaído de estos señores perdidos en sus recuerdos.

¿Qué será de ellos? Es posible que sigan tratando de recuperar el poder político aunque sea en un modelo a escala, en municipios o en la Gobernación, pues sólo el manejo de recursos públicos puede hacer viable la reproducción de ésta élite que se extinguirá inevitablemente con el paso de los días, meses y años. Tendrán que volver a sus tierras, donde de seguro aún pueden dar órdenes, porque en el resto del país no tienen la menor capacidad de actuar, de intimidar y mucho menos de convencer.

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