Estados Unidos, y no Bolivia, es el principal responsable de que las relaciones bilaterales entre ambos Estados no mejoren, ya que declaraciones como la emitida desde el Departamento de Estado a propósito de la acción de la justicia para esclarecer el papel de la presidenta Jeanine Áñez en el golpe de Estado de noviembre de 2019 no ayudan a restablecer un clima de confianza, sino que más bien evidencian la permanente injerencia de esa potencia mundial en los asuntos internos.
Esa es quizá la síntesis de una entrevista realizada por La Época al canciller boliviano, Rogelio Mayta, quien sostiene que el acuerdo marco suscrito entre ambos países en 2011 –tres años después de que el presidente Evo Morales expulsara al embajador Golberg por probada participación en planes de desestabilización– es permanentemente desconocido por Estados Unidos y que Bolivia mantiene su decisión de tener relaciones con todos los Estados del mundo, pero sobre el principio del respeto a la soberanía.
La Época (LE).- El presidente Luis Arce ha señalado en una entrevista en México que, a través suyo, se ha tomado contacto con el Departamento de Estado para explorar la posibilidad de mejorar las relaciones bilaterales. ¿Podría decirnos los detalles?
Rogelio Mayta (RM).- Nosotros hemos estado siempre dispuestos a poder mejorar las relaciones bilaterales con Estados Unidos. El presidente Luis Arce lo ha manifestado en su discurso inicial, cuando asumió el mando de la nación, expresando de forma clara que Bolivia estaba dispuesta a tener relaciones con todos los Estados de la comunidad internacional sobre la base del respeto a su soberanía, de la soberanía de Bolivia. En ese marco, nunca hemos estado cerrados a mejorar las relaciones bilaterales con los Estados Unidos.
En esa lógica, esperamos poder avanzar en un proceso de construcción de confianzas. Lamentablemente el año 2008, detectándose injerencia política de parte de la Embajada de los Estados Unidos en Bolivia, el gobierno de entonces se vio en la necesidad de expulsar al embajador Philip Golberg. Se produjo en reciprocidad la expulsión del embajador boliviano en Estados Unidos.
Pero más allá de esa situación, Bolivia, en términos generales, siempre ha tratado de mejorar esa complicada relación, así el año 2011 se suscribió un acuerdo marco entre ambos Estados para poder desarrollar las relaciones bilaterales considerando el respeto mutuo.
LE.- ¿Qué representa Estados Unidos dentro de la política exterior de Bolivia?
RM.- Estados Unidos es para Bolivia una de las potencias globales en el mundo unipolar en que estamos inmersos hoy y la potencia principal en el continente americano. De ahí que, obviamente, no podemos dejar de lado el relacionamiento que tenemos que tener con ese país, con ese Estado.
LE.- Las relaciones bilaterales a nivel de embajadores están interrumpidas desde 2008, cuando el gobierno de Evo Morales expulsó al embajador Golberg por probada intromisión interna, ¿cómo, en qué marco y en qué tiempo se piensa restablecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos?
RM.- En la actualidad nosotros estamos con la disponibilidad de poder mejorar las relaciones con Estados Unidos. Tenemos la voluntad de mejorar esta relación, pero para efectivamente llevar adelante esa intención, se requiere de la voluntad de Washington.
Siempre hemos sostenido, desde que asumimos el gobierno, que teníamos la voluntad de tener buenas relaciones con todos los países de la comunidad internacional, sobre la base del respeto de nuestra soberanía y nuestra autodeterminación.
Bolivia no tiene un historial de injerencia política en ningún Estado, nunca ha actuado pretendiendo imponer su voluntad a ningún pueblo. No se puede decir lo mismo de los Estados Unidos que, por el contrario, tiene un largo historial de injerencia en varias latitudes del mundo y fundamentalmente en Latinoamérica.
Para ponerlo de forma gráfica, nosotros tenemos la mano extendida, dispuesta a estrechar la mano de nuestros hermanos de la comunidad internacional. El que se pueda estrechar o no la mano de los Estados Unidos, depende básicamente de la voluntad política que tenga el Gobierno de Estados Unidos. Para ello nosotros estamos a disposición, pero también sabemos que ese no será un proceso de la noche a la mañana. Va a ser un proceso que va a tomar el tiempo que tenga que hacerlo. Nosotros estamos claros y conscientes de ello.
LE.- El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, expresó su preocupación por lo que llama “signos de comportamiento antidemocrático y de politización del sistema legal en Bolivia”. ¿Ayuda esa declaración a un ambiente de distensión entre ambos Estados?
RM.- Hace días el Secretario de Estado de Estados Unidos ha expresado en un comunicado algunos cuestionamientos a Bolivia, refiriéndose a su Justicia, prácticamente pidiendo que se pudiera liberar a la señora Áñez, que fungió la presidencia durante el período de gobierno inconstitucional de 2020, y esto no contribuye para nada a que podamos ir generando un escenario de confianza mutua. Esta acción es injerencia en asuntos internos, para decirlo en forma muy simple, y está prohibida por el acuerdo marco que suscribimos Bolivia y Estados Unidos en 2011, que de forma expresa señala que los Estados deberíamos abstenernos, deberíamos limitarnos en realizar injerencia en el otro país, en el otro Estado.
Lastimosamente esta es una muestra de cómo actúa los Estados Unidos, de cómo ha actuado hasta ahora, cómo sigue actuando. Pero, ante esa situación, a nosotros nos toca simplemente recordar las obligaciones que los mismos Estados Unidos asumieron en el convenio marco de 2011, que son las reglas que nos pueden permitir mejorar nuestras relaciones. Pero, como lo había manifestado antes en este caso, no es Bolivia la que está incumpliendo el acuerdo marco, se trata de Estados Unidos. Son ellos los que deberían evaluar su accionar. Nosotros seguiremos con la voluntad firme, que hemos expresado una y otra vez, de tener buenas relaciones con quienes respeten nuestra soberanía y autodeterminación.
