Por Soledad Buendía Herdoíza * -.
El debate sobre los paraísos fiscales vuelve, o quizás nunca se ha ido, pero hoy ocupa los titulares de las principales portadas de los medios de comunicación, y es el presidente de Estados Unidos quien lo posesiona en la reunión del G-7, grupo conformado por las siete economías más desarrolladas del mundo. El plan de Biden y Yellen incorpora un impuesto mínimo mundial de sociedades para evitar la evasión y la elusión fiscal.
En Ecuador es un tema largamente tratado, desde el punto de vista legal y desde el punto de vista ético. Es así como Rafael Correa impulsó, en febrero del 2017, una consulta popular a través de un plebiscito y le preguntó al pueblo ecuatoriano: “¿Está usted de acuerdo en que, para desempeñar una dignidad de elección popular o para ser servidor público, se establezca como prohibición tener bienes o capitales, de cualquier naturaleza, en paraísos fiscales?”
El triunfo del Sí representaba una “gran noticia para el mundo” y pronto se vería en otros países, ya sea por vía de consulta popular o por la vía legislativa, adoptar esta misma clase de medidas: que los servidores públicos no puedan tener capitales, empresas, inversiones en paraísos fiscales, peor aún dignatarios. Ecuador dio, con este cambio normativo, un duro golpe a la corrupción y a los mecanismos utilizados para guardar el dinero malhabido.
La lucha contra los paraísos fiscales emprendida por la Revolución ciudadana ataca la evasión fiscal delictiva y la elusión de envoltorio legal que también nutre a los paraísos fiscales, impulsando un pacto ético para que los recursos se queden y se inviertan en Ecuador, reactiven la economía y generen empleo.
El tema de los paraísos fiscales es un problema económico global, pues la evasión fiscal en el mundo se calcula supera los 36 billones de dólares, aproximadamente la mitad de toda la riqueza producida anualmente por el planeta. Los países desarrollados lideran el ránking de flujos ilícitos que en su mayor parte son maniobras de sub y sobre facturación de multinacionales, pero que igualmente incluyen al narcotráfico, la trata de personas, la corrupción, la delincuencia organizada y la evasión fiscal de multimillonarios.
Pero además es un problema político, por lo que las medidas contra los paraísos fiscales ayudan a desarticular la simbiosis entre poder económico y el poder político, dando a la sociedad la oportunidad de un nuevo modelo económico-social.
Mientras vivamos en un mundo donde el capital esté sobre el ser humano y la mentira sea el antivalor más defendido en función de la “libertad de expresión”, es complicado cambiar la realidad. Así que lo que nos queda es construir causas y pelear por ellas.
* Miembro de la Asamblea Nacional del Ecuador.
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