Por Renán Vega Cantor (Profesor)-. El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, dio la orden genocida de asedio total a Gaza, señalando que “no habrá´ electricidad, ni comida, ni combustible, todo está´ cerrado”. Y agregó´ que esto lo hacía porque “estamos luchando contra animales humanos y actuaremos en consecuencia”. Lo peor del caso es que esta declaración racista y criminal ha sido reproducida por falsimedia del mundo sin ningún distanciamiento crítico. Antes, por el contrario, se le aplaude como expresión de la “determinación de Israel” de acabar con los palestinos y esa apología del crimen se difunde como si fueran palabras sabias y no la expresión del odio racista y del desprecio hacia la humanidad de los habitantes de Gaza, torturados y bombardeados en la prisión más grande del mundo.
Estas declaraciones no son, ni mucho menos aisladas o producto de un momento de desesperación. Son la norma cotidiana de considerar a los palestinos en Israel. Así, no es raro escuchar afirmaciones que bestializan y deshumanizan a los palestinos para justificar su genocidio, como las del alcalde de Sderot, Alon Davidi, quien dijo el 7 de octubre sin eufemismos que los líderes de Hamas son “animales” a los que debe hacerse “daño y matar”, y esto lo justificó ´ con un tono de benefactor, puesto que, según este nazi-sionista, Israel proporciona comida, agua, electricidad a la Franja de Gaza y permite que sus habitantes trabajen, pero los de Hamas aprovechan esa magnanimidad de los ocupantes porque son “asesinos que tienen que ser enterrados bajo tierra”. Y este llamado a la muerte lo hace, dice él, con sentido humanitario: “no porque seamos crueles, sino porque aquellos que son misericordiosos con los crueles, en última instancia son crueles con los buenos”.
Al respecto, es pertinente recordar algunas de las frases que causan vergüenza a la Humanidad por su desprecio por la vida y dignidad del pueblo palestino. Pero antes debe precisarse que el colonialismo europeo –e Israel es un producto tardío de ese colonialismo– en los últimos cinco siglos, tras la expansión que siguió´ al mal llamado descubrimiento de América, en su proceso de sometimiento de los pueblos que habitaban en los territorios invadidos, animalizó´ en forma permanente a los colonizados.
La carga del hombre blanco
La expansión europea por el planeta desde finales del siglo XV se legitimó´ para ellos mismos a partir de la premisa de la proclamada superioridad de los blancos sobre los miembros de todas las demás “razas”, a las que se consideraba inferiores por ser salvajes, bárbaras o no-humanas. En pocas palabras, a los colonizados se les bestializó´ desde un primer momento para dominarlos y someterlos a nombre de una pretendida racionalidad que se atribuía el papel de dominar a todos los que eran vistos como irracionales, sin “alma” o simplemente animales.
Citando las afirmaciones racistas de los europeos y estadounidenses pueden escribirse libros voluminosos. Solo basta recordar que el sometimiento de los indígenas de América, de los habitantes de África, convertidos en esclavos, y luego la expansión de las potencias europeas y los Estados Unidos desde finales del siglo XIX se justificó en criterios racistas, que podrían resumirse, con las palabras de Josep Konrad, en boca de Kurtz, el protagonista de El Corazón de las tinieblas: “exterminad a todos los salvajes”.
Esto mismo ya lo había dicho Herbert Spencer en 1850: “las fuerzas que trabajan por el resultado feliz del gran proyecto no tienen ninguna consideración con los sufrimientos de menos importancia, sino que exterminan a esos sectores de la Humanidad que estorban en su camino… Seres humanos o brutos [animales], los obstáculos deben eliminarse”.
El filósofo alemán Edward von Hartmann decía: “cuando hay que cortar la cola de un perro, no se hace ningún servicio a este cortándole paulatinamente trozo por trozo. Es igualmente poco humano, cuando pueblos salvajes que están al borde de la desaparición se les trata de prolongar su agonía con medios artificiosos”.
