Por Oscar Silva Flores * -.
El relato bíblico señala que, tras mandar a la cruz a Jesús, luego de preguntar a la multitud si querían liberar a este o a Barrabás, Pilatos pidió agua y se lavó las manos, exclamando que la sangre del que iba a ser sacrificado cayera sobre ellos. Pilatos, a la sazón quien refrendó la decisión de las masas, se liberaba públicamente de cualquier responsabilidad.
Esta última semana, la noticia de mayor impacto fue la detención en Estados Unidos de Arturo Murillo, exministro de la represión dictatorial, aquel que amenazó con salir de cacería de masistas, que con esposas en la mano decía que metería en la cárcel a todo aquel que se le opusiera y caminaba por las calles con uniforme de campaña, algo que no lo hizo cuando le tocó cumplir con su obligación ciudadana de acudir al servicio militar.
Mientras perseguía a sus opositores y encarcelaba a inocentes, mientras recibía el silencio cómplice de los grandes medios y pagaba millonarias sumas en cuentas falsas de redes sociales en Estados Unidos, Brasil y Colombia, en menos de los que canta un gallo había organizado una red criminal corrupta; tal vez ya estaba armada mucho antes y fue parte de la conspiración golpista, una red destinada a saquear al país, sin que nadie se pusiera en su camino.
La compra de gases lacrimógenos, destinados a seguir reprimiendo al pueblo movilizado en defensa de la democracia y la libertad, fue su talón de Aquiles, por donde empieza a desmoronarse la fábula del fraude que armaron para asaltar el poder y el cuento de la persecución política masista, con la que creyeron podrían garantizar su impunidad.
Hubo golpe y hay que sancionar a los responsables. Hubo corrupción y hay que sancionar a los culpables. No es persecución, no es venganza, es justicia. La corrupción en la compra de los gases lacrimógenos es solo una muestra. Hay que seguir investigando y procesar a los responsables de la corrupción en YPFB, en BOA, en Entel. Todo lo que tocaron los golpistas lo corrompieron, donde se pone el dedo salta el pus fascista en las empresas públicas e instituciones del Estado.
También hay que investigar y procesar y sancionar a los Pilatos, los cómplices del golpismo corrupto, que apenas conocieron la caída del “bolas” saltaron a las redes y los medios a curarse en salud, a festejar la detención de su líder, a pedir que se lo sancione y a decir que ellos no tuvieron nada que ver con el más nefasto Gobierno de la historia de nuestro país. Los Camacho, los Quiroga, los Justiniano, los mercenarios de la pluma y el micrófono, que ahora se sienten inmaculados y defenestran a quien fue su amo, y piden que pague sus culpas, cuando apenas unos días atrás gritaban que el Gobierno los perseguía a ellos y a sus compinches, y pedían la libertad para sus amigos presos por decisión judicial.
De la misma manera hay que investigar y procesar a quienes, como siempre, guardan silencio, ese silencio cómplice y oportunista que los ha caracterizado desde siempre, los pusilánimes que después de arrojar la piedra esconden la mano, aquellos que instigaron quemar las oficinas electorales, que denunciaron fraude y nunca pudieron probar nada, pese a que pusieron a sus compadres a manejar el aparato electoral; a ellos que nunca se preocuparon de la economía ni de la salud de los bolivianos, ni cuando fueron gobernantes “democráticos”, ni mucho menos cuando fueron cómplices de la dictadura fascista.
A todos quienes ayudaron a saquear las arcas del Estado, los que se tomaban fotos junto al aprendiz de matón, a aquellos que le pusieron a los pies sus plumas, cámaras y micrófonos, a aquellos que andaban con la Biblia en la mano, orando a diestra y siniestra, ¿por lo menos les remorderá la conciencia, si es que la tienen, por lavarse las manos como Pilatos? Esos son los que hablan de dignidad, de honor, de moral, de lealtad y fueron los que asaltaron el poder junto a Murillo, pero hoy lo dejan librado a su suerte, huyen como ratas cuando su barco se hunde por el peso de la corrupción que llevaba encima. Todos los conocen y pueden bañase en agua bendita, pero jamás lograrán engañar a la gente que clama justicia.
* Periodista y abogado.
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