LE.- El pronunciamiento del Departamento de Estado “sugiere” que se haga una “investigación independiente” de los hechos que involucran a Áñez y otros de sus colaboradores. ¿Cómo entender eso de “investigación independiente”?
RM.- En la actualidad se viene desarrollando en la Justicia boliviana una investigación sobre la responsabilidad de los autores del golpe de Estado de noviembre de 2019. Nosotros, como Gobierno, no estamos sosteniendo ninguna acusación. Vamos a dejar que sean las autoridades de la administración de Justicia las que diluciden la responsabilidad de si hubo o no participación de determinados agentes foráneos, así como los Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA). Aunque en el caso de la OEA, o más bien, del secretario General Luis Almagro, el accionar y la incidencia en los hechos en la crisis de fines de 2019 y el golpe de Estado mismo, han sido muy claras, muy evidentes. Pero eso está en manos de las autoridades de la Justicia boliviana y a nosotros nos corresponde ver el desarrollo que tengan y no pronunciarnos de forma anticipada.
LE.- A más de un año del golpe de Estado, ya no quedan dudas sobre la participación de Washington en esa violenta interrupción de la institucionalidad democrática, ya sea directamente o mediante la OEA. ¿Se pedirá al actual gobierno de Biden, aunque sea en reserva, aclaraciones sobre esta injerencia?
RM.- Las relaciones con Estados Unidos son difíciles no por voluntad de Bolivia, sino por voluntad y accionar de ellos. Ellos tienen un largo historial en Latinoamérica de injerencias. Todo el período de dictaduras militares con violaciones de los Derechos Humanos horribles que se dieron, han sido influidas, determinadas por los Estados Unidos. Eso se sabe ahora en forma documentada, hay libros, documentos desclasificados, hasta películas que muestran de forma clara eso. Entonces el afán de los Estados Unidos de querer tener control sobre lo que de cierta forma consideran como su patio trasero, es lo que impide tener una relación más constructiva entre los países de Latinoamérica y ellos en general y entre Bolivia y los Estados Unidos en particular.
Todavía nosotros estamos empeñados y creemos que podemos mejorar nuestra relación y vamos a hacer los esfuerzos que sean necesarios en ese sentido.
Pero la mayor voluntad o la mayor responsabilidad, en esa posibilidad, la tiene Estados Unidos. Esperamos que sus gobernantes, las personas que dirigen los destinos de ese pueblo, puedan en el futuro cambiar las directrices que han definido su política internacional en términos generales y, en lo concreto, con Latinoamérica y con Bolivia.
Esperamos que estos cambios que hay en el orden mundial, esta multipolaridad en la que se desarrollan las relaciones en la comunidad internacional, permitan que Estados Unidos también se replantee sus relaciones bilaterales con los países, con los Estados de Latinoamérica, en términos de mayor igualdad y de respeto a la soberanía y autodeterminación de nuestros pueblos.
LE.- A diferencia de lo sostenido por comentaristas de oposición, Bolivia nunca se ha cerrado a tener relaciones amistosas con ningún país del mundo. ¿Por qué no avanza la aplicación de ese principio con Estados Unidos?
RM.- La sugerencia del Departamento de Estado de que se haga una investigación independiente es una clara muestra de injerencia en asuntos internos y de pretender asumir prácticamente una especie de rol de superioridad de quien ve desde arriba y es capaz de calificar lo que es independiente de lo que es dependiente y dependiente de qué.
Desde luego que afirmaciones de ese tipo son inadmisibles en el marco del respeto que se tiene que tener a la soberanía de los Estados. Tiene que ser la administración de Justicia de los bolivianos, probablemente con algunos auxilios, como la participación en nuestro caso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las que nos permitan determinar con claridad la responsabilidad sobre los hechos de graves violaciones a los Derechos Humanos ocurridas a fines de 2019, en ocasión del golpe de Estado.
Pero la pretensión de Estados Unidos de definir qué Justicia es independiente resulta absolutamente impertinente.
LE.- Los presidentes Luis Arce y Andrés Manuel López Obrador han señalado que la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) es clave para América Latina y el Caribe, pues es un mecanismo de integración y concertación política sin la participación de Estados Unidos y Canadá. ¿Es posible lograr relaciones menos subordinadas y más amistosas con Estados Unidos desde esa instancia?
RM.- El fortalecimiento de la Celac resulta siendo clave para nuestra Región porque nos permite un escenario en el que países de América Latina y el Caribe podemos encontrarnos, y tratar de aunar esfuerzos en determinados aspectos a la vez de tratar de generar un escenario de discusión política, pero además asumir algunas iniciativas de orden práctico en diversos ámbitos.
Eso es muy importante porque en este nuevo orden multipolar, la única forma de hacer un contrapeso efectivo es en base a la unidad de nuestros pueblos. Y esa unidad está marcada geográficamente, por un lado, pero, por otro, por raíces culturales afines, que compartimos América Latina y el Caribe.
De ahí que la posibilidad de que aunemos esfuerzos para potenciar la Celac sea muy trascendental en el futuro inmediato para diversas cosas, tan concretas e importantes como la posibilidad de tener los insumos sanitarios para enfrentar situaciones como la pandemia o la posibilidad de crear nuestra propia vacuna latinoamericana, o tratar de no quedar rezagados en la carrera tecnológica en diversos ámbitos, como en el de los satélites. Es clave para la unidad de nuestros pueblos.
En la actualidad esa posibilidad de un escenario de unidad, de diálogo, de construcción colectiva, perfectamente claro, es la Celac.
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