La realidad nacional nos convoca realizar el ejercicio de referirnos a temas capciosos como la guerra contra las drogas a fin de tener una mejor comprensión de la dinámica de la hoja de coca.
La geopolítica de la hoja de coca no es la misma que de las drogas, en términos reales y simbólicos. Quién no reconoce esta dicotomía como una verdad absoluta no logrará un lugar en el cielo como no tendrá el reconocimiento de un sector social importante de la población boliviana. Para nosotros, es una tarea demostrarlo por los medios que se nos ofrece.
Asimismo, resaltar la importancia de reconocernos como país productor de materias primas en el tiempo y el espacio. Preguntarnos sobre si existe correspondencia entre las políticas energética, minera, de seguridad alimentaria, etc. y la política de la hoja de coca, la respuesta es no. Existen asimetrías en desarrollo, productividad y conocimiento entre los sectores productivos por el grado de aporte a la economía nacional como por las condicionantes a las que históricamente han sometido a Bolivia y sus gobiernos dóciles los organismos internacionales que sostienen la guerra contra las drogas.
De esta manera, aludir la problemática de la hoja de coca, es referirse al conjunto de factores y variables que participan de manera directa o indirecta en el análisis de la geopolítica de la hoja de coca.
- Una mirada desde nuestras actividades sociales y productivas
La hoja de coca en la economía boliviana
Sin entrar en el estereotipo de que la hoja de coca alimenta al narcotráfico, Bolivia tiene todo el derecho y reconoce a la hoja de coca como un recurso natural que nos proporciona alcanzar el Vivir Bien.
El Vivir Bien no depende exclusivamente de la economía de la hoja de coca, en cambio se reconoce que ésta coadyuva en todos los sectores de la economía, principalmente, primaria y extractiva de los recursos naturales y de servicios del país. Así, también se da modos para ingresar al norte argentino, a territorio chileno o paraguayo y en menor proporción al brasileño, su uso goza del prestigio en sociedades que, por ahora, la pueden pagar por su actuales costos, y que son posibles disminuir en un futuro cuando la exportación sea legal y controlada. Entonces las comunidades mayoritarias y pobres de estos países podrán acceder como en Bolivia para acompañar en la mayoría de las actividades económicas y sociales.
El comercio internacional es un mecanismo utilizado por las naciones para equilibrar sus niveles de consumo, siendo el caso de los hidrocarburos el más visible. Sin embargo, la hoja de coca en el tiempo puede alcanzar grandes aportes en el objetivo de disminuir las actuales asimetrías de la economía regional. La hoja de coca no sólo se constituye en una intención de traspasar las fronteras para cautivar nuevos consumidores, sino la de colaborar y evidenciar que la naturaleza está al servicio de las necesidades sociales.
Las propiedades naturales de la hoja de coca son: vitaminas, proteínas, microelementos, tanina y 14 alcaloides de efectos medicinales, lo que demuestra la gran utilidad para la humanidad si es correctamente aplicada. Las cantidades que actualmente se comercializan con relativo control, permiten que la hoja de coca deje de ser estigmatizada y prejuiciada. Su uso y aplicación en la dieta diaria de las familias contribuye a disminuir el embate que ejerce el consumismo y las malas prácticas alimenticias de la sociedad moderna.
Sin embargo, está altamente conculcada por la presión internacional y los adictos a la guerra. De ahí que los registros oficiales no alcanzan a mostrar el flujo real que genera, pues los volúmenes que circulan, tanto en la producción como en la comercialización no forman parte de los registros nacionales y el control gubernamental in extenso. Se reconoce que existe una economía formal e informal en torno a la hoja de coca que es consentida socialmente.
Los registros nacionales disponibles sobre su comercialización y circulación dan cuenta que “El valor total en pie de finca de la producción de hoja de coca en 2010 fue equivalente al 1,7% del PIB de Bolivia proyectado (INE) de $us. 18 billones para el 2010 o el 11,9% comparado con el valor proyectado del PIB del sector agrícola de $us. 2,6 billones el 2010. Pese al importante crecimiento de la economía Boliviana en los últimos años, la producción de hoja de coca aún representa un valor significativo en la economía boliviana, y continúa jugando un rol muy importante dentro de las regiones productoras de hoja de coca.” (Monitoreo de cultivo de coca 2010, ONUDD).
