Por La Época -.
Este sábado por la noche el presidente Luis Arce ha lanzado la agenda para la celebración del Bicentenario el próximo 6 de agosto, días antes de que en Bolivia se registre unas elecciones generales que serán cruciales para determinar el horizonte de largo plazo que se debate entre el regreso a nuevas formas de dominación y explotación o el avance hacia su segunda y definitiva independencia.
No hay mucho que reflexionar sobre la Agenda del Bicentenario. Unos la apoyarán, otros la criticarán y no faltarán los que mostrarán indiferencia. En todo caso, siempre se pueden hacer mejor los planes y queda en mesa el esfuerzo que se debe volcar de parte del Estado (gobierno nacional y gobiernos subnacionales) y de la sociedad organizada para que este festejo sea de lo mejor posible.
El tema de fondo es el carácter del Bicentenario y de la direccionalidad que seguirá el Estado y la sociedad. De una parte, la celebración se registra en un contexto de crisis de la Revolución Democrática y Cultural. El Proceso de Cambio iniciado en 2006, aunque el proceso revolucionario data de las jornadas de lucha social de 2000, ha ingresado en un camino bastante accidentado que pone en riesgo su continuidad. De esta manera, el tránsito de la primera a la segunda y definitiva independencia está lleno de explosivos que bien pueden evitar ese camino.
Si la tendencia no se revierte la celebración del Bicentenario marcará el punto final del proceso político más profundo de la historia boliviana por la naturaleza del sujeto histórico, que siempre es colectivo, que lo encabezó, y representará un retorno de los conductores que por su posición de clase lo que menos harán es avanzar hacia la segunda y definitiva independencia. De esta manera la conmemoración de la fundación de Bolivia en adelante será un acto anecdótico de la derrota de la Corona española, pero no de la necesidad y urgencia histórica de lograr la emancipación política y económica respecto del imperialismo actual, encarnado en la figura de los Estados Unidos.
Y no menos importante es definir bien el carácter del Bicentenario en el mundo de hoy. Preservar o no el Proceso de Cambio (aunque primero hay que recuperarlo de su ocaso desde antes de las elecciones de 2019), será clave en la actual transición hacia un nuevo orden mundial que puede ser bipolar, multipolar o unipolar de nuevo tipo. Lo que está impulsando el imperialismo es la fragmentación política de los países latinoamericanos y caribeños, así como el debilitamiento de los mecanismos de integración como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), para reconfigurar el mundo a su imagen y semejanza.
Por tanto, el Gobierno, los partidos de izquierda, los movimientos sociales deben asumir que conquistar la unidad y la paz social hacia en Bicentenario es derrotar los planes desestabilizadores que la Casa Blanca y sus aliados impulsan para sacar de juego al Estado Plurinacional, a su gobierno y al pueblo, así como definir con precisión la estrategia general hacia la segunda y definitiva independencia.
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