mayo 27, 2023

La Obertura

Por Sergio Salazar Aliaga *-.


Sergio Calero es un representante de la música, un gran coleccionista, melómano, rockero, beatlemaniaco, director de la radio Deseo, hizo tele, tuvo una disquera y es dueño de uno de los espacios más importantes de la ciudad de La Paz, La Obertura café, arte, rock, ubicado en pleno Sopocachi, en la Av. 6 de Agosto esquina Aspiazu, donde estuvo 10 años, para después trasladarse al pasaje Medinacelli. Con él cruzamos estas palabras.

Melómano

“La pasión por la música viene desde mi casa, mi padre era un melómano coleccionista como yo, él era un fanático del bolero, de Los Panchos, tenía toda la colección, además una foto con ellos, tocaba la guitarra y cantaba. Él era bioquímico, pero hacía unos trabajos para Discolandia y se hacía pagar con discos, él amaba los discos, ha sido una continuación directa no solo conmigo sino con mis hermanos.

Entonces lo que recuerdo es que la música siempre estuvo en casa, The Beatles han estado desde siempre, cuando yo nací ya estaban en casa. Al principio tuve una influencia de mi hermano mayor, que siempre fue un beatlero, además cuando yo tenía seis años él ya estaba trayendo Jethro Tull, Pink Floyd, Deep Purple, entonces fui creciendo con todo eso; cuando fui adolescente ya tuve mis propios gustos, pero fue una continuación de una pasión heredada de mi padre.

Tuve dos vías, la primera fue el rock, encuentro mi propio gusto cuando descubro Queen, me topo con Freddie Mercury en la Pérez Velazco en una liquidación de Discolandia, encontré el ‘Sheer Heart Attack’ versión boliviana, me lo compré sin conocer mucho y me voló la cabeza, me volví un queenero, este grupo fue el primero propio, ya no de mi hermano, después descubrí otros más. La segunda fue el folklore, la música boliviana, me coparon dos sonidos, mi padre me había dejado la semilla de Los Jairas y Alfredo Domínguez; en mi adolescencia descubro Savia Andina y Wara, ellos me abren una veta nueva por mi gusto por la música, ya no solamente el rock.”

La Obertura Café

“Es una continuación, es el tercer proyecto que tuvimos, dentro de la música rock. El primero fue La Obertura en el siglo XX en televisión en los 80; después hicimos una disquera que también se llamaba La Obertura, donde vendíamos discos especiales de conciertos, cosas alternativas; y el tercero fue hacer un local donde se escuche rock, además surge con una iniciativa no propia, sino de un amigo que falleció, Alfonso Lora, quien no era rockero del todo; hicimos una sociedad, yo aporté la parte del carácter que era el rock, la música, el diseño, luego yo continué.

La Obertura se convirtió en un refugio para los rockeros que en su momento no encontraban un espacio con estas características, en eso siempre fui muy riguroso –Maná y Shakira no se escuchaba, por ejemplo, en otros locales funciona, y está muy bien, pero el nuestro era más selectivo–.

Inauguramos el año 2001, si no me equivoco, y estuvimos como 10 años en la primera Obertura y luego pasó al pasaje Medinacelli.”

Ambientación

“La ambientación giraba alrededor del rock, por ejemplo los menús eran una caja de cd digital, los nombres de los tragos eran muy simpáticos: el Jim Morrison era el gin tonic; el Bob Marley era amareto con whisky; el Woodstock era San Mateo; o el Strawberry Fields Forever, canción de los Beatles, era crema con frutillas.

Las primeras mesas eran portadas de disco, después tuvieron formas de guitarra, tuvimos un muro de Pink Floyd, la idea era que fuera más grande y cubriera un buen espacio del muro donde está la boca de The Wall, fue muy difícil hacerla, la encargamos a un artesano de El Alto, lo hizo perfecto.

Hicimos una serie de conciertos acústicos y hablados, donde se suponía que el artista iba a tener un diálogo con la gente, un poco complicado, el propio Grillo Villegas me dijo que iba a ser difícil, acá la gente no se anima hablar, en realidad tenía razón, en ese momento estaba cantando con Roció Cuba. No nos limitamos al rock, también estuvo Jenny Cárdenas, Carlos López, se hicieron varios tributos como el de Kiss, y, bueno, varios grupos más. Lastimosamente las condiciones del café no daban para grupos, porque era un edificio y eso nos ponía límites.

Hicimos una selección de imágenes que creíamos que valía la pena mostrar, siguiendo un poco lo que habíamos visto en viajes, como ser el Hard Rock, al ver una guitarra que usó George Harrison o el traje de Freddie Mercury, aquí nosotros no podíamos hacer eso pero tuvimos claro el dar esa sensación de impacto, emocional, lo podíamos hacer acá y tratamos de reunir ciertos elementos, discos o fotos que de algún modo muestran algo, como la llegada de Jethro Tull a Bolivia o de Deep Purple, autografiadas algunas.

Cuando nos trasladamos y nos fuimos a la calle Medinacelli, toda la ambientación la hice a mano, el diseño lo hizo mi sobrino Juan Pablo Calero, quien me dijo: ‘tío, vas a dibujar toda la ambientación de adentro’. Afuera hay unos lindos murales de The Beatles.

La parte de abajo quería volverlo un centro de arte rock, que tiene un café, ese era el propósito. Abajo existía una galería, mi sueño es tener un centro artístico de rock, no como moda o gusto, sino como un pasaje histórico, que esté involucrado con la pintura, con el cine.”

Anécdotas

“Para mí lo más grato fue corroborar que el rock es un lenguaje común, al café vinieron todos los nombres claves del rock boliviano, por ejemplo la gente de Wara, y para ellos fue muy grato cuando vieron que el disco ‘Inca’ lo tenía en la pared enmarcado; lo mismo con Javier Saldías de los Climax, banda fundada en 1968; o cuando llegó Ana Belén, sus músicos vinieron al café; los Bolitas de Argentina, venían de todo, desde ministros, actores, músicos, todo público.

Una anécdota fue la celebración de la boda de Claudia Benavente, cuyo padrino era Álvaro García Linera. En el otro café del pasaje Medinacelli se casó Puka Reyesvilla, uno de los coleccionistas más completos de los Rolling Stones, en ambos casos con todas las de la ley.”

Pandemia

“Con la pandemia no sobrevivimos, los locales de este tipo funcionan en la medida que tienen que superar su propia expectativa, y con la pandemia era algo muy difícil. También Patricia Flores y yo no estamos en las posibilidades de llevarlo, tenemos otras actividades, no encontramos las personas adecuadas para que le den vida. Esto de los cafés y locales es algo esotérico, no responde a una lógica muy concreta, por lo menos desde mi experiencia; me imagino que se necesita un talento aparte para el manejo comercial de las cosas, que no necesariamente tiene que ver con el manejo artístico.”


  • Cientista político.

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