Por Luis Oporto Ordóñez -.
En 1557 el capitán Juan del Valle ubicó el cerro Intijaljata, en la cordillera de Espíritu Santo, iniciando la búsqueda de plata en la prodigiosa montaña colorada. Al encontrar estaño abandonó el paraje sin saber que a sus pies estaba la veta de estaño más enriquecida del mundo, cuyo destino estaba reservado al siglo XX. Llallagua fue creada como cantón en 1899. A inicios del siglo XX existían tres importantes empresas mineras: Compañía Minera del coronel Pastor Sainz, exportaba mil siete toneladas, con 472 empleados y obreros que trabajan en el asiento mineral de Llallagua; Empresa Minera Uncía de John B. Minchin, exportaba cuatro mil 600 qq. españoles, con 216 empleados y obreros; y “La Salvadora”, de Simón I. Patiño, exportaba mil 342 qq. españoles, con 216 empleados y obreros.
La Era de la Compañía chilena
La Compañía Estañífera de Llallagua, de capitales chilenos, adquirió la empresa del coronel Pastor Sainz. En 1907 su administrador, Alberto Nanety, presidía el Comité Cívico de Uncía que exigía la creación de una nueva provincia, con base a cuatro cantones: la villa de Chayanta, Amayapampa, Uncía y Llallagua. El diputado Dulfredo Campos presentó el proyecto de ley de creación de la Provincia Rafael Bustillo. Promulgada el 8 de octubre, dispone su división en dos secciones municipales, la primera con los cantones Uncía (capital) y Llallagua y la segunda con Chayanta y Amayapampa. La Compañía obtuvo su personería jurídica con un capital de 425 mil libras esterlinas, “con el objeto de adquirir y explotar las minas de estaño ubicadas en el distrito de Llallagua”. Ensanchó su concesión con 312,03 has., en 1914 se expandió alcanzando una producción mensual de nueve mil qq. de barrilla de exportación con ley de 66%. Desarrolló dos socavones: Socavón “Azul”, por donde se extraían los minerales de las vetas “La Blanca” y “San Fermín”; y Socavón Maestro Cancañiri, salida para la explotación, con dos perforadoras de percusión Electric Drill, con fuerza eléctrica y aire comprimido. Se sumaban los socavones “San José” (extraía minerales oxidados, “pacos”), “La Blanca” (con un decauville), “La Encantada” y “Carnavalito”. Su fuerza motriz contaba con dos motores de gas Deutz, con 120 HP c/u, dos motores diesel de 160 HP c/u, tres turbinas en El Tranque (represa construida en 1915), con 150 HP c/u, haciendo un total de fuerza producida de mil 10 HP para sus minas y su ingenio.
Los minerales se concentraban en el ingenio Chile, trasladados por un andarivel de cinco mil metros de longitud, capacidad de 70 baldes por hora, de 3,5 quintales cada uno, hasta los molinos de cilindro y de estos a los giggers de clasificación, a las mesas Wiffley y Vanner de concentración y a los buddles. Trataba hasta cinco mil quintales de mineral en 12 horas de trabajo. Con las innovaciones tecnológicas logró procesar minerales sulfurosos de buena ley. El material piritioso era calcinado en cinco hornos mecánicos Kauffmann.
Instaló una escuela de niños en Catavi para atender a los hijos de los trabajadores del ingenio Chile. Contaba con un médico encargado del cuidado de los enfermos, cuyos gastos de curación eran cubiertos por la empresa.
La Era de la Patiño Mines
“La Salvadora” y “La Compañía Llallagua” mediante un pacto de caballeros en 1914 se repartieron Uncía y las tierras del ayllu Carachas para Patiño; y Llallagua y las tierras del ayllu Chullpas para la Compañía chilena; adquirieron propiedades mineras y de tipo agrícola para el ensanche de sus instalaciones y campamentos. Los problemas y conflictos se suscitaron al interior de galerías y bocaminas, caracterizados por las comunicaciones, es decir “propases realizados por una empresa, en los intereses o propiedades de la otra”. Los propases terminaron con la suscripción del “deslinde entre La Salvadora y la Compañía Estañífera de Llallagua” (1914), propiciando la construcción del del Socavón Siglo XX para facilitar los desagües de la impresionante Montaña de Estaño.
Patiño con un golpe de mano compró las acciones de la Compañía de Llallagua en la bolsa de Santiago. En julio de 1924 era el único propietario de esas minas. Construyó un ramal del ferrocarril, de seis km dirección al ingenio “Victoria” de Catavi, que se nutría con preconcentrados de Uncía y Siglo XX. Para el transporte del mineral de la mina de Siglo XX al ingenio de Catavi se utilizó dos locomotoras diesel eléctricas General Motors con 20 vagones Orenstein & Koppel.
