Por La Época -.
El canciller de la República Bolivariana de Venezuela, Félix Plasencia, hizo una visita oficial al Estado Plurinacional de Bolivia. Como era de esperarse, la alta autoridad venezolana trabajó intensamente con su par boliviano Rogelio Mayta, le hizo una visita al vicepresidente David Choquehuanca, tuvo un encuentro con el expresidente Evo Morales y participó de un conversatorio con dirigentes sociales e intelectuales. Y, como no podía faltar, fue recibido por el presidente Luis Arce, quien le ratificó la voluntad de Bolivia de continuar trabajando una agenda común.
La visita no pudo ser más oportuna para levantar en alto las banderas del multilateralismo, a pocos días en que, también previsiblemente, el administrador ocasional de la Casa Blanca, Joe Biden, decidiera excluir de la IX Cumbre de las Américas a las repúblicas de Cuba, Venezuela y Nicaragua “por no ser democráticas”. Mayta y Plasencia expresaron que esas decisiones unilaterales de Estados Unidos, que ya no generan el temor del siglo XX, no contribuyen a formar espacios de diálogo franco en el continente ni mucho menos a enfrentar los problemas que aquejan a todos.
Pero el rechazo a las acciones unilaterales estadounidenses no es lo que marcó el encuentro bilateral; hubiera sido darle demasiada importancia a una potencia que está en su fase de declinación hegemónica. A lo que ambos cancilleres orientaron su labor es a encontrar puntos comunes para el desarrollo de una agenda positiva que contribuya a promover la integración y la unidad latinoamericana y caribeña, así como a reforzar los lazos de amistad entre los dos países que comparten el haber sido, sin chauvinismos de ningún tipo, los preferidos del libertador Simón Bolívar.
Y es partir de esa “razón amorosa”, como no se cansaba de decir Hugo Chávez, que las máximas autoridades en materia de relaciones internacionales de ambos países coincidieron en dedicarle mayor esfuerzo a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), como espacios de integración y concertación política, cuestión que demanda las exigencias de la coyuntura regional. Y dentro de eso el retomar el camino de ir trabajando en una mayor autonomía en el campo financiero por la vía del Banco del ALBA y de otras iniciativas.
Esta propuesta financiera es fundamental, sobre todo en momentos en que la posición estadounidense apunta a mantener la guerra en el Este de Europa, lo que provocará que otros países de enorme importancia mundial, como son los casos de China y Rusia, opten por medidas que inevitablemente conducirán a un debilitamiento de la economía de dólar. Y aunque Bolivia y Venezuela se encuentran en el mismo continente de la potencia hegemónica en peligro, eso implica más bien que, dentro de la “desglobalización” en la que se encuentra el mundo, se elija ingresar a otros escenarios más respetuosos del multilateralismo, como es el caso de los BRICS.
Que Estados Unidos se ancle en el pasado es decisión del imperio decadente. Lo que toca, y eso refleja el encuentro bilateral de Bolivia y Venezuela a nivel de cancilleres, es que la agenda positiva marque el ritmo de una América Latina y el Caribe que, en medio de su rica diversidad, apuesta a la unidad y la integración del Sur Global.
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