Por La Época -.
No hay día en que Evo Morales deje de descalificar la gestión del presidente Luis Arce y de presentarse como el “salvador de Bolivia”. A nadie le queda duda que su única motivación es ser la “alternativa real” para las elecciones generales de 2025.
Esta construcción falsa de la realidad se desvanece cuando se incorpora el principio de que la economía no está separada de la política. Salvo algunos liberales ortodoxos, en las ciencias sociales se sostiene la interrelación que existe entre ambos campos. Para no ir demasiado lejos y aterrizar en lo concreto, en las últimas horas la dirigencia de la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco) ha sostenido que la guerra política interna (de la que Morales es el responsable) ha colocado la economía al borde del colapso.
El pronunciamiento de este grupo empresarial desnuda, sin mencionarlo, el papel contrarrevolucionario del exmandatario, quien con sus acciones impulsadas por intereses personales está haciendo lo mismo que Víctor Paz Estensoro hiciera. El líder emenrista que capitalizó la Revolución Nacional de 1952 en 1985 encabezó la implementación del modelo neoliberal que privatizó y transnacionalizo las empresas y recursos naturales.
Ya es difícil pensar que las acciones desestabilizadoras de Morales se deban a errores basados en su falta de formación política. Sería ingenuo afirmar eso. Lo que hay en él es un proyecto político que está facilitando la construcción de condiciones favorables para el retorno de una propuesta neoliberal en Bolivia. No son pocas las veces en las que Morales ha revelado que “si a Lucho le va mal, a mí me va bien”.
Si uno hace un repaso a las sugerencias del jefe de una facción política de corte nacionalista, verá que como todo nacionalista termina capitulando ante el imperialismo y beneficiando con su plan a una burguesía imperial que busca apropiarse de los recursos naturales. Ahí está su clamor por la liberalizacion total de las exportaciones, el retiro de la subvención de hidrocarburos y la defensa de la sacrosanta propiedad privada, para citar solo tres de las propuestas lanzadas por Morales a través de su programa radial.
Una exploración más o menos profunda de algún cientista social conduciría a dejar el mito de que Morales es antimperialista. Por el contrario, se constataría que sus ambiciones personales lo han extraviado del norte que alguna vez abrazó y lo han conducido a desplegar ataques implacables contra un gobierno popular. Claro, para eso hay que tomar la decisión de investigar y no actuar sobre la base de preconceptos y prejuicios como los que sostienen algunos investigadores de dos grupos de trabajo de la Clacso, en un lamentable pronunciamiento sobre la situación juridica de uno de sus miembros.
Es hasta difícil escribir conceptos o categorías fuertes cuando durante años se pensó de otra manera, pero no se está alejado de la realidad histórico-concreta cuando se afirma que Morales lideriza una corriente contrarrevolucionaria en el país.
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