Julio Verne, famoso escritor que para colmo escribía libros destinados a niños y jóvenes, es un claro exponente de la animalización de los colonizados, específicamente de los negros. En varias de sus obras (Cinco semanas en el globo y Un capitán de quince años) utilizaba términos tan reconfortantes y empáticos de esta factura: los negros son “bestias horribles”, “fieras de cabeza humana”, con “rostros de animales” y una “agilidad simiesca”.
Pero antes de estas “racionalizaciones conceptuales” en las que participaron filósofos, geógrafos, antropólogos, biólogos, sociólogos, literatos, científicos…, políticos y militares exterminaban sobre el terreno con esos mismos criterios a los colonizados, vistos como animales. Eso hicieron españoles, portugueses, ingleses, franceses, holandeses desde los siglos XV y XVI y lo siguieron haciendo a una escala similar los Estados Unidos en el siglo XIX, en lo que se conoce como “el lejano oeste”, donde se forjó´ una mitología criminal que forma parte de la historia que se enseña en los Estados Unidos hasta el día de hoy. De los procedimientos genocidas y etnocidas puestos en práctica en los Estados Unidos se alimentó el nazismo –recordemos que Hitler se deleitaba leyendo cuentos sobre el exterminio de los pieles rojas– y hoy el Estado nazi-sionista de Israel.
Los europeos, Estados Unidos e Israel, en estos momentos, interpretan la superioridad militar como sinónimo de superioridad racial, biológica, cultural e intelectual. Esto les permite asesinar con toda la impunidad del caso a los pueblos sometidos, sin riesgo de ningún castigo. La superioridad técnica se reclama como un derecho para matar a los que se declaran enemigos, a los que se reduce a la condición de animales para justificar su exterminio y exaltar esa labor asesina como expresión de civilización y progreso y un aporte a la Humanidad, porque supuestamente se están eliminando a los subhumanos e inferiores, dejando el camino abierto solo a los que merecen existir, en una cruda apología del peor de los darwinismos sociales.
La animalización de los palestinos y negación de su existencia
Decir que los palestinos son animales se complementa con la recurrente afirmación de que aquellos nunca han existido y las tierras que ocuparon los colonizadores sionistas desde comienzos del siglo XX estaban vacías, puesto que allí´ no vivía nadie. Es una forma de reforzar el mito sionista de “una tierra sin pueblo (Palestina) para un pueblo sin tierra (los judíos)”. Esto lo repiten los mandamases de Israel como una letanía bíblica. Golda Meir dijo en 1969: “no existe el pueblo palestino… No es como si hubiéramos venido y les echásemos para quedarnos su país. No existían”. También señaló´: “¿cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay a quien devolvérselos.”
Menagen Begin, criminal de guerra desde la década de 1940, quien fuera primer ministro de Israel entre 1977 y 1983, sostuvo en 1982, en una sesión del parlamento de Israel: “[los palestinos] son bestias que caminan sobre dos patas”.
Yitzhak (Isaac) Shamir, otro criminal de guerra desde los tiempos del mandato británico en Palestina y quien fuera también primer ministro de Israel en varias ocasiones, sostuvo el 1 de abril de 1988 en un discurso ante colonos judíos: “[los palestinos] serían aplastados como langostas… Sus cabezas aplastadas contra las rocas y los muros”.
Rafael Eitan, que llegó´ a ser comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel y diputado en el Parlamento y cuyas manos estaban untadas de sangre con los miles de refugiados palestinos asesinados en 1982 en los campos de Sabra y Chatila, dijo: “cuando hayamos colonizado la tierra, todo lo que los árabes serán capaces de hacer será´ corretear de un lado para otro como cucarachas drogadas en una botella”. Y este mismo genocida señaló´ en 1983: “declaramos abiertamente que los árabes no tienen derecho a asentarse ni en un solo centímetro de Israel… La fuerza es lo único que entienden. Utilizaremos la fuerza hasta que los palestinos vengan arrastrándose hasta nosotros a cuatro patas”.