Lo que demuestra que más allá de reconocer la importancia de la producción en la economía local de los campesinos productores de hoja de coca, es generadora de otras actividades legales que se encuentran insertas en las economías rurales y urbanas del país que se pierden en el dato.
Aproximadamente 100 mil familias viven de la producción de la hoja de coca, otras 5 mil de su comercialización y se desconocen las cifras de las actividades comerciales que existen en su uso medicinal y tradicional. Las personas víctimas de los prejuicios ocultan el dato porque sienten que pueden ser interdictados. La Ley 1008 colaboró en esta depredada imagen de las bondades que nos ofrece la “hoja de coca digna”. Prácticamente ningún boliviano escapa a las bendiciones que imploramos derrame sobre nosotros la Pachamama por nuestra cultura expresado en las fiestas que tenemos durante el año. La koa nos bendice si estamos en frente de ella, como por encargo de ella. Nuestras actividades laborales e institucionales están sujetas de estas solicitudes de éxito y prosperidad que hacemos a la Madre Tierra por el camino de la hoja de coca.
Podemos afirmar que gran parte del éxito del actual gobierno se debe a la koa y la hoja de coca. La solicitud de permiso y favores a la Madre Tierra que realizamos al koar, genera un ambiente de hermandad y compañerismo entre los participantes que trasciende lo personal. Es decir; estimula mejores ambientes de empatía en el trabajo y las relaciones sociales.
La hoja de coca tiene bondades económicas y espirituales en la sociedad boliviana que ningún otro producto natural tiene. Desprejuiciarla es un deber inalienable.
A nivel internacional se viene trabajando por el reconocimiento de la dignidad de la hoja de coca, por ejemplo el ALBA – TCP en la Declaración de la VI Cumbre Extraordinaria de Maracay (Estado Aragua) el 24 de junio de 2009 señala: “… Coincidieron en que la reivindicación de los valores histórico-culturales, en particular el hábito de masticar las hojas de coca, es un derecho inalienable de los pueblos que tienen esa tradición y que en ese sentido la revalorización de la hoja de coca por sus propiedades benéficas y sentido cultural ancestral, es una decisión soberana del pueblo y gobierno bolivianos, que merece el apoyo de la comunidad internacional. En este contexto, apoyaron el llamado del Estado Plurinacional de Bolivia a retirar la hoja de coca de la Lista 1 de la Convención sobre Estupefacientes de 1961 y a eliminar toda prohibición del masticado de la hoja de coca de dicha convención.
…Reafirmaron la soberana decisión de sus Gobiernos de enfrentar la producción, el tráfico y el consumo de drogas, así como los delitos conexos, en el marco de la cooperación internacional y la coordinación regional y bilateral. En ese sentido ratificaron su deseo de impulsar acciones regionales conjuntas en la lucha contra el narcotráfico, promoviendo la adopción de políticas, planes y acciones en materia de drogas y delitos conexos al interior del ALBA y de otros mecanismos regionales y subregionales, actuando siempre bajo los principios de responsabilidad compartida, respeto a la soberanía de los Estados, integridad territorial, no intervención en los asuntos internos y respeto de los derechos humanos.
Asimismo, ratifican su voluntad de impulsar la ejecución del Consejo Suramericano de Lucha contra el Narcotráfico, en el marco de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), como un esfuerzo regional que apoye las acciones bilaterales y permita el establecimiento de un proceso de coordinación y complementación para hacer frente al problema mundial de drogas…
- La tendenciosa actitud política del resto del mundo por incriminar nuestro desarrollo
Parece que nuestras propias percepciones sobre el futuro que buscamos no son suficientes y que los mismos cambios nos vencen con los hechos. Debemos discutir y reflexionar —práctica común de la izquierda, primero pensar para después actuar—, sobre la necesidad de involucrar a la región en el concepto básico del Vivir Bien. Un compromiso con la Madre Tierra y el uso racional de los recursos naturales acompañado de buenas y saludables prácticas sociales de convivencia. La necesidad es regional. Europa y EE.UU. observan cautelosos estos avances en la región, pero no sólo miran, vigilan y se preocupan de nuestros avances sociales y económicos. No están convencidos que el mundo se debe comportar en nuevos términos de respeto mutuo y no de injerencia.
