octubre 7, 2024

Un primero de mayo para la rectificación de la COB

Si bien los actores políticos mantienen una concepción y práctica políticas continuas, con sus idas y sus vueltas, no deja de ser importante que este 1 de mayo sea un día para la reflexión del proceso de cambio y de la ubicación que se tiene frente a una de las revoluciones más profundas de nuestra historia.

Por una parte, los dirigentes de la Central Obrera Boliviana (COB) —en su mayor parte hijos del neoliberalismo—, quizá deban recuperar lo mejor de la tradición de lucha de la máxima organización de los trabajadores y no las prácticas perversas e inefectivas que en la más de las veces han sido causa de las derrotas.

La historia de la COB muestra momentos en los que, con una lucidez extraordinaria, los trabajadores demandaron a gobiernos, en coyunturas de una autonomía relativa del Estado frente a sus clases dominantes, una protagónica participación en la toma de decisiones, ya sea a través del control obrero, la cogestión mayoritaria en COMIBOL o incluso el co-gobierno. Lo hicieron a partir del reconocimiento de la contradicción entre democratización o fascistización y de la necesidad histórica de influir en la primera dirección.

En todas esas oportunidades, la COB superó su visión salarialista que pese a que el mundo del trabajo era cuantitativa y cualitativamente radicalmente distinto al vigente en Bolivia y el mundo, no involucraba a la mayor parte de la población.

Hoy los dirigentes hacen girar su propuesta en torno al salario, desconociendo tres hechos fundamentales: primero, que la población asalariada es menor desde la mitad de la década de los 80; segundo, que este es el gobierno que mayor incremento les ha dado a los trabajadores y, tercero, que mientras en Europa se lucha para evitar recortes en las conquistas sociales, el proceso de cambio los ha ido incrementando de manera progresiva.

Pero, el error político más grande de los dirigentes de la COB es no retomar las banderas político-estratégicas y demandar al gobierno la apertura de canales de participación de las organizaciones sindicales en la reflexión, elaboración y ejecución de medidas que profundicen el proceso de cambio hacia una perspectiva de emancipación plena.

Los dirigentes sindicales deben mirar con luces largas, hacer propuestas para orientar una mayor inversión productiva que es lo que en definitiva generará empleos, aumentará los ingresos y sentará las bases materiales para la edificación de una sociedad no capitalista.

La construcción de una sociedad de productores libres del capital no es solo una tarea del gobierno, al que la COB no debe verlo como a los anteriores sino como expresión del pueblo, sino también es una responsabilidad de las organizaciones sindicales y de los movimientos sociales, sin cuyo aporte y participación las tareas de la revolución no se podrán llevar a cabo, más aún en un período político de transición que será más largo de lo se pensó en décadas pasadas.

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