Por Miguel Ángel Marañón* -.
La recesión económica se da cuando se reduce significativamente el consumo y producción, así como la inversión. A consecuencia de esto empiezan los despidos de trabajadores y aumenta el desempleo. Cuando hay más gente sin trabajo el consumo desciende; cuando la gente compra menos las empresas tienen menos ingresos, generando la disminución de utilidades y, en varios casos, pérdidas.
A finales de julio de 2024 la Oficina de Estadísticas de los Estados Unidos elaboró un informe en el que establece que “inesperadamente” el desempleo aumentó de 4,1% a 4,3% (el nivel más alto desde 2021). En la económica yanqui se esperaba mínimamente la creación de 175 mil empleos; sin embargo, llegó a menos de 114 mil. Asimismo, los datos de inflación se dieron de forma negativa ya que se esperaba una inflación máxima de 2,5%, pero esta superó el 3%.
Estos datos nos dan a entender que en la economía norteamericana hay más gente sin trabajo y que, paralelamente, los precios suben más de lo esperado. Frente a esto, es lógico que los empresarios ya no quieran invertir, y cuando se reducen las inversiones se incrementa el desempleo, creando un círculo vicioso.
Con estas referencias, y ante una posible recesión de la economía de los Estados Unidos, las bolsas de valores de Norteamérica, Asia y Europa, el 5 de agosto sufrieron pérdidas significativas, logrando que los inversionistas quieran vender las acciones de las principales empresas mundiales, reduciendo el precio de las acciones debido a que las expectativas de ganancias mermaron. Vale decir que los inversionistas prefieren tener dólares en sus “bolsillos” antes que invertir, lo cual provoca que en el sistema financiero internacional disminuya la cantidad de dólares.
Frente a estos datos internacionales los gobernantes de las potencias mundiales no cambian el accionar económico, anteponen las prioridades militares antes que el sector productivo, destinan inmensas cantidades de recursos en la producción de municiones y armas para enviar a Ucrania o invertir millones de millones de dólares en actualizar y ampliar el sistema antimisiles de Israel, dejando en segundo plano la productividad de alimentos y bienes y servicios de consumo masivo.
En nuestro país, que es parte del sistema financiero internacional, también trae como consecuencia una reducción de la cantidad de dólares, pero a esto se suma el boicot que sufre el Gobierno por parte de la Asamblea Legislativa, que pone condicionamientos políticos para aprobar créditos internacionales. Es decir, que priorizan intereses de partidos y caudillos desgastados antes que el bienestar económico de la población, olvidando que una economía puede ser deteriorada en semanas o meses, aun cuando la recuperación de ese daño llevará años.
La anticipada electoralización es otro aspecto que perjudica la economía nacional, donde los representantes de los partidos de oposición están empeñados en desatar una crisis económica para que sus líderes se vean como los “salvadores” y canalicen los votos de los ciudadanos el 2025. Aquí no importa si legal o moralmente los supuestos “salvadores de la patria” están habilitados para participar de los comicios electorales.
* Economista.
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