Por Pilar Lizárraga Aranibar * -.
El debate que abre la candidatura para la Defensoría del Pueblo trae al centro de la política a personajes implicados en la vulneración de los Derechos Humanos durante el golpe de Estado de 2019. Waldo Albarracín tuvo un rol nefasto en el golpe, fue parte de la organización en calle y es quien puso a disposición del fascismo a una generación que se colocó el bulto de la violencia y de la ruptura de la democracia sobre las espaldas. Este personaje, que condujo la violencia, se presenta como uno de los nombres en la galería de las y los candidatos para la Defensoría.
A la par, este proceso tiene otra protagonista que está relacionada con este ciclo histórico donde se vulneraron los Derechos Humanos, quien tiene una fijación y problema particular en la figura del sujeto político Evo Morales, sus referencias son racistas y violentas contra el cuerpo político y colectivo del ser indígena. Sus narrativas encubrieron las acciones de las fuerzas represoras y paramilitares contra el pueblo y se constituyó como cómplice de la violencia generada contra la mujer campesina originaria, de pollera y masista, en el golpe de Estado. Durante el nefasto noviembre de 2019 sus tuit estuvieron dirigidos a desinformar a nivel nacional con la narrativa que lo que se vivía en Bolivia: “era desobediencia civil y resistencia y no golpe de Estado” y “el motín policial era para preservar la vida del pueblo”. Con esta fiesta de tuit de María Galindo, la academia de activistas fascistas celebraban el festín a punta de bala que, a la cabeza de los grupos paramilitares, cobraban 37 vidas en la masacres de Senkata y Sacaba, se instalaba el racismo y la persecución y se apertura, para dizque estas y otras sujetas académicas bolivianas e internacionales, un “ciclo democrático”, contrastando con una realidad en la que el golpe de Estado y las maniobras políticas generaban la ruptura y despojo del tiempo de la transformación, el tiempo del dolor, del luto y del tejer una resistencia para recuperar el ajayu, el tiempo de la transformación y de la reconstrucción de la patria.
Galindo, en medio de las jornadas sangrientas de 2019, se apoyó en Frantz Fanon, tergiversó el sentido de la palabra de este autor buscando justificar el golpe de Estado en “lo colonial del presidente indígena”, situando su análisis en el reducido abordaje del color de la piel y olvidando aspectos centrales de la obra de Fanon, como la libertad y, sobre todo, lo que encubre en las narrativas coloniales que son base fundamental de la propia colonialidad. Nos preguntamos: ¿Quién tiene la máscara blanca en el festín de los derechos? Galindo con su narrativa tiene el objetivo de encubrir y naturalizar el golpe de Estado, fortalecer la consigna del fraude, que fue instalada por Almagro en complicidad con los grupos de poder que operan como marionetas del fascismo internacional y la de encumbrar un gobierno blanco, y se suma a las voces en la que las vidas de quienes fueron tomadas por la violencia no cuentan.
Tanto Albarracín como Galindo están, para quienes resistimos y tejimos la resistencia desde los diversos lugares, en la galería de los personajes nefastos del golpe de Estado, con roles distintos pero cómplices que los limita para liderar la defensa de nuestros Derechos Humanos en colectivo. Más allá de la sorpresa que nos traiga, no nos podrán sorprender con el sitial en este ciclo de la historia en el que se encuentran.
* Investigadora JAINA. Presidenta regional MAS – IPSP – Cercado Tarija.
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