En 1924 el ferrocarril Machacamarca-Uncía transportó 50 mil toneladas de barrilla de estaño y otros minerales; y transportó 40 mil pasajeros a Oruro. Los viajeros reemplazaron al caballo de hierro por el automóvil, que ingresó a las minas con mejores precios y menor tiempo de viaje, sepultando definitivamente al carruaje y el carretel para el transporte de pasajeros.
El transporte automotor
Pedro Sapunar, miembro de la Junta de Caminos de Uncía, instaló su casa principal en Uncía y una sucursal en Andavilque, próximo al ingenio de Catavi, con un almacén de abarrotes, barraca de maderas y calaminas, la fábrica de velas “Yugoslavia”, se ocupaba de cobranza de letras y expedición de giros sobre la plaza de Oruro. Fue el primero en introducir autos y camiones Oakland y Chevrolet, para servicio de su clientela que acudía para aprovisionarse, implantando el servicio “puerta a puerta”. Isidoro Mena introdujo automóviles Overland, de seis cilindros, con cinco asientos, modelo 1926.
Bernabé Jiraldez, comerciante, director del periódico La Libertad y dueño de la Proveedora “San Miguel”, tenía un surtido de licores legítimos del país y extranjeros, y de una fábrica de gaseosas y aguas medicinales para enfermos, vinos de mesa y singani de Turuchipa y el “único depósito de la sin rival Cerveza Boliviana Nacional”. El visionario comerciante adquirió omnibuses para el servicio de transporte de pasajeros entre Catavi y Uncía e instaló una empresa de taxis con servicio a Llallagua, y cubría servicios fuera del radio municipal con carros expresos. Logró ser nominado miembro de la Junta de Caminos, que se organizó para mejorar las condiciones de vialidad en la Provincia Bustillo. Jiraldez sucumbió ante el embrujo del estaño y en las postrimerías de su vida perdió su capital en una aventura minera.
En Llallagua Enrique Frolek y Juan Bacovic poseían automóviles Buick 29, sedán de siete asientos, adquiridos en la Casa Gundlach. El Dr. Alfredo Vera atendía pacientes de Llallagua, Catavi y Chayanta en un automóvil Buick, modelo 30.
Pioneros del comercio
Los comerciantes yugoslavos dominaban el comercio: Lorenzo Butkovic, propietario de los Almacenes Generales de Llallagua, los traspasó a Gerónimo Ramljak, en 1921; Miguel Abugder y su esposa Guadalupe instalaron un almacén de mercaderías y entregaron en consignación a José Zorán, de Palestina, por seis mil Bs; Franja Bakovic y Alfonso Versalovic, de Yugoslavia, formaron sociedad para establecer una tienda de mercaderías de abarrote y otros artículos por un valor de 26 mil 391 Bs; George Sapunar, yugoslavo, era dueño de la casa comercial Almacén “Bolívar”, de abarrotes en general, instalada en calle Campero, con capital de 61 mil 169,20 Bs, formado en sociedad con Pedro Versalovic.
Otros comerciantes de ese centro minero fueron Julio García Agreda, natural de Sucre, uno de los comerciantes más antiguos de Llallagua; minero, propietario de una tienda de mercaderías de abarrotes, vendió sus existencias en cuatro mil Bs a Julio Ruiz, minero natural de Cinti. Juan F. Lozada, procedente de Colquechaca, administró la casa comercial “La Paloma”, situada en calle Linares, que fue transferida en 1936 a Said Tejada, inmigrante de Palestina, en tres mil 285,45 Bs. Víctor Lizárraga, dueño de la casa “Víctor”, especializada en máquinas de coser, vitrolas, máquinas de escribir, fonógrafos, catres y bicicletas. Este comerciante entregaba mercadería a comisionistas al 7% de comisión sobre ventas.
El Hotel “Llallagua” se instaló el 1 de enero de 1907, cuyo dueño era propietario de la empresa de carretas “Palacios y Cía.”. Otro hotel pertenecía a Laura M. de Durán, comerciante que adquirió el establecimiento de hotel que regentaba Miguel Saat, instalado en la casa de José Abujder, en la céntrica Avenida 10 de Noviembre; Durán vendió el hotel a los comerciantes yugoslavos Santiago Eterovic e Irislav Yaksic, procedentes de Chile, “con sus muebles, servicio de comedor, dormitorio, billar, cantina y armazón, por Bs. 2.064,10”. En 1934 fue transferido por dos mil Bs a Juan Eterovic.
