febrero 18, 2025

Los derechos territoriales y el aprovechamiento de la biodiversidad

Por  Gustavo Rey-Ortíz *-.


En la Amazonía boliviana la mayoría de las familias y comunidades de los pueblos indígenas y comunidades locales desarrollan diferentes actividades relacionadas con sus sistemas económicos y alimentarios, que incluyen la agricultura, la caza, la recolección, la pesca, el aprovechamiento de especies maderables y no maderables, entre muchos otros.

En las últimas décadas uno de los retos más fuertes que se ha encarado es el reconocimiento al territorio de los pueblos indígenas, ya que por años nuestra Amazonía fue considerada propiedad de unos cuantos privados que eran “dueños” de la tierra y patrones que se daban la atribución de permitir o no que las comunidades y familias indígenas pudieran aprovechar los recursos de la biodiversidad. Estas últimas necesitaban pedir permiso para poder usar los recursos de los espacios donde nacieron y habían crecido toda la vida.

La lucha de los pueblos indígenas, a través de la Marcha por el Territorio y la Dignidad, y otros procesos posteriores, logró el reconocimiento legítimo de sus territorios. Y es a partir de allí que se desarrolla una normativa, incluyendo la Constitución Política del estado (CPE), que garantiza el derecho exclusivo de estos pueblos sobre los recursos naturales en sus tierras y territorios.

En paralelo, desde la construcción de políticas públicas se definen los procesos y procedimientos de manejo de las especies de biodiversidad para los distintos actores económicos que desarrollan estas actividades. Y, en ese marco, una línea de debate que parece técnica pero en realidad permite identificar la existencia de una percepción distorsionada sobre los derechos indígenas, es la permanente diferenciación entre el uso y el aprovechamiento de la biodiversidad, estableciendo que el uso no incluye actividades que generen ingresos.

Este debate, que incluso se ha mantenido en las definiciones de la Ley 300, de Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien, haciendo una división artificial que desde la perspectiva de los modos de manejo y producción de los pueblos indígenas no existe. La mencionada norma establece que el “Uso” se define como la “utilización de los componentes de la Madre Tierra por parte del pueblo boliviano de manera sustentable con fines no comerciales y en armonía y equilibrio con la Madre Tierra”; y el “Aprovechamiento” se entiende “como la utilización de los productos de los componentes de la Madre Tierra por personas individuales y colectivas para el desarrollo integral, con fines de interés público y/o comercial, autorizados por el Estado Plurinacional de Bolivia, en armonía y equilibrio con la Madre Tierra” [1].

Aunque estas definiciones son de importancia para establecer las regulaciones dirigidas a actores económicos que no son titulares de derechos en territorios, como pueden ser empresas forestales, empresas y/o emprendimientos de producción, cosecha y transformación de productos de la biodiversidad, en numerosas ocasiones se ha utilizado en el caso de los pueblos indígenas para limitar su derecho, estableciendo que solo pueden hacer “Uso” en el sentido que únicamente de realizar actividades de subsistencia y que las actividades comerciales están destinadas a otros actores. Pretendiendo perpetuar la idea que “los buenos indígenas” son los que tienen actividades de subsistencia y son protectores de la naturaleza.

Durante muchos años se ha dicho que estos pueblos deben ser los guardianes de los recursos de la biodiversidad, y se ve con malos ojos cuando quieren desarrollar un emprendimiento que pueda generar una mejor economía a sus familias, sin comprender que tienen el derecho al desarrollo integral. Un ejemplo de esta visión integral necesaria es cuando se recolecta el chocolate, la castaña o la goma para comercializar; la carne del monte y la de pescado se convierten en la única fuente de proteína animal para estas personas.

Esta división arbitraria y artificial entre “Uso” y “Aprovechamiento” surge principalmente del enfoque de la conservación de los recursos naturales desde una mirada completamente científica y unilateral, sin considerar que las poblaciones indígenas ya manejaban sus recursos muchísimos años antes, y que no hacen una distinción entre lo comercial o no comercial.

Lograr una visión integral sobre la gestión de los recursos de la biodiversidad acorde con nuestra visión de la Madre Tierra, donde las diferentes visiones de los pueblos indígenas tengan cabida, es un proceso de varios años para que los responsables de desarrollar las herramientas de manejo de los recursos naturales puedan aplicar una visión integral que acarree beneficios económicos, sociales, culturales y ambientales.

Esa construcción requiere también del desarrollo de herramientas de manejo de los recursos naturales basadas en el conocimiento intercientífico, donde se deben encontrar todo el conocimiento tradicional y ancestral referente a los recursos naturales con el conocimiento científico, para que el resultado pueda reflejar la experiencia de manejo más adecuada.

Este diálogo y construcción en respeto a los derechos territoriales podría permitir la formulación de nuevos conceptos en relación al manejo y a la conservación de la biodiversidad, y que no asignan roles impuestos socialmente de “protectores” a los pueblos indígenas, cuyo conocimiento y prácticas pueden orientar nuevos modelos de gestión territorial y de la biodiversidad.

Por ello la participación de las poblaciones en el desarrollo de cualquier herramienta de manejo es fundamental, más aún en el diseño de políticas públicas que respeten su derecho al uso exclusivo de los recursos en sus territorios, y a plasmar a partir de ellos y de sus conocimientos y procesos socioculturales su propia ruta hacia el Vivir Bien


  • Biólogo, con experiencia en manejo de vida silvestre y gestión de ecosistemas

1       Estado Plurinacional de Bolivia. Ley No 300 Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien. 2012, pp. 1-38.

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