marzo 28, 2024

Elecciones judiciales ¿a quién creer?

Uno de los temas políticos más discutidos este año son las elecciones judiciales que se celebrarán en octubre de este año. El Gobierno dice que son para que la Justicia deje de ser la cortesana de los ricos, la oposición dice que son sólo para que el Gobierno controle el Órgano Judicial ¿A quién creer? Planteémonos las siguientes preguntas: ¿Está en peligro la “independencia de poderes” en Bolivia? ¿Cuál es el problema con la justicia actualmente? ¿Se puede refundar la justicia por medio de la elección democrática de sus autoridades?

Primero. La teoría de la independencia de poderes fue formulada inicialmente por la escuela de pensamiento liberal, mejor articulada por el Barón de Montesquieu durante los días del Iluminismo. Resumiendo, se podría decir que está hecha para asegurar la libertad del pueblo y evitar el despotismo de los gobernantes limitando su influencia sobre temas como la justicia y la deliberación legislativa. ¿Pero quien limita el despotismo del señor dinero, cuya dictadura inclina las rodillas de presidentes, parlamentarios y jueces en todo el mundo?

Los políticos de la oposición temen que el MAS se adueñe de los juzgados y tribunales del país al elegir como candidatos a magistrados sólo a aquellos que estén a su favor. Pero no somos pocos los que recordamos cómo se elegían jueces durante los días de la democracia pactada: Durante más de 20 años parlamentarios bien alimentados del MNR, ADN y MIR colocaban el martillito ese de los jueces en las manos de aquellos favoritos entre sus abogados. Claro, en el reglamento de preselección deñ proceso que se vine se excluyó a todos aquellos abogados ligados a la venta de nuestros recursos naturales, defensa de los acusados en el caso Rozsa y a gobiernos dictatoriales, es decir, a todos aquellos ligados con los tres partidos antes mencionados ¿pero cómo no podemos estar de acuerdo con eso?

Segundo. Acerca del verdadero problema de la Justicia en Bolivia. Puede que el origen de la injusticia que impera en las cortes y cárceles de Bolivia no sea cómo se escogen a los jueces sino el mismo sistema en el que ellos se desenvuelven. Desde la formación de muchos abogados que terminan defendiendo a aquel que tiene más dinero que a aquél que sufre los atropellos. En las cárceles abundan los ladrones de carteras, gallinas y relojes, pero corruptos como el ex prefecto de Tarija, Mario Cossio, y el finado Kukok -quien robó dinero de las pensiones de personas de la tercera edad cuando era ministro del MNR de forma muy apresurada mientras su gobierno se desmoronaba y su presidente huía del país- parecen ser inmunes e impunes de por vida.

El problema de la justicia es su carácter de clase privilegiada. En el corazón de este sistema podrido esta escrita con fuego la más sagrada de sus leyes: proteger a la propiedad privada y con ello a los propietarios. ¿Qué hay de los que no son dueños más que de sus cuerpos y sus almas? Para ellos la práctica judicial de los últimos siglos demuestra que la balanza de esa simpática mujer vendada se sigue inclinando a favor de los bolsillos pesados. Al que no lo crea revise la cantidad de ex políticos como Alberto “Chito” Valle o Manfred Reyes Villa que escaparon del país con inmensas fortunas, aunque “Chito” ya no pueda celebrar tanto.

Tercero. Sólo el tiempo dirá si escoger a los jueces democráticamente podrá cambiar esa triste esencia de la justicia capitalista. Lo más probable es que no. Para lograr lo máximo posible dentro del propio capitalismo tal vez deberíamos empezar por la formación universitaria, hasta cambiar la forma de la gestión de la justicia. No solo cambiar  cómo se escogen los jueces sino también cambiar como juzgan. Encontrar alguna manera que cambie la mecánica del funcionamiento judicial de tal forma que deje de inclinarse a favor de los ricos. Pero la idea de un capitalismo justo con los pobres no parece muy sensata.

La oposición llama al voto nulo y habría que ver porqué. Talvez su preocupación central no es si se puede mejorar la justicia tanto como que el MAS se adueñe de ella, lo cierto es que ellos preferirían la vieja forma de escoger jueces; aquella de los secretos favoritismos partidarios y la influencia del dinero. No presentó propuesta alguna para reformar el poder judicial y talvez es porque no le interesa. Talvez no sea muy buena idea apoyar a esa oposición, aunque sepamos en el fondo que aquí el problema es otro: es el capitalismo en los juzgados.

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