Nazis y sionistas identificados en la bestialización de otros seres humanos
En este proceso de bestialización a que los sionistas someten a los palestinos no se salvan ni los propios judíos (recordemos que judaísmo no es sinónimo de sionismo), algo que debería sorprender a los admiradores del Estado de Israel. En efecto, en 1917 en una publicación sionista, Jóvenes centinelas, se decía: “el judío es una caricatura de un ser humano normal, natural, tanto física como espiritualmente”. Esto no apareció en ninguna publicación antijudía, antisemita o nazi. No, lo afirmaron los propios sionistas que van a construir el Estado de Israel, a sangre y fuego, en la tierra palestina.
Para encontrar nexos entre sionismo y nazismo recordemos que Hitler y compañía solían calificar a los judíos con los edificantes términos de ratas, piojos, cucarachas, zorros o buitres. Todo eso para recalcar que eran el engendro del mal y por eso había que eliminarnos. Así´ se preparó´ la campaña de exterminio de los judíos en la Alemania nazi.
Ahora, para justificar el genocidio continuado de los palestinos, que no empezó´ hace ochos días como quieren hacernos creer falsimedia sionista e imperialista, sino que comenzó´ hace un siglo, en Israel se bestializa a los habitantes de Gaza y Cisjordania. En estos días hemos leído y escuchado declaraciones procedentes de Israel en las que se dice que todos los habitantes de Gaza son malvados (“terroristas”) a los que debe eliminarse, borrar del mapa y exterminar. Los más cínicos han dicho que debería lanzarse una bomba atómica en la Franja de Gaza, como con tanta ternura lo propuso la diputada del partido gobernante Tally Gotliv: “es hora de besar el fin del mundo. Disparando potentes misiles sin límite. No arrasar un barrio. Aplastando y aplanando Gaza. De lo contrario no hicimos nada. Tiene que ser con bombas penetrantes ¡sin piedad! ¡sin piedad!”. Y agregó´: “basta de tolerar los cohetes de Hama´s. Es hora de acabar con ellos de una vez por todas. Israel debe lanzar un Jericó´ sobre Gaza y borrarlos del mapa. No habrá´ paz hasta que no haya Hama´s”.
Esta apología del asesinato colectivo de los palestinos no es extraña en Israel, se ha convertido en su sentido común desde hace décadas y por esto tampoco es raro que se diga, como puede palparse en estos días, que todos los palestinos son animales salvajes que deben matarse, porque según la interpretación sionista como lo manifestó´ el Comité´ Rabínico Yeshua en 2006: “para la ley judaica, en tiempo de guerra el enemigo no tiene inocentes”, y allí´ se incluye a los niños, a los que puede masacrarse para el bien del Estado de Israel.
Como colofón podemos decir que, además de bestializar a los palestinos y tratarlos como animales, o incluso peor que muchos animales domésticos de hoy en día, se les tiene encerrados en una jaula, como si estuvieran en un gran zoológico. Allí´ recluidos, sin la más mínima posibilidad de defenderse o resguardarse, se les bombardea en forma genocida. Aparte de todo, como con descaro lo dice Benjamín Netanyahu, los dirigentes del Estado de Israel les sugieren que huyan, porque los van a triturar con bombas inteligentes lanzadas desde tierra, mar y aire.
No resulta raro que en un programa radial se haya dicho: “en Israel no solo hay ciudadanos de primera y de segunda, sino que los palestinos de Gaza son animales encerrados”. Y aunque esta afirmación en el caso del programa no tenía un sentido despreciativo, muestra hasta qué punto ha llegado la lógica criminal sionista de deshumanizar a un pueblo entero y justificar su exterminio, con la complacencia y complicidad de gran parte del mundo.
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