Las chicheras, mujeres empoderadas
Las chicheras, mujeres mal vistas por autoridades municipales y las esposas de los mineros, expresaban la independencia económica de las mujeres, asumían el control de sus hogares, eran más decididas que sus compañeros, tenían iniciativa innata para los negocios y enviaban a sus hijos a estudiar en las ciudades del interior del país. Se establecieron en proximidades de los campamentos de Siglo XX y en la población civil de Llallagua. Estas mujeres eran activas emprendedoras. Efigenia Plaza, casada con el sastre Miguel Villarroel, compró sitios ubicados en el camino a Cancañiri, y desembocaban de la esquina de la plaza, el mejor sitio para establecer la chichería, pues se encontraba en el camino de los trabajadores mineros. Más tarde se asentó en Llallagua Dorotea Arroyo, chichera de Sacaca, concubina del minero Alfredo Zabala. Compraron de los labradores indígenas Pantaleón Mamani y María Leyva un terreno en la calle que conducía a las minas de la Compañía Llallagua, iniciando un negocio muy rentable. Posteriormente compraron un lote en 200 Bs para residencia y negocio. Años más tarde era una respetable y próspera chichera que poseía muchas propiedades, entre ellas una casa junta que constaba de una tienda, salita, patio común, la que vendió en 500 Bs a María Flores, una qhatera de Colquechaca.
La Patiño Mines expulsó a las chicheras, comerciantes y qhateras del campamento de Siglo XX, al ver en ellas a las causantes de los males sociales que aquejaban a los trabajadores mineros, quienes sucumbían a los encantos de las chicheras, en el ambiente de seducción que ofrecía la chichería, donde se cultivaba el baile franco y la galantería, al son del autopiano.
Huelga y resistencia
La fuerza productiva de la Compañía Estañifera Llallagua sufría el trato autoritario del administrador general, Emilio Díaz, que provocó reclamos airados de los obreros ante la Subprefectura, “por la considerable alza de precio en los artículos de primera necesidad que expendía en sus pulperías arrendadas y además porque el pago de saldo de jornales, se acostumbraba hacer muchas veces después de transcurridos cuarenta días”.
En 1915 la empresa chilena despidió a muchos obreros y recontrató mano de obra en número suficiente para reanudar sus labores de producción, pero no aumentó salarios. Esta situación llevó a sus obreros a ingresar “en una especie de huelga, que en tumulto i en actitud hostil, reclamaban aumento de salarios, amenazando atacar las pulperías de la Empresa”. La empresa aceptó el pliego y accedió a un incremento del 20% sobre el salario nominal. Los administradores de la Compañía vieron con asombro que al día siguiente del aumento de salarios nuevamente sus trabajadores se hallaban en conflicto, esta vez “pidieron la reducción de las horas de trabajo y la salida de la mina en las horas de almuerzo y comida”.
La fuerza policiaca de Uncía arremetió contra “los amotinados que querían abandonar la bocamina con gritos y amenazas, obligando a los mineros a continuar en el interior de la mina hasta la hora de costumbre y capturó a los principales cabecillas, que fueron puestos a disposición de los jueces ordinarios”. La población de Llallagua estaba compuesta de “gente reunida de distintas nacionalidades, especialmente en la clase baja chilena”, quienes eran los que provocaban constantes demandas y protagonizaban reyertas, y se habían atrevido a atentar contra las pulperías y los almacenes.
La Patiño Mines implantó la “americanización del campamento”, prohibiendo la injerencia del Estado que estaba obligado a garantizar la seguridad industrial con el uso de la fuerza armada, empleando como método la masacre y la ocupación militar de los campamentos. Sin embargo, el régimen de explotación capitalista generó el germen revolucionario obrero y popular. La conciencia social mostraba ya su naturaleza y caracterizaría a la Bolivia nacionalista de 1952, logrando imponer la nacionalización de las minas con los milicianos, fuerza minera armada, al servicio del proletariado.
Una ciudad industrial y universitaria
El 22 de diciembre de 1957 el Dr. Hernán Siles Zuazo promulgó la ley de creación de la Tercera Sección Municipal de la Provincia Bustillo, con la capital Llallagua, disponiendo que los impuestos a la corambre, internación de artículos de primera necesidad, abarrotes y otros que eran pagados en Uncía por la Empresa Minera de Catavi, debieran ser distribuidos entre Uncía y Llallagua y pagados en cada una de las municipalidades, debiendo la de Llallagua asignar el 10% de estos ingresos para obras públicas de Andavilque. El Gobierno de Hernán Siles Zuazo creó la Universidad Nacional Siglo XX (Unsxx), por DS 20979, el 1ro. de Agosto de 1985. Víctor Paz Estenssoro promulgó la Ley de 10 de noviembre de 1986, que eleva al rango de ciudad a Llallagua. Hoy es una ciudad industrial y universitaria pujante. El municipio tiene 40 mil 865 habitantes y la ciudad 25 mil 166 (Censo de 2012). Producto de su larga historia, generó una infraestructura atractiva para el turismo, con los balnearios de Catavi, “La Salvadora” (Uncía), el socavón de Siglo XX, los arenales de Catavi, las granzas y cerros de cascajo, el Tranque (represa) de Lupi Lupi, las pampas María Barzola (sitio histórico donde se firmó la Nacionalización de las Minas) y el cerro Llallagua, denominado también “cerro Camello”.
- Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.
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