octubre 4, 2024

Bernal Díaz del Castillo, el soldado-cronista de la invasión de Tenochtitlán

Por Luis Oporto Ordóñez*-.


En la 31ª Feria Internacional del Libro de La Habana adquirí dos obras que motivaron esta nota sobre soldados-cronistas que documentaron épicas jornadas de la invasión, conquista y colonización de Abyayala. En efecto, los soldados-cronistas juegan papel fundamental en la descripción, análisis e interpretación de ese proceso al ser testigos y protagonistas, lo que da una impronta única a sus historias. El soldado-cronista escribe “con desprecio por la erudición libresca”, como dice Gonzalo Fernández de Oviedo, “no sirven de nada la elegancia y la erudición si no se ha vivido lo que se quiere relatar”. Friederici revela que “no hay en ningún país una cantidad tan grande de cronistas como en España”.

Ramón Iglesias en Semblanza de Bernal Díaz del Castillo (FCE Fondo 2000, 1998) caracteriza a Bernal como “hombre de escasa cultura libresca [pero que] se hunde de lleno en el relato de los hechos en que ha tomado parte. Lo cuenta todo, absolutamente todo, dándonos en su historia esa riqueza de vida auténtica que nos hace asistir con él a la marcha del puñado de hombres que conquista las tierras mexicanas”, por lo que el valor histórico es notable, aunque a Bernal “no se [lo] tiene por autor de veracidad indiscutible [mantiene] su rango de hombre sincero y deseoso de decir la verdad”.

William Arens cuestionó la autoría de Bernal mencionando que “Díaz del Castillo no aparece en los registros de ningún otro conquistador (…) que nunca tomó notas y nunca aprendió a hablar las lenguas indígenas y, no obstante, es capaz de describirnos diálogos enteros de los indígenas desde el primer día que pisaron el continente”; Christian Duverger postula que la Historia Verdadera es el conquistador Hernán Cortés, hipótesis refutada por el académico español Guillermo Serés que defiende la paternidad de Bernal sobre “la obra que siempre se le ha atribuido”, demostrando que “los primeros datos que certifican su presencia son de 1539, [en] una probanza en que varios soldados dan fe de su presencia” y que “la primicia de la que luego sería la Historia Verdadera es una larga carta de relación dirigida al Emperador en 1552 (…) que se complementa con otras dos de 1558 enviadas, respectivamente, a Felipe II y a Las Casas” y concluye que “como la primera no surtió efecto, en 1553 se enfrasca en la redacción de un «memorial de guerras»“, que se publicó póstumamente.

Guillermo Turner en La Biblioteca del soldado Bernal Díaz del Castillo (Breviarios del FCE, 2021) analizó la bibliografía citada o aludida por Bernal en su Historia Verdadera, tema generalmente ausente en la historiografía de la Conquista. En su obra se refiere a “saber leer y el acceso a los libros entre los conquistadores”, entre ellos Hernán Cortés que poseía estudios universitarios, los procuradores Alonso Hernández, Francisco de Montejo, los capitanes Pedro de Alvarado, Andrés de Tapia y Bernardino Vásquez y soldados cronistas como Alonso de Aguilar y el propio Bernal. Citando a Bernard Grunber, afirma que el 15,8% no sabían leer. Bernal delata que Gonzalo de Sandoval, uno de los principales capitanes de Hernán Cortés, “no era hombre que sabía de letras” así como el destacado capitán Luis Marín.

Turner se pregunta: ¿Era Bernal Díaz del Castillo una persona y un escritor de una muy amplia cultura, es decir, un letrado? Con ese fin analiza las obras que cita y alude el soldado-cronista, quien para escribir su Historia Verdadera “echó mano de textos sobre la conquista de México” (Cartas sobre la Conquista, Historia de la Conquista de México de Francisco López de Gómara, Historia pontifical y católica de Gonzalo de Illescas, Brevísima relación de la destrucción de las indias de Bartolomé de las Casas), lecturas “edificantes” (Elogios o vidas breves de los Cavalleros antiguos y modernos. Ilustres en valor de guerra, que están al bivo pintados en el Museo de Paulo Iovio de Pablo Jovio, Obra de las cosas memorables de España de Lucio Marineo Sículo), obras de historia (La guerra de los judíos de Flavio Josefo, Comentarios de Julio César, Guerra de Jugurta de Salustio, Vidas paralelas de Plutarco, Vidas de los doce Césares de Suetonio, Crónica del rey don Jaime I de Aragón, Estoria de España de Alfonso X), del romancero español (Amadis de Gaula de Garci Rodríguez de Montalvo), épicas (Épica griega, Cantar de Roldán, Libro de Alexandre) y religión (Antiguo y Nuevo testamentos).

Concluye que, si bien “Bernal participa de una cultura dominante y cuenta con muchas habilidades personales, su condición es la de un lego o aficionado”, pero a pesar de que no es un letrado “por medio de su escritura consigue construirse una imagen de cronista y relator confiable, y en cierto sentido, culto; alguien con los méritos intelectuales suficientes y, por tanto, con el derecho a dirigirse a lectores doctos o cultos, para beneficio de su propia fama u descendencia”.

Bernal Díaz del Castillo nació en el seno de una familia modesta, lo que le impidió completar su educación, en Medina del Campo, Castilla, entre octubre de 1495 y marzo de 1496. Embarcó en la expedición de Pedrarias Dávila hacia América, participó en las expediciones de Hernández de Córdova y Juan Grijalva y fue un soldado en la hueste de Hernán Cortés en la conquista de la capital Azteca. Es conocido como el autor de la Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España, en la que enjuicia a sus personajes: De Cortés admira “sus virtudes militares, su valor, tenacidad, el ser siempre el primero en los trabajos y peligros”, pero reclama que “no era generoso con sus compañeros, pues siempre toma del botín la parte del león”, dice de sus compañeros: “Son cobardes e ineptos, no saben combatir con los indios”. Moctezuma le deslumbra por su esplendidez, la muerte de Cuauhtémoc le apena, considera a los magistrados de la Primera Audiencia muy buenos, porque les daban indios en cantidad: “Los indios son un objeto de salvación” y “hay que sacarlos de la idolatría y los vicios en que viven sumidos, esclavos del demonio para levantarlos al plano superior de la religión y la ética cristianas”. Falleció en Antigua, Guatemala, Virreinato de Nueva España, el 3 de febrero de 1584.


  • Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.

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