En Bolivia seguimos debatiendo sobre el tema de desarrollo y crecimiento económico. Debemos seguir debatiendo. Debemos desarrollar nuevas teorías y estructuras para que la producción responda a las necesidades nacionales y regionales. La hoja de coca nos acerca a este planteamiento mejor que cualquier otro producto. Es posible asistir a más de 18 millones de habitantes hambrientos que hay en el planeta con algo que tenemos en nuestra mesa y no sólo ofrecer lo que nos sobra como una hipócrita asistencia de cooperación a la que fuimos acostumbrados. La hoja de coca transformada en galletas con otros ingredientes fácilmente puede ser utilizada por nuestro gobierno para asistir a los pueblos que sufren hambre en otras latitudes del planeta.
El debate por el uso y aplicación de la hoja de coca en nuestra economía como una imposición la debemos superar. Debemos y nos corresponde mirar al mundo y el futuro con lo que tenemos y la dignidad que le ponemos a lo que tenemos.
- Ahora corresponde la pregunta: ¿la geopolítica de la hoja de coca es la misma de las drogas?
La hoja de coca en sí misma es procuradora de grandes beneficios para nuestro pueblo y los pueblos que nos rodean. No podemos con sólo buenas intenciones controlar la ambición que genera las economías emergentes de nuestros vecinos y la idolatría que provocan en sus sociedades por insinuar o dejar instalarse el consumo de las drogas al ser sociedades de personas solitarias y competitivas. Intentemos dar la respuesta en tres visiones:
Respuesta desde una visión política
En Bolivia venimos construyendo un Estado a partir de una nueva visión política. Es un conocer y descubrir a medida que avanzamos. Corresponde que profesionalicemos esta experiencia y la institucionalicemos. Aprender de nuestra experiencia mientras seguimos experimentado. Esta es una lección que ha sucedido en otras sociedades y países que han sido capaces de transformar su propia realidad.
No hay que mirar con temor esta situación, es obvio que genera muchos detractores, especialmente los que perdieron el libreto o quienes por mandato externo pretenden evitar este proceso de cambio.
A nivel gubernamental corresponde que profesionalicemos a nuestra gente. Incluso en los temas foráneos de intercambio con nuestros países vecinos tenemos limitaciones: Brasil y Chile son el ejemplo. Las improvisaciones tienen que ser eliminadas en las prácticas administrativas de gobierno. Este recurso natural y cultural tiene que atenderse con mejor visión de futuro. Todavía nos atemoriza planificar, es decir mirar estratégicamente los objetivos.
Con todo esto, la hoja de coca tiene que ser vista a futuro y con optimismo, tiene que formar parte de nuestra permanente construcción de cultura y comportamiento social, así ha ocurrido durante siglos y no existen posibilidades de que esto cambie.
La conquista de los cielos no sólo es un don de los cristianos, sino de los osados a reconocerse como si mismos con dignidad y soberanía.
Respuesta desde una visión geográfica descriptiva
Mucho se ha hablado y escrito sobre las rutas de la hoja de coca y las drogas. Los datos nos demuestran que los promotores de la guerra contra las drogas tienen su negocio en sí mismos para ser reconocidos como exitosos. Bolivia produce minerales para exportar, muchos de ellos seguro terminan convertidos en armas, pero no por eso es responsable de los asesinatos y las muertes ocasionados por los que las poseen.
