Por La Época-.
En un año cargado de contrastes, de viejas y renovadas disputas sociales y políticas, y de tensiones y contradicciones cada vez más notorias e intensas al interior del Movimiento al Socialismo (MAS) -el partido más grande del país- y de la dirección política de esa organización con el Gobierno, un balance objetivo del año 2022 muestra un saldo a favor del presidente Luis Arce.
Primero, el presidente mandatario está mostrando con gran prestancia que una mezcla de certeza y esperanza puesta por la población en su capacidad de enfrentar, con coherencia y efectividad, las consecuencias negativas del comportamiento de la economía mundial en la nuestra, no han sido defraudadas. A pesar de que la recesión de la economía capitalista se está acentuando debido a los efectos de la pandemia y a la crisis militar en el Este de Europa, el tipo de gestión ha conducido a que Bolivia tenga la menor inflación de la Región.
Este resultado adquiere mayor valor debido a que se encararon con inteligencia varios de los problemas propios de la economía boliviana, agravados durante el gobierno de facto: disminución del volumen de exportación de gas natural por el actual estado de las reservas, reducción del nivel de las reservas internacionales netas, ralentización de la industria y los efectos derivados del paro cívico indefinido en la producción y comercialización de varios productos.
Segundo, a pesar de la radicalidad con la que se llevó adelante el paro cívico indefinido, que tuvo paralizada a la ciudad de Santa Cruz, una táctica adecuada impidió que la violencia se apoderara de ese departamento y se irradiara a todo el país, pero sobre todo determinó que la extrema medida culminara con una derrota de dimensiones estratégicas de parte de la ultraderecha. La oposición radical tuvo que aceptar a que el Censo se hiciera en 2024 y los resultados se conocieran en los tiempos establecidos por el Gobierno, pero además se vio obligada a resignarse a que su plan de desestabilización y de posible acortamiento del mandato del presidente Arce no prosperara.
Tercero, el Presidente sale con saldo a favor, a pesar de la subida de tono y del agravamiento de la crisis interna. Si se toma en cuenta que al actual jefe de Estado se lo consideraba como un simple técnico, desprovisto de capacidad y habilidad política, y sin fuerza social propia, el terminar el año con una buena imagen y un alto índice de respaldo es algo que no puede pasar desapercibido.
Pero, a estos tres elementos centrales, que muestran la fortaleza del Gobierno, hay que sumar, por contrapartida, los problemas que enfrenta el Presidente y su resolución no es un tema de nombres. Se observa un gabinete político con limitaciones y a veces falta de iniciativa política para responder el nivel de agresión de la oposición y de cuestionamientos de parte de una facción del MAS. La política es percepción y en no pocas oportunidades se nota la ausencia del jefe de Estado. No se trata de que opte por una presencia que extenúe a la población, pero un poco más de presencia ayudaría mucho.
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