
Por Arturo Huerta González-.
Mientras muchos países están aumentando los déficits fiscales y sus bancos centrales están comprando deuda pública en forma directa a los gobiernos a tasas de interés cercanas a cero, para que éstos gasten lo necesario para el combate a la pandemia, como para apoyar empresas y desempleados para frenar la crisis económica, en América Latina ello no acontece.
Muchos países han dejado de lado los enfoques neoliberales tradicionales de austeridad fiscal y no incremento de la deuda pública, y que los bancos centrales no compren deuda directa de los gobiernos. La realidad actual exige retomar el manejo soberano de la política monetaria y fiscal para responder a los problemas existentes y de ahí que está predominando el pragmatismo, lo que corrobora lo inoperante de las políticas neoliberales que han venido predominando a favor del gran capital.
Hay que considerar que el problema a vencer es la pandemia, como el desempleo y la caída de la actividad productiva, y de ahí que hay que incrementar el gasto público y los bancos centrales deben comprar deuda directa de los gobiernos a baja tasa de interés, para contrarrestar la caída de las exportaciones, como del consumo e inversión privada para poder retomar la actividad económica.
Hay gobiernos latinoamericanos que a pesar de los problemas de pandemia y crisis económica y alto desempleo que enfrentan, insisten en los objetivos de “estabilidad macroeconómica”, de austeridad fiscal, baja inflación, estabilidad del tipo de cambio y en no aumentar la deuda, a costa de relegar la atención de los problemas existentes. Y sus bancos centrales no están comprando deuda pública a baja tasa de interés, dado que anteponen el objetivo de baja inflación a favor de los dueños del dinero, por lo que la política monetaria deja de ser funcional a los objetivos de empleo y crecimiento.
Al continuar los gobiernos recortando sus gastos para alcanzar el equilibrio presupuestal y tratar de reducir deuda, terminan contrayendo más la actividad económica, lo que redunda en menor recaudación tributaria, por lo que no logran el equilibrio presupuestal buscado, ni la reducción de la deuda. Ello se ve acentuado por las altas tasas de interés. Tales políticas ahondan los problemas financieros de las empresas, por lo que continúa su quiebre y cierre, así como el desempleo creciente.
No se puede continuar con políticas de austeridad fiscal, cuando el sector salud está siendo rebasado y está cayendo drásticamente la economía y se está incrementando el desempleo y la miseria, pues ello ahonda la pandemia y la crisis económica. No pueden seguir las altas tasas de interés, debido a que ello acentúa las presiones financieras sobre las finanzas públicas, como sobre las empresas e individuos, lo que limita su capacidad de gasto e inversión y acentúa los problemas de insolvencia que tienden a desestabilizar al sector bancario. Tales políticas hacen que siga el desempleo, el cierre y quiebre de empresas y se prolongue la contracción económica y más tiempo nos llevará salir de dichos problemas.
Se tiene que responden a los problemas existentes, y no continuar con los planteamientos neoliberales convencionales de “estabilidad macroeconómica” de austeridad fiscal, no endeudamiento, estabilidad cambiaria, que impiden que la política fiscal, monetaria y cambiaria respondan a los desafíos que enfrentamos. Se requiere retomar el manejo de la política económica, así como regular al sistema bancario-financiero, como el movimiento de mercancías y capitales, para hacer funcional la política fiscal, la política monetaria, así como al sector bancario-financiero a favor del sector productivo y del empleo, para reducir el déficit de comercio exterior, como las prácticas especulativas de salida de capitales que desquician el mercado de divisas y de capitales y a las economías.
No se puede mantener la libre movilidad de mercancías y capitales que han actuado en detrimento de la producción y el empleo nacional e incrementan el déficit de cuenta corriente de balanza de pagos y nos hacen depender de la entrada de capitales, lo que nos coloca en un contexto de alta vulnerabilidad. Es importante regular el movimiento de capitales para evitar salida de capitales que desquician nuestras economías. No se trata de aislarnos del contexto internacional, sino que éste no actúe en detrimento de lo nacional.
No podemos seguir con las políticas que han privilegiado más mercado de economía abierta y menos participación del Estado en la economía.
No se puede tener bancos centrales que no respondan a las necesidades de financiamiento que requieren los gobiernos para encarar los problemas que se enfrentan. Se requiere una interacción permanente entre las autoridades fiscales y monetarias para que éstas últimas respondan a las necesidades financieras para encarar los problemas estructurales que están profundizando nuestros rezagos productivos y deteriorado los problemas de salud y nivel de vida.
Los bancos centrales tienen la capacidad de comprar a baja tasa de interés toda la deuda que los gobiernos emitan.
Los gobiernos deben trabajar con déficit fiscal a favor del empleo, del desarrollo tecnológico, así como para frenar el quiebre de empresas y así beneficiar el ingreso de empresas e individuos. Se debe impulsar la capacidad productiva para evitar presiones inflacionarias y generar efectos multiplicadores internos que aumenten el ingreso de empresas e individuos y se reduzca el crecimiento de importaciones y el déficit de comercio exterior, como los requerimientos de entrada de capitales. Ello permitiría reducir la vulnerabilidad externa en que hemos caído. Al retomarse la dinámica económica, las empresas e individuos verían incrementados sus ingresos, lo que les permitiría cubrir el pago de sus deudas, como retomar el crecimiento del consumo e inversión. Por su parte, los gobiernos verían incrementada la recaudación tributaria, lo que les permitiría reducir el déficit fiscal, como cubrir el pago de la deuda y reducirla.
Nota (*) Profesor del Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM.
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