La hoja de coca es lo mismo. La hoja de coca se produce y se tiene que seguir produciendo para asistir a las personas, las familias y por tanto a las sociedades para que formen parte de sus soluciones alimenticias, nutricionales y espirituales, no estamos exentos de que le den mal uso para fines ilícitos como todos los bienes de una economía moderna. Se deben controlar estos riesgos, sin permisividad pero también sin capciosidad. El desarrollo como visión siempre ha sido compleja de comprender y explicar, por momentos es contradictorio, especialmente, en el tiempo; sin embargo, es una necesidad desarrollarnos. Nadie puede decir que no debemos correr este riesgo, en cambio, lo tenemos que estimular con varias recomendaciones y en conjunto.
La educación y la salud son las herramientas que nos alejan de las drogas. Construir una sociedad sana, justa, comprometida y solidaria nos permitirá enfrentar en mejores condiciones el futuro.
Sin entrar en la polémica de legalizar o no las drogas, como los están haciendo en muchos lugares del mundo, Bolivia tiene que trabajar en “despenalizar” a la hoja de coca. No sólo para ser reconocidos por el mundo en nuestro derecho cultural de mantener estas costumbres, sino fundamentalmente porque nos asiste el derecho de sugerirle su consumo a nuestros semejantes por las bondades de las que nos beneficiamos.
Respuesta desde una visión histórica
– análisis de la causalidad.
Históricamente Bolivia ha usado la hoja de coca en todos los ámbitos. Desde 1988 se la ha estigmatizado con la aprobación de la Ley 1008. Sin embargo, no ha sido suficiente para disminuirla en el valor que tenemos los habitantes de este país por reconocer sus bondades.
Son siglos de historia que demuestra esto. Pero no sólo han sido sus bondades medicinales, nutricionales y terapéuticas las que han permitido que la hoja de coca sobreviva estos embates, sino que ha sido generadora de nuevas relaciones de organización social y productiva que le permitieron a los movimientos sociales organizarse.
Estas organizaciones sociales defensoras de la dignidad nacional y el respeto a la autodeterminación en la producción de hoja de coca, se han traducido en planteamientos políticos que hacen a la nación y sus éxitos y conquistas son algunas de las bondades que gozamos actualmente en mayor y mejor democracia. La estabilidad política, por ejemplo, requisito para iniciar una inversión está garantizado gracias a los resultados que ha generado la hoja de coca.
Históricamente nunca ha existido un gobierno con tanta estabilidad política y confianza del pueblo como el que hoy tenemos, esto nos ofrece un horizonte de garantías para hacer de Bolivia un lugar estable para lograr un futuro con equidad y desarrollo, dicho de otra manera: un futuro de Vivir Bien.
Por eso, todas las embestidas e iniciativas que vienen desde diferentes frentes para hacer que la hoja de coca sea criminalizada serán derrotadas, refiriéndonos en términos de guerra.
Bolivia tiene la responsabilidad histórica de demandar se corrija la injusticia que se ha cometido con la hoja de coca en la Convención Única de Estupefacientes firmada en Nueva York el año 1961. La hoja de coca forma parte de nuestra constitución, en el Art. 384 como patrimonio nacional y factor de cohesión social. Nos encontramos en un viaje sin retorno hasta conseguir que se repare esta injusticia con nuestra historia y el reconocimiento y respeto a un recurso natural con tantas bondades para la humanidad.
En definitiva, la hoja de coca tiene su propia geopolítica que no pasa por la de las drogas. Los análisis y reflexiones dónde se ve a las drogas y la hoja de coca, con el tiempo se convertirán en una falta de respeto a nuestra cultura y, por tanto, totalmente improcedentes, pues la misma política pública se ha propuesto separarlas. La revisión de la Ley 1008 producirá la formulación de nuevas leyes de manera diferenciada entre “las drogas y sustancias controladas”, por una parte, y la “hoja de coca”, por otra.
En todo caso, los bolivianos seguiremos agradecidos con la hoja de coca, nutriendo nuestra cultura de la vida por los años de los años como lo hicieron nuestros progenitores desde antes con nuestra bendita pachamama.
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