Por La Época -.
El 23 de marzo, al cumplirse los 144 años de invasión de las fuerzas chilenas a territorio nacional y tomando como ejemplo la mirada amplia y latinoamericanista del expresidente de ese país, Salvador Allende, inmolado en la resistencia al golpe de Estado de 1973, el presidente boliviano, Luis Arce, pasó de unas palabras cargadas de dolor a plantear a su homólogo Gabriel Boric el inicio de una “nueva etapa” de la historia de las relaciones bilaterales.
En esa dirección, el jefe del Estado Plurinacional propuso, como punto de partida, siete temas para la elaboración de una nueva agenda bilateral, en la que, como es lógico suponer por razones políticas y constitucionales, se reitera la posición de alcanzar una salida soberana al Océano Pacífico. Eso es algo inalterable.
El planteamiento es pertinente a todas luces. Una periodización de las relaciones boliviano-chilenas, desde la inauguración del Proceso de Cambio en Bolivia, permite identificar dos grandes etapas. La primera entre 2006-2010, en la que ambos Estados, de más a menos, desarrollan un activo intercambio de puntos de vistas en torno a la denominada “Agenda de 13 puntos”, acordada en los gobiernos de Evo Morales y Michelle Bachelet, en la que se incluye el tema de la salida boliviana al mar. Hasta antes de ese momento el abordaje era fragmentado.
Una segunda gran etapa ocurre cuando ambos países libran un juicio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya y que concluye con un fallo en el cual la demanda de que Chile se vea obligado a dialogar con Bolivia para buscar una salida a la condición mediterránea de la segunda es rechazada. Luego vendría otro juicio, ante el mismo tribunal, sobre las aguas del Silala, determinándose que se trata de un rio de curso internacional cuyo volumen de agua hacia territorio chileno se incrementó por la construcción de obras civiles.
Pero, como es obvio, un fallo no solo es la parte conclusiva, sino la parte considerativa. La sentencia es un todo orgánico. Y en ese fallo los magistrados de la CIJ admiten que Bolivia nació a la vida independiente con salida soberana al Pacífico. Es sobre esa base que hay que decodificar el discurso del presidente Arce y entender el alcance de la propuesta lanzada a Chile de iniciar una nueva etapa que incorpora, además, propuestas que trascienden el ámbito bilateral, como son los casos del futuro del litio, la energía y la migración.
Como era de esperarse, las reacciones de la derecha local fueron bastante similares a la de los sectores conservadores de la sociedad y política chilena. De ahí que no sea tampoco un error histórico cuando Arce señaló que la oligarquía boliviana de aquellos años (1879) tenía su cuota de responsabilidad en la ocupación militar chilena, pues no había sentado soberanía territorial ni mucho menos sobre los recursos naturales como el salitre, el guano y el cobre.
Bolivia y Chile son países vecinos, son pueblos hermanos y forman parte de América Latina, por lo que se hace necesario abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales. Le toca a la Cancillería boliviana trabajar sobre la base de la propuesta presentada por el